Cualquier militar sabe que con el nivel de desarrollo
tecnológico que existe en la actualidad, los misiles resultan bastante más
efectivos que el láser. Entonces, ¿por qué no cesan los estados en su empeño
por dominar el conocido como ‘rayo de la muerte’?
La clave está en el coste del disparo: el precio de base de
un misil es ya de por sí caro, a lo que hay que añadir un sistema de guiado —si
se quiere acertar en el objetivo a largas distancias—, material adicional,
combustible, dispositivos electrónicos, etc. Aparte de esto, la munición ocupa
un espacio considerable.
Durante la época soviética, a finales de los 60, se creó el
centro de investigación Astrofísika para el estudio del láser. En 1978, Nikolái
Ustínov, un renombrado físico e hijo del ministro de Defensa de la URSS Dmitri
Ustínov, fue nombrado director. RBTH repasa algunos de los avances más significativos
de aquel periodo.
Stilleto
El nivel de desarrollo tecnológico de la época no permitía
desarrollar un láser con potencia suficiente como para abatir un objetivo, de
modo que los investigadores tuvieron que tomar una ruta alternativa. En lugar
buscar la forma de destruir un vehículo de combate, pensaron que resultaría más
efectivo quemar el sistema óptico de su visor, lo que dejaría sin visibilidad a
la tripulación y convertiría cualquier tanque, cañón autopropulsado e incluso
helicóptero en un blanco fácil.
Solo faltaba equipar las unidades con fuentes portátiles de
alimentación e instalar el láser en el chasis de un tanque con orugas. Así fue
como el Stilleto 1K11 se incorporó al Ejército Rojo en 1982, aunque la máquina
nunca dejó de estar en fase experimental. Solo se fabricaron dos unidades, que
oficialmente sigue formando parte del inventario del Ejército ruso.
El Szhatie (compresión)
Cada uno de estos canales cuenta con un sistema de guía y
una gama de láser propios, lo que impide al enemigo protegerse de los rayos con
filtros de luz. El Szhatie está instalado en el imponente chasis del obús
autopropulsado Msta-S, ya que la instalación requiere unos generadores muy
potentes para funcionar correctamente.
Las características técnicas del Szhatie se mantienen en
secreto, de modo que no se conocen detalles como el número de disparos
simultáneos que puede realizar, la distancia y la velocidad de tiro, o los
últimos avances obtenidos en el proyecto.
La orografía del terreno no permite disparar en línea recata
a grandes distancias en condiciones de combate real, por lo que el uso de
sistemas láser en tierra no tiene mucho futuro. Sin embargo, podría ser
utilizado contra drones (contra los que no tiene sentido malgastar los costosos
misiles), helicópteros y sistemas ‘dispara y olvida’ enemigos.
Una mirada a la ‘Lejanía’
El colapso de la URSS frenó bruscamente el desarrollo de la
ciencia y la tecnología en Rusia, aunque no todos los logros del pasado
acabaron en los museos.
Es probable que el primer ejemplar del Stilleto acabara
siendo reciclado, mientras que el segundo se encontró sin el sistema láser en
una fábrica de Járkov (Ucrania) en 2010. Se desconoce el destino del Sangvin y
el Akvilon. En cuanto al Szhatie, después de ser sometido a un lavado de cara,
acabó en un museo en Ivánovo (un pueblo de la región de Moscú).
Pero una de las creaciones del centro Astrofísika sí que
llegó al ejército. Se trata de la unidad de detección remota de agentes
químicos KDHR-1N Dal (en ruso ‘Lejanía’). Un radar láser que se utiliza para
detectar terrenos contaminados y permite explorar en 60 segundos una superficie
de 70 kilómetros cuadrados. Cuando detecta una nube tóxica, el aparato calcula
sus coordenadas y sus dimensiones lineales, tras lo cual emite una señal de
alarma.
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