La
prensa alemana acaba de hacer públicos los datos sobre los suministros
por parte de Alemania a Israel de submarinos, capaces de portal armas
nucleares.
La noticia no tardó en provocar un gran escándalo que se está
considerando ya a nivel del Bundestag (el parlamento de Alemania). Una
historia que en un principio tenía un carácter puramente interno podría
ejercer una influencia altamente negativa en la situación en Oriente
Próximo.
Una inesperada y sensacional noticia
Los periodistas alemanes han revelado a la comunidad internacional
el rumbo que ha tomado la cooperación técnica y militar entre Berlín y
Tel Aviv: el Gobierno alemán ha dado su visto bueno para los suministros
a Israel de submarinos de la clase Dolphin, informa el diario Der
Spiegel.
En la portada de la revista aparece la canciller alemana, Angela
Merkel, con un submarino al fondo. Todo parece indicar que la imagen ha
de dejarle claro al público quién es la principal protagonista del
escándalo.
El motivo de la publicación fue la entrega a Israel el pasado 3 de
mayo del cuarto submarino diesel eléctrico Dolphin. Los tres anteriores
suministros se realizaron en los años 1999 y 2000.
De acuerdo con Der Spiegel, en los submarinos de esta clase pueden
instalarse misiles de gran alcance. Merece la pena señalar al respecto
que Israel nunca ha reconocido de manera oficial tener armas nucleares,
sin embargo en los círculos profesionales se suele referir al Estado
hebreo como “una potencia nuclear de facto”, como mínimo desde los
principios de los años 70 del siglo pasado.
Al leer las revelaciones de los periodistas alemanes, uno no puede
menos de quedar sorprendido por el hecho de que se esté presentando como
una noticia sensacional una historia bastante antigua, pero
desenterrada a propósito.
Una noticia sensacional con olor a naftalina
La historia de la creación por Israel de un misil de largo alcance
de lanzamiento submarino empezó a mediados de los 90. Después de que la
Administración del presidente estadounidense, Bill Clinton, dejara claro
que no suministraría a Tel Aviv misiles de largo alcance de la clase
Tomahawk bajo el socorrido pretexto de no querer desequilibrar la
situación en la región, el Estado hebrero se dedicó a diseñar su propia
versión de dicho misil.
Según algunas fuentes, el sistema lleva el nombre de Popeye Turbo
SLCM (Submarine-launched Cruise Missile) y fue creado en base al misil
crucero AGM-142 Popeye. La principal innovación consistía, además de un
lanzamiento submarino, en el alcance: aumentó desde 200 hasta 900 millas
marinas.
La primera prueba de los nuevos misiles se celebró en el Océano
Índico en mayo de 2000. Fueron lanzados desde los submarinos alemanes
Dolphin recién suministrados por Berlín. Fue entonces cuando se sospechó
por primera vez que estos misiles podrían estar destinados a llevar
carga militar.
Lo que sigue siendo una incógnita es por qué la opinión pública
alemana decidió darse por enterada doce años más tarde. Se podrían, no
obstante, hacer unas suposiciones al respecto.
El escándalo podría repercutir en la delicada situación en Oriente Próximo
Estos episodios de la historia llevan tiempo descritos con todo lujo
de detalles. Entonces, ¿por qué hay que sacar a luz precisamente en
estos momentos una historia tan antigua?
Aparentemente no existen factores externos para este potente ataque a
la cooperación técnica y militar germano-israelí. Sin embargo, en el
último año ha habido avances bastante significativos en la esfera:
después de varios años de intensas negociaciones, durante las cuales
Berlín no dejaba de formular exigencias relativas a los territorios
palestinos que Israel solía pasar por alto, en marzo de 2012 se
formalizó el encargo para el sexto submarino, otro de la clase Dolphin.
Curiosamente, la publicación en Der Spiegel, conocida por sus
estrechos vínculos con las fuerzas de izquierdas de la República Federal
de Alemania, fue respaldada enseguida por la oposición parlamentaria,
los socialdemócratas y los defensores del medio ambiente. El mensaje
general es que el Gobierno ha perdido el norte y casi está suministrando
armas nucleares a Israel.
Un comentario algo subido de tono por parte del gabinete de Angela
Merkel no hizo sino echar leña al fuego. El portavoz del Gobierno,
Steifan Seibert, manifestó que en el momento de entrega de los
submarinos a la parte israelí los buques no portaban armas nucleares. Es
decir, lo que Tel Aviv quisiera instalar en los Dolphin no era asunto
de Alemania.
Da la sensación de que estamos ante un típico ajuste de cuentas
interno, un intento de la oposición de atacar al partido en el poder, la
Unión Demócrata Cristiana, y a los liberales a la vista de la
elecciones federales, fijadas para el otoño de 2013.
Recordemos que hace unas tres semanas la UDC perdió con estrépito
las elecciones en el municipio Rin del Norte-Westfalia. El fracaso fue
tan frustrante que la canciller despidió sin consideración alguna al
ministro de Medio Ambiente, Norbert Roettgen, quien lideraba la lista de
la Unión Demócrata Cristiana en dichas elecciones. Es muy posible que
las fuerzas de la oposición se sintieran animadas y decidieran probar la
suerte: los métodos escogidos son un asunto aparte.
Y otro asunto aparte sería la hipotética repercusión del escándalo,
cuyas palabras clave son “Israel” y “armas nucleares” en la situación en
Oriente Próximo, que en los últimos meses tampoco ha sido ningún foco
de paz ni estabilidad.
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