Fuente:TASS
La necesidad de entendimiento
entre Rusia y la Unión Europea es el hilo conductor de 'Una Rusia
europea para una Europa más segura', estudio publicado recientemente por
la Fundación Alternativas.
El documento, coordinado por Javier Morales,
experto en política internacional, presenta el grave deterioro que ha
causado Ucrania para las relaciones entre ambos bloques como un foco de
inestabilidad para el mundo.
La crisis siria parece haber conseguido que olvidemos la ucrania, ¿qué efectos podría tener esto?
Depende de en qué medida Rusia o los países de la OTAN aumenten su
implicación militar en Siria. En el mejor de los casos, tener que
dedicar más esfuerzos a este conflicto podría servirles de incentivo
para mantener la paz en Ucrania, de forma que puedan concentrar sus
recursos en Oriente Medio.
Pero si lo único que ocurre es que Ucrania
desaparece de las noticias, tendremos un nuevo conflicto congelado como
los de Transdniéster, Nagorno-Karabaj, Osetia del Sur o Abjasia.
La guerra no terminará por sí sola, porque ninguna de las partes
puede vencer a la otra. Ucrania es demasiado débil como para
reconquistar el territorio separatista, mientras que las milicias
cuentan con apoyo suficiente para resistir, pero no para ocupar más
territorio y consolidar su control sobre el sureste de país.
La única vía de resolución pacífica sigue siendo el acuerdo de
Minsk-2. El alto el fuego se está respetando desde final de agosto, pero
las anteriores violaciones del mismo nos obligan a ser prudentes. Si no
avanza la negociación política entre Kiev y las regiones rebeldes,
reconociendo su autonomía en una Ucrania descentralizada, es muy
probable que los combates se reanuden.
Se vuelve a hablar de Guerra fría, ¿a quién interesa ese concepto?
Hay una estrategia por parte de Kiev para presentar el conflicto del
Donbass como una gran ofensiva rusa contra Europa, omitiendo que Rusia
es también europea y que comparte con Ucrania un origen histórico común.
Esta crisis tuvo un principio mucho más concreto: el derrocamiento del presidente Yanukóvich,
aliado de Rusia, a principios de 2014. Fue este repentino cambio
político el que dividió el país y propició la reacción del Kremlin, que
ha tratado de debilitar al nuevo Gobierno nacionalista para mantener su
influencia en Ucrania.
El problema es que este enfrentamiento bilateral se ha extendido a
las relaciones políticas entre la UE y Rusia, destruyendo la incipiente
cooperación que se había empezado a construir en los últimos años. Esta
desconfianza tardará mucho tiempo en superarse, incluso después de que
cesen los combates.
También hay una inercia de organizaciones como la OTAN, que en el fondo no ha dejado nunca de percibir a Rusia como un potencial enemigo
con el que no se puede negociar, lo que ha obstaculizado llegar a
soluciones pragmáticas sobre los desacuerdos entre ambas en temas como
la ampliación hacia el Este o el escudo antimisiles.
Y si volviéramos a la Guerra Fría, ¿qué significaría para Europa, por ejemplo, en seguridad?
El discurso de Guerra Fría que utilizan todas las partes no se
corresponde con la realidad de un mundo globalizado, donde nos
necesitamos mutuamente para resolver problemas comunes.
La crisis de los
refugiados y la inestabilidad en Oriente Medio amenazan tanto la
seguridad de la UE como la de Rusia: por ejemplo, el ISIS se está
expandiendo entre los yihadistas que ya actuaban en el Cáucaso ruso.
Cualquier respuesta eficaz contra este grupo tendrá que ser coordinada
por los países afectados.
Ustedes hablan de la necesidad de un diálogo transnacional, pero Europa hoy actúa de una forma muy debilitada.
La UE tiene recursos suficientes para ser un actor global. El
problema es la ausencia de una identidad común, en la que los Estados
miembros conciban de igual forma quiénes somos y cuál es nuestro papel
en el mundo. Para varios países de Europa Oriental, la UE debe ser una
barrera de contención frente a Rusia, ejerciendo poder económico y
militar como una gran potencia.
