Desde la guerra justa, proclamada por Santo Tomás de Aquino,
hasta la guerra encubierta que se está llevando a cabo actualmente en
muchos puntos del globo, principalmente contra el terrorismo, existe un abanico de interpretaciones jurídicas que dan lugar a diferentes conceptos de cómo debe entenderse el término "guerra" en el marco del derecho internacional.
En el momento actual, el continuo uso por Estados Unidos de los aviones no tripulados, los drones, arma fundamental desde hace años para la eliminación de Al Qaeda y sus franquicias, desde Pakistán y Afganistán hasta Somalia y Yemen, prioritariamente, está poniendo en cuestión la legalidad de este tipo de guerra encubierta donde los asesinatos selectivos constituyen acciones habituales.
En el momento actual, el continuo uso por Estados Unidos de los aviones no tripulados, los drones, arma fundamental desde hace años para la eliminación de Al Qaeda y sus franquicias, desde Pakistán y Afganistán hasta Somalia y Yemen, prioritariamente, está poniendo en cuestión la legalidad de este tipo de guerra encubierta donde los asesinatos selectivos constituyen acciones habituales.
De hecho, en las audiencias que se han celebrado estos últimos días en el Senado norteamericano, para la confirmación de John Brennan como
director de la CIA, hasta ahora asesor presidencial en la lucha
contraterrorista, se han tratado en profundidad los ataques selectivos
contra terroristas que han conducido a la nación a un crítico estado de confusión ética y moral.
De acuerdo con fuentes militares norteamericanas, durante los primeros once meses de 2012, se han llevado a cabo 447 ataques con drones en Afganistán, cifra realmente alta en relación con los 294 ataques realizados en todo el año 2011. Durante la presidencia de Obama se han efectuado más de 300 ataques con drones en Pakistán, un país con el que Estados Unidos no está en guerra. La New America Foundation estima que, desde el año 2004, los diferentes ataques con drones llevados a cabo por la CIA, han producido más de 261 víctimas civiles.
De acuerdo con fuentes militares norteamericanas, durante los primeros once meses de 2012, se han llevado a cabo 447 ataques con drones en Afganistán, cifra realmente alta en relación con los 294 ataques realizados en todo el año 2011. Durante la presidencia de Obama se han efectuado más de 300 ataques con drones en Pakistán, un país con el que Estados Unidos no está en guerra. La New America Foundation estima que, desde el año 2004, los diferentes ataques con drones llevados a cabo por la CIA, han producido más de 261 víctimas civiles.
Los
problemas éticos, morales y legales que originan estas actividades
bélicas pueden influir gravemente en tres campos. El primero, en la posibilidad
de atentar contra la soberanía de un país atacando objetivos dentro de
su territorio sin pedir autorización, lo que va en contra de lo
estipulado por el derecho internacional.
El segundo tipo de repercusiones se dirige al inicio de una clase de guerra encubierta que no ha existido hasta ahora, ya que el atacante es invisible mientras que el atacado no es consciente de que un enemigo le puede atacar. Se trata de un asesinato selectivo, sin previo procedimiento judicial. Es una guerra, cuanto menos sujeta a un nuevo código ético de difícil aceptación por los países democráticos.
Una tercera derivación se refiere a la extensión internacional de esta clase de acciones encubiertas. En el momento actual, puede haber más de 70 países que están desarrollando drones o que están en negociaciones para adquirirlos. El uso que harán de ellos, siguiendo el modelo norteamericano, nos lo podemos imaginar. El problema no es sólo de Estados Unidos sino de toda la comunidad mundial.
El segundo tipo de repercusiones se dirige al inicio de una clase de guerra encubierta que no ha existido hasta ahora, ya que el atacante es invisible mientras que el atacado no es consciente de que un enemigo le puede atacar. Se trata de un asesinato selectivo, sin previo procedimiento judicial. Es una guerra, cuanto menos sujeta a un nuevo código ético de difícil aceptación por los países democráticos.
Una tercera derivación se refiere a la extensión internacional de esta clase de acciones encubiertas. En el momento actual, puede haber más de 70 países que están desarrollando drones o que están en negociaciones para adquirirlos. El uso que harán de ellos, siguiendo el modelo norteamericano, nos lo podemos imaginar. El problema no es sólo de Estados Unidos sino de toda la comunidad mundial.
Entramos
en una nueva era en la que el concepto y la justificación de los nuevos
tipos de guerra están cambiando, de forma acelerada. Esperemos
que el expediente abierto en la ONU, el pasado 25 de enero, por esta
causa, pueda encontrar la fórmula adecuada para que estas actividades de
los drones sean reguladas en plena concordancia con el derecho
internacional.
Jesùs Argumosa
Jesús Argumosa es General de División. Fue Jefe de la Escuela de Altos Estudios de la Defensa (EALEDE) del CESEDEN (2005-2009).
http://www.revistatenea.es
0 comentarios:
Publicar un comentario