El controvertido y enigmático programa HAARP, origen
de numerosas teorías de la conspiración, no será cerrado a pesar de que
fue oficialmente puesto fuera de servicio por las Fuerzas Aéreas de
EE.UU. en junio del año pasado, afirman científicos estadounidenses.
Actualmente el Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (HAARP,
por sus siglas en inglés) está abierto, pero sus transmisores están
apagados desde la primavera de 2014, dijo Bill Bristow, un
investigador del Instituto de Geofísica del HAARP, en una entrevista a Alaska Dispatch News.
Las instalaciones del HAARP consisten en una cadena de transmisores y
antenas que se utilizan para calentar la zona más alta de la atmósfera,
la ionosfera.
Los transmisores son capaces de crear una aurora
artificial y permiten convertir la ionosfera en un laboratorio para
estudiar el comportamiento de las partículas y realizar otras
investigaciones.
Los militares tenían sus objetivos específicos, ahora podemos dedicarnos a hacer ciencia básica
Según la versión oficial de EE.UU., el HAARP se utilizaba para
estudiar y mejorar las tecnologías de comunicación con experimentos en
los que se disparaban potentes señales a la atmósfera para calibrar su
efecto en las ondas de radio. Sin embargo, muchos expertos y políticos han acusado al programa de causar desastres naturales como huracanes, tornados, inundaciones y terremotos.
Desde 2003 hasta 2014 el proyecto HAARP mantenía el equilibrio entre
las tareas puramente científicas y los estudios realizados por encargo
de la agencia de proyectos militares del Pentágono (DARPA).
El último
experimento patrocinado por el Ejército fue llevado a cabo en el verano
de 2014.
"Los militares tenían sus objetivos específicos, ahora podemos
dedicarnos a hacer ciencia básica", comenta Bill Bristow.
Sin embargo,
tras el cierre de los experimentos militares, el HAARP perdió su
financiación. Actualmente Bristow y su colega Bob McCoy, el director del
Instituto de Geofísica de la Universidad de Alaska Fairbanks, están
buscando 'clientes': científicos que estén dispuestos a pagar por
realizar experimentos en las instalaciones del HAARP, y así poder
mantener el proyecto abierto.
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