Una reacción esperada
Las
pruebas chinas del vehículo hipersónico, así como la reanudación por
Rusia de trabajos de investigación y desarrollo en este ámbito
acompañados con los ensayos ponen de relieve que ambos países participan
en la carrera del armamento hipersónico puesta en marcha por EEUU.
Pekín y Moscú buscan respuesta a los sistemas que se desarrollan en
EEUU. Ante todo, se trata del sistema de defensa antimisiles y de
vehículos de asalto que puedan volar a altísimas velocidades que se
desarrollan en el marco del ambicioso programa del Pentágono “Ataque
Global Inmediato”, o PGS, por sus siglas en inglés.
La
característica principal del PGS que lo distingue de las fuerzas
nucleares estratégicas consiste en que este programa no es nuclear. Así
las cosas, no se somete a las restricciones estipuladas en el Tratado de
Reducción de Armas Estratégicas Ofensivas (START) suscrito entre Rusia y
EEUU.
Mientras, el programa pone como objetivo la posibilidad de
realizar ataques de precisión en cualquier lugar de la Tierra en menos
de 60 minutos. EEUU no ha conseguido todavía este objetivo y es posible
que nunca realice la respectiva tarrea por completo, pero tal cambio de
las reglas del juego no pudo pasar desapercibido.
El
vehículo hipersónico de China es capaz de crear en un futuro una
amenaza militar para EEUU en el lugar más sensible – en el centro de la
región de Asia Pacifico. En caso de que estos vehículos tengan el
respectivo radio de acción (por ejemplo si se emplea misiles balísticos
de alcance medio para transportarlos), podrían presentar una seria
amenaza tanto para las armas de asalto que están en los arsenales de las
Fuerzas Armadas de EEUU, como para su escudo antimisiles, ante todo,
para los buques de guerra de EEUU equipados con el sistema antiaéreo
Aegis.
La
ventaja principal de los deslizadores hipersóncios, en comparación con
sistemas de defensa antimisiles, es su alta maniobrabilidad. Tales
vehículos pueden cambiar de trayectoria en vuelo, lo que reduce
demasiado la posibilidad de su intercepción.
Pronósticos para la década de los 2020
Las
consecuencias más peligrosas del desarrollo del PGS consiste en que, en
vez de reducir el potencial nuclear, este programa puede aumentar su
papel, contribuyendo al crecimiento de arsenales nucleares de Rusia y
China que se considerarán por Moscú y Pekín como la única posibilidad de
causar a EEUU un irreparable daño garantizado, en caso de una guerra
hipotética.
El
despliegue del escudo antimisiles estadounidense junto con la
fabricación en serie de vehículos hipersónicos desarrollados en el marco
del programa PGS reanudará sin duda alguna la carrera nuclear. Para los
países que retrasen a EEUU en el ámbito del desarrollo de sistemas de
asalto de alta precisión convencionales, ésta será la única posibilidad
de mantener el equilibrio estratégico.
A
juzgar por todo, este problema se agudizaría al máximo hacia principios
o mediados de los 2020, es decir, cuando se finalice el despliegue del
escudo antimisiles de EEUU y las Fuerzas Armadas pongan en sus arsenales
los primeros sistemas fabricados en el marco del programa PGS.
Teniendo
en cuenta las crecientes discrepancias políticas, es posible que, hacia
2023, se pueda comparar el clima político global con el que fue en 1963
o 1983, aunque la rivalidad de las potencias en el siglo XXI no sería
basada en los motivos ideológicos, sino políticos y económicos.
Mientras, aún es posible evitar que el mundo vuelva a encontrarse al
borde de una nueva guerra mundial. En este sentido, todas las pruebas
exitosas de armamento desarrollado con el uso de tecnologías
hipersónicas sólo son necesarias para ponerlas sobre la mesa de las
negociaciones dedicadas a la reducción de armas nucleares y
convencionales en un futuro.
A
día de hoy, el desarrollo del programa PGS se lleva a cabo en el marco
de las aspiraciones tradicionales de EEUU a conseguir la supremacía
militar a nivel global. Esto empezó con el desarrollo de armas nucleares
en los 1940, continuó con la Iniciativa de Defensa Estratégica,
comúnmente conocida como Guerra de las Galaxias, en los 1980, y se
convirtió ahora en el concepto de despliegue del escudo antimisiles
junto con el desarrollo del programa PGS.
Pero los tiempos cambiaron.
EEUU gozó del monopolio nuclear durante cuatro años, desde el verano de
1945 hasta el verano de 1949. Pero parece que Washington no lograría
mantener el monopolio hipersónico ni siquiera durante un día.
Foto: EPA
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