Flickr.com Autor: Iliá Krámnik http://spanish.ruvr.ru
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Pero pueden fracasar por el aumento permanente del costo del nuevo aparato. Los países del segundo escalón de la OTAN por lo visto se verán obligados a seguir utilizando aviones de segunda mano tanto de fabricación norteamericana como soviética.
La elección de dos propiedades de tres es
el principal problema en el caso del nuevo y seguramente, el principal
caza de la Fuerza del Aire de la OTAN. El F-35 ha sido ideado como un
caza moderno, polivalente y de precio accesible. Pero poco después se
aclaró que dicho avión no puede ser barato, y aquellos aparatos
polivalentes, de los que se puede decir que son relativamente baratos,
en su mayoría se están volviendo obsoletos.
La
fuente de los problemas del F-35 es precisamente el afán de hacer de ese
avión un “burro de carga” para todos, combinando en una sóla máquina
requerimientos contradictorios de los diferentes tipos de aviones. Desde
luego que las variantes de los F-35 se diferencian mucho entre sí, pero
la plataforma común se tradujo en serias dificultades en cuanto a la
adaptación del aparato a las exigencias concretas de tal o cual arma: el
precio del caza empezó a crecer de forma constante.
De
esta forma, actualmente el proyecto se encuentra en un estado
intermedio sumamente peligroso: el aumento del costo del caza obliga a
recortar los planes de compra de nuevas máquinas, y la reducción de los
contratos obliga, a su vez, a subir de nuevo el precio, tal como sucedió
con el F-22, el “hermano mayor” del F-35.
El
ejemplo de la Fuerza Aérea de Holanda es un ejemplo típico de muchos
“socios menores” de EEUU en la OTAN. El plan inicial de adquisición del
F-35 para las Fuerzas del Aire de Holanda era de ochenta y cinco
máquinas, luego se recortó a sesenta y más tarde a cincuenta. La
inestable situación económica en la Unión Europea influyó en este
sentido y ahora Holanda tiene planeado comprar cuarenta y dos aviones.
Las
Fuerza Aérea italiana redujo los planes de compra del F-35 de ciento
treinta y un aparatos a noventa, en el marco de la disminución general
de los gastos para la defensa con el telón de fondo de la crisis
económica. En estado de suspensión se encuentran los programas de
suministros del F-35 a Canadá y Australia, y no se sabe qué cantidad de
estos aviones querrán adquirir en definitiva el Reino Unido, Turquía y
asimismo Japón que no forma parte de la OTAN.
En
estas circunstancias, crece rápidamente el atrativo de los aviones
modernizados de la “generación 4+” para la Fuerza Aérea de los países
desarrollados y de sus “variantes menores” de segunda mano para los
países del “segundo escalón”.
Cabe mencionar por
separado los aviones de fabricación soviética que aún están al servicio
de muchos países. Con los MIG-21” de que dispone Rumania todo está
claro: próximamente serán dados de baja y sustituidos por el F-16. Pero
los MIG-29 que tienen Polonia, Eslovaquia y Bulgaria cuentan con todas
las posibilidades de seguir prestando servicios unos quince ó veinte
años más. En este sentido se destaca Polonia, donde se tenía planeado
dar de baja a los MIG-29 aún antes de 2010, pero hoy se prevé dejarlos
en servicio hasta 2030, igual que el F-16. Para entonces la edad de
ambas plataformas superará los cincuenta años, mientras que la edad
física del MIG-29 de fabricación soviética rebosará los cuarenta años, y
los treinta – el F-16 construido en la década de 1990.
En
los países del tercer mundo todos los procesos mencionados transcurren
de manera más acentuada. El número de países que pueden comprar aparatos
de quinta generación, a excepción de las monarquías petroleras y de los
gigantes regionales tipo India, se aproxima a cero. Como resultado, la
mayor parte de los compradores de aviones de combate se verá desplazada
al mercado de máquinas de segunda mano, o se dirigirá al fabricante
capaz de ofrecer aviones nuevos y, al mismo tiempo, no caros, aunque más
detectables y sin un amplio surtido de proyectiles guiados. Ahora China
es prácticamente el vendedor sin alternativa de los clones MIG-21 y
sobre esta plataforma de los nuevos FS-1. Quizás los fabricantes
aeronáuticos rusos deban pensar en una alternativa a la oferta china,
para no cifrar las esperanzas de exportación exclusivamente a los cazas
Sujói, que de modificación en modificación se van aproximando cada vez
más al sector de los aviones altamente tecnológicos, pero muy caros y
accesibles a un número limitado de compradores acaudalados.
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