La OTAN ha concluido un estudio en el que se señala que el uso que se le ha dado en operaciones a los vehículos aéreos no tripulados (UAV) ha influido en algunas limitaciones a su propio desarrollo.
El Centro Conjunto de Competencia del Poder Aéreo (JAPCC,
por sus siglas en inglés), que es el organismo concreto que ha
publicado el trabajo este mismo mes, concluye que el uso de estos
sistemas ha llegado a “ser clave en la lucha global contra el
terrorismo”, pero también señala las limitaciones a las que se ha visto
abocada precisamente a partir de ese uso.
El informe, titulado Sistemas aéreos remotamente pilotados en entornos en disputa,
recoge que, al contrario de lo que ocurre en operaciones con sistemas
aéreos y terrestres tripulados, el uso de UAV en la actualidad
únicamente puede tener lugar en lo que denomina “entornos permisivos”,
donde las fuerzas de la OTAN no se enfrentan a una sólida defensa aérea
enemiga.
Esos “entornos aéreos permisivo” podrían haber influido negativamente
en los más recientes desarrollos de la tecnología de sistemas aéreos
pilotados remotamente (RPAS). “Esto podría haber dado lugar a
explotables vulnerabilidades en los más recientes o inminentes
despliegues de RPAS”.
El estudio incluye los sistemas de media altitud y larga resistencia (conocidos como MALE) –del tipo del MQ-1 Predator de General Atomics, empleado durante más de veinte años– y los de alta altitud y larga resistencia (HALE).
Ambos tipos han sido empleados en recientes operaciones asimétricas, lo
que invita a pensar que en el futuro los adversarios evitarán los
sistemas de combate empleados hasta el momento y emprenderán ataques de
naturaleza aún más irregular.
Demasiadas referencias en la prensa a los pilotos
Por ejemplo, los enemigos podrían optar por emprender ataques contra
los pilotos de RPAS más que contra los propios RPAS. En este sentido, el
JAPCC advierte de que hay numerosas referencias a los pilotos de UAV y
el personal de apoyo en la prensa, lo que puede procurar al enemigo
suficiente información disponible como para que pueda dirigir sus
ataques.
En cuanto a los propios sistemas en sí, el trabajo recoge que “el
mayor riesgo para los RPAS en el aire llegará de los sistemas de defensa
aérea del enemigo y de aviones de combate”. De ahí que estén diseñados
para detectar y atacar aeronaves a grandes distancias. “Sin embargo,
incluso con granadas autopropulsadas o rifles de francotirador se
podrían causar daños catastróficos en el avión y su carga si un
adversario está dentro de un determinado rango”.
Además los UAV son vulnerables a ciberataques, ya que forman parte de
una red conectada, y sus transmisiones por radio podrían revelar la
ubicación de sus estaciones de control en tierra y satélites,
convirtiéndolos en potenciales objetivos de guerra electrónica (conocida
por las siglas en inglés EW).
El estudio se centra en los sistemas que son empleados actualmente,
pero también destaca algunos futuros diseños de RPAS que les permitirá
superar sus actuales vulnerabilidades.
Aquí se recogen características
como la mejora del sigilo electromagnético, UAV preparados para realizar
ataques en medios no permisivos, el uso de enjambres de vehículos
aéreos no tripulados coordinados, el uso de estos sistemas para realizar
ataques a largas distancias con armas de precisión aire-aire y aire
tierra, y su despliegue desde portaaviones.
El trabajo concluye que, en todo caso, es poco probable que exista
una solución única que sirva para todo tipo de operaciones en entornos
conflictivos.
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