Para otros, debemos priorizar la estabilidad y actuar como
mediadores, evitando que nuestras relaciones comerciales se vean
afectadas a largo plazo si continúan las sanciones.
Sin embargo, la gran pregunta es qué lugar esperamos que ocupe Rusia a
largo plazo en esta Europa política que estamos construyendo. La UE no
puede tratarla como a un país candidato dispuesto a asumir las normas
comunitarias; tampoco es realista esperar que Moscú no ejerza como
potencia independiente, defendiendo sus propios intereses.
¿Entendemos a Rusia?
Nuestra reacción suele ser contradictoria. Por un lado, imaginamos a
Rusia como un país fuerte y agresivo en contraposición a una Europa
vulnerable. Pero por otro, actuamos frente a ella como un rival débil
que no reaccionará aunque sus intereses se vean perjudicados.
El ejemplo más claro fue el Euromaidán: desde Occidente se apoyó la
revolución para lograr que Ucrania firmase el acuerdo con la UE, sin
prever que Moscú pudiera tomar represalias en el caso de que Yanukovich
fuese derrocado.
Con las sanciones sucede algo similar. En lugar de considerarlas un
complemento que incentive la negociación diplomática, algunos esperan
que sólo mediante la presión Rusia acabará por ceder a todas las
exigencias europeas; sin comprender que el coste político para el
Kremlin ante su opinión pública sería inaceptable.
Nuestros objetivos tienen que ser más realistas, ya que Rusia no es
un enemigo que pueda ser ignorado o derrotado, sino un vecino con el que
inevitablemente tendremos que seguir conviviendo.
Al mismo tiempo, Rusia es una gran potencia con derecho a veto en el
Consejo de Seguridad de la ONU.
Avances como el acuerdo nuclear con Irán
no serían posibles sin la cooperación o al menos la no interferencia de
Rusia, y así seguirá ocurriendo en el futuro. Debemos asumir que somos
interdependientes, encontrando una forma negociada de hacer compatibles
nuestros intereses cuando estos no coincidan.
¿Hasta cuándo esta confrontación?
Estas crisis continuarán produciéndose mientras no establezcamos un
verdadero diálogo político y de seguridad paneuropeo, en el marco de
organizaciones como la OSCE, de la que somos miembros tanto los países
de la UE como Rusia o Ucrania.
“En lugar de una nueva Guerra Fría basada en la contención de Rusia,
la UE debe aceptar a Moscú como una gran potencia con la que es
necesario trabajar para construir un espacio de seguridad compartido.
Una Rusia que cada vez se hiciera más europea y una Europa que conociera
mejor a Rusia serían la mejor vía para garantizar a largo plazo la
seguridad y estabilidad de nuestro continente”, recoge el informe.
"sino un vecino con el que inevitablemente tendremos que seguir conviviendo." ¿Pero que hacer con un vecino ladrón que lo roba a Ucrania Crimea o los sitios Transdniéster, Nagorno-Karabaj, Osetia del Sur o Abjasia a sus respectivas republicas
ResponderEliminarEste que opina; podría informarse mejor quien fue el que derrunbo el gobierno ligítimo de Urcrania y que esta masacrando Rusos, ¿que es? ¿desean que vuevan los nazis? ya lo viera yo teniendo estos asesinos de vesinis, también que fue el expresidente de Georgia Saakasjvili, pendejo come corbatas que estaba mascrando un pequeño pueblo de mayoria Rusa el cual no tenia armas para defenderse pero cuando le salio el coco se puso a comerse la corbata, si a un padre le comienzan a matar los hijos que espera que haga, por fabor no se hagan los idiotas ¿ o es que lo son? Gracias a Rusia se elimino al dictador mas criminal Hitler, pero todo parece que Hitler se va a quedar corto con el que pronto saldrá y tengalo por seguro que de Rusia no será. Rusia fue el verdadero Titan héroe de la segunda guerra mundial, otros con su astucia y mentiras se robaron la gloria. La verdad no cabe en el cerebro que se alimenta de mentiras, pero el que todo lo cuestiona e investiga no come cuento porque es la verdad su alimento.
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