El Jefe del Estado Mayor
de la Defensa, almirante general Fernando García Sánchez, ha anunciado
una considerable reducción del tamaño de las Fuerzas Armadas españolas
dentro del denominado “Proceso de Transformación de la Fuerza”. Según
este proceso, las Fuerzas Armadas mantendrán “alistadas y con plena
capacidad operativa” 67.000 efectivos, en comparación con los 120.000
actuales, lo que supone nada menos que una reducción del 44 %.
Desglosemos estas cifras para adentrarnos en un análisis pormenorizado:
• 67.000 efectivos constituyen la “Fuerza Conjunta”, que se compone de tres elementos.
• 12.000 efectivos para los cometidos
permanentes de las FAS como son vigilancia y seguridad marítima, defensa
y operaciones aéreas de ámbito nacional, ciberdefensa o inteligencia.
• 15.000 efectivos de los tres Ejércitos para planes de reacción rápida o contigencias que puedan efectuar misiones en solitario o combinadas con aliados internacionales como en las que se ha tomado parte recientemente (Afganistán o Líbano por ejemplo).
• Estos dos elementos, que suman 27.000 efectivos se denominarán “Núcleo de la Fuerza Conjunta” y realizará rotaciones semestrales con dotaciones procedentes del tercer elemento de la Fuerza Conjunta.
• 40.000 efectivos que constituirán una suerte de “banquillo” o reserva inmediata que mediante rotaciones alimentará los dos elementos anteriores. Mientras no forman parte de la Fuerza Conjunta, realizarán taras de adiestramiento y alistamiento.
• Los 53.000 efectivos restantes hasta completar los 120.000 actuales comprenderá los medios de apoyo a la fuerza y los cuarteles generales, siendo estos sobre los que se aplicarían reducciones progresivas en caso necesario según el escenario presupuestario.
Hay que destacar que estas previsiones se hacen partiendo del escenario presupuestario actual. Estas reducciones vendrían de la mano de la centralización de determinadas unidades como logísticas, centros de formación, mantenimiento, planes de eficiencia que quedan aún para el futuro que se centrarían en el remanente citado de 53.000 efectivos, pero nunca en el Núcleo de la Fuerza que debe considerarse la verdadera capacidad de combate de las Fuerzas Armadas.
Según el JEMAD es necesario aumentar el presupuesto para mantener de forma desahogada la Fuerza Conjunta, destacando que las misiones en el exterior deben seguir financiándose con fondos de contingencia del Gobierno, no con fondos del Ministerio de Defensa. Para el JEMAD la tendencia es ajustar y reducir plantilla pero de sus palabras se deduce que los 67.000 efectivos deberían considerarse difíciles ya de reducir. Este proceso ya está en marcha y se espera alcance la operatividad total durante el verano de este año.
Es obvio que las Fuerzas Armadas se han ajustado al presupuesto del que disponen, no a las necesidades de nuestra seguridad, lo que constituye un riesgo futuro, puesto que es difícil que se recuperen los niveles de inversión del 2008, aún cuando entonces todavía estábamos por debajo de nuestros vecinos y aliados. Lo que está claro es que es difícil que este número aumente por mucho que mejore la economía.
Por último, resulta sorprendente ver el poco impacto sobre la opinión pública y sobre los medios de comunicación generalistas del anuncio de estas drásticas medidas, más aún cuando las Fuerzas Armadas son uno de los organismos mejor valorados por la población. Esto no puede considerarse más que un reflejo en última instancia del limitado interés de la población y de los políticos por las Fuerzas Armadas y su papel en la Defensa del país, unas Fuerzas Armadas que nunca acapararon un nivel de gasto que estuviera a la altura, ni siquiera cuando la situación económica aún era de bonanza. (J.N.G.)
• 15.000 efectivos de los tres Ejércitos para planes de reacción rápida o contigencias que puedan efectuar misiones en solitario o combinadas con aliados internacionales como en las que se ha tomado parte recientemente (Afganistán o Líbano por ejemplo).
• Estos dos elementos, que suman 27.000 efectivos se denominarán “Núcleo de la Fuerza Conjunta” y realizará rotaciones semestrales con dotaciones procedentes del tercer elemento de la Fuerza Conjunta.
• 40.000 efectivos que constituirán una suerte de “banquillo” o reserva inmediata que mediante rotaciones alimentará los dos elementos anteriores. Mientras no forman parte de la Fuerza Conjunta, realizarán taras de adiestramiento y alistamiento.
• Los 53.000 efectivos restantes hasta completar los 120.000 actuales comprenderá los medios de apoyo a la fuerza y los cuarteles generales, siendo estos sobre los que se aplicarían reducciones progresivas en caso necesario según el escenario presupuestario.
Hay que destacar que estas previsiones se hacen partiendo del escenario presupuestario actual. Estas reducciones vendrían de la mano de la centralización de determinadas unidades como logísticas, centros de formación, mantenimiento, planes de eficiencia que quedan aún para el futuro que se centrarían en el remanente citado de 53.000 efectivos, pero nunca en el Núcleo de la Fuerza que debe considerarse la verdadera capacidad de combate de las Fuerzas Armadas.
Según el JEMAD es necesario aumentar el presupuesto para mantener de forma desahogada la Fuerza Conjunta, destacando que las misiones en el exterior deben seguir financiándose con fondos de contingencia del Gobierno, no con fondos del Ministerio de Defensa. Para el JEMAD la tendencia es ajustar y reducir plantilla pero de sus palabras se deduce que los 67.000 efectivos deberían considerarse difíciles ya de reducir. Este proceso ya está en marcha y se espera alcance la operatividad total durante el verano de este año.
Es obvio que las Fuerzas Armadas se han ajustado al presupuesto del que disponen, no a las necesidades de nuestra seguridad, lo que constituye un riesgo futuro, puesto que es difícil que se recuperen los niveles de inversión del 2008, aún cuando entonces todavía estábamos por debajo de nuestros vecinos y aliados. Lo que está claro es que es difícil que este número aumente por mucho que mejore la economía.
Por último, resulta sorprendente ver el poco impacto sobre la opinión pública y sobre los medios de comunicación generalistas del anuncio de estas drásticas medidas, más aún cuando las Fuerzas Armadas son uno de los organismos mejor valorados por la población. Esto no puede considerarse más que un reflejo en última instancia del limitado interés de la población y de los políticos por las Fuerzas Armadas y su papel en la Defensa del país, unas Fuerzas Armadas que nunca acapararon un nivel de gasto que estuviera a la altura, ni siquiera cuando la situación económica aún era de bonanza. (J.N.G.)
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