El régimen levantado sobre las inmensas rentas del petróleo no ha sido capaz de fabricar siquiera un automóvil
Si Irán
logra salirse con la suya -y todo indica que lo conseguirá- y construye
finalmente su propia arma atómica, su archirrival en el área, Arabia Saudí,
considera que tendrá las manos libres para hacer lo mismo. La amenaza
ha sido deslizada recientemente por el embajador saudí en Londres, pero
es la última de las preocupaciones del equipo negociador occidental en
su pulso con el régimen de los ayatolás.
¿Por qué? Probablemente porque todos están convencidos de que Arabia Saudí no puede construir el arma atómica, ni podrá hacerlo nunca.
Como recuerda Fareed Zakaria en “The Washington Post”, los saudíes no
han sido capaces siquiera de manufacturar un automóvil, a pesar de que
nadan en la abundancia desde hace muchas décadas. Está previsto que
fabriquen su primer coche en 2017.
Cuando el fundador del Estado saudí, el rey Abdulaziz al Saud,
quiso introducir la radio a finales de los años 30 del siglo pasado,
convocó a los clérigos wahabíes a palacio para que escucharan una
retransmisión de la llamada a la oración. Así aceptaron, aunque a
regañadientes, la difusión de transistores entre el pueblo. Desde
entonces la mentalidad no ha cambiado mucho.
El país vive casi
exclusivamente del petróleo -de donde procede el 90 por ciento de los
ingresos del Estado- y dedica a la industria menos del 10 por ciento del PIB.
Arabia Saudí sabe hacer agujeros en el desierto para
extraer el crudo, pero sus universidades, controladas por el clero,
están en la cola de los ranking porque su curriculum se halla sobresaturado de religión islámica. La tecnología del país está en manos de las empresas extranjeras.
Nueve de cada diez trabajadores de la empresa privada saudí son extranjeros,
aunque los inmigrantes son apenas 9 millones de los casi 30 millones
del país. Los saudíes varones no quieren trabajar en puestos para los
que están teóricamente capacitados, y las mujeres no están autorizadas a
hacerlo.
¿Comprar entonces el arma atómica? No es tan sencillo. La operación no podría ser secreta y dispararía las sanciones. Irán o Corea del Norte pueden
sobrevivir frente al aislamiento internacional, pero Arabia Saudí no:
en la primera fase de un bloqueo comercial internacional el régimen se
desplomaría.
Un refrán que corre por Oriente Próximo lo resume de modo
cáustico: "¿Quiere controlar a un iraní?: mátele de hambre, ¿quiere
controlar a un saudí?: hártele de comer". Los saudíes no están hoy
diseñados para los boicot comerciales.
Los rumores sobre un acercamiento a Pakistán
para que venda a Riad algunas de sus cabezas nucleares son por otro
lado infundados. Ese eventual trato comercial provocaría también
sanciones y aislamiento para el régimen de Islamabad, que ya tiene
suficientes problemas en casa.
francisco de andrÉs
http://www.abc.es
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