Los medios de prensa y los especialistas rusos comentan con mucha animación la posible firma de contratos de armas entre Rusia e Iraq.
El retorno hipotético a la
cooperación entre Rusia e Iraq se torna tanto más interesante pues, de
tener lugar, sería el primer caso del regreso a compras de armamento
ruso, por un país considerado cliente de EEUU. Sin embargo, los cambios
políticos en el Oriente Próximo pueden abrir interesantes perspectivas
para los productores rusos de armas.
El posible
retorno de Rusia al mercado iraquí no es tan incierto como puede
parecer. Desde los tiempos de la gestión, prácticamente directa, del
país por EEUU han ocurridos determinados cambios y, hoy se puede afirmar
con mucho menor seguridad, que hace cinco a siete años, que Iraq sea
cliente de EEUU. La llave para el mercado puede ser, en este caso,
justamente el hincapié de EEUU en la colaboración con las monarquías
sunitas del golfo Pérsico. Pero la dirección de Iraq, que representa hoy
la mayoría chií puede ver en Rusia la alternativa a la colaboración con
EEUU, que impone innumerables restricciones políticas. Además, hay que
destacar que, el ejemplo de Iraq puede resultar contagioso también para
los países que vivieron la “primavera árabe” de 2010 a 2012. A fin de
cuentas, ninguno de ellos se arraigó como un sólido régimen pro
occidental y, la disensión en las relaciones con EEUU puede convertir a
esos países en compradores de armamento ruso.
Empero,
difícilmente tenga sentido entrar a ciegas en transacciones dudosas con
las nuevas teocracias islámicas: en muchos casos, sus intereses
difieren de los rusos, y ni hablar ya que, muchos representantes de los
círculos islámicos correspondientes ven abiertamente a Rusia como un
enemigo.
Pero si vamos a hablar de Iraq, la
participación de Rusia en el rearme de su ejército coincide plenamente
con los intereses estratégicos de Moscú. Hoy día, cuando la dirigencia
iraquí mantiene relaciones cada vez más amistosas con Irán, las
monarquías del golfo Pérsico, y sobre todo Arabia Saudita, se tornan el
enemigo principal para las FFAA de Iraq. La amenaza armada en la persona
de Iraq puede, en cierta medida, atenuar y frenar la actividad de
Er-Riad y de sus aliados de reformatear el Oriente Próximo “para sí”.
El
segundo lugar en el listado de los mayores exportadores de armas es un
logro de los principales de Rusia: el volumen de los suministros de
armas y de servicios, que el año pasado rebasaran los treces mil
millones de dólares revela que, Rusia continúa manteniendo un potencial
científico industrial ponderable, que le permite producir armamento
competitivo, que se ajusta a las exigencias del presente.
Sin
embargo, las perspectivas de esa exportación se ponen a menudo en tela
de juicio. El crecimiento de las exportaciones y las perspectivas de
nuevos contratos de Gran Bretaña, de Francia y de Israel, la incursión
de Japón en el mercado de armas, la reorientación a la producción
nacional, y la diversificación de los suministradores, de los
compradores principales en el pasado de armamento ruso, la India y
China, todo esto genera la interrogante acerca de si podrá Rusia
conservar ese segundo lugar.
Dentro del peritaje
militar ruso se distinguen dos posturas básicas. La primera es la
postura del Centro de análisis del comercio mundial de armas, dirigido
por Ígor Korotchenko. Sus especialistas estiman que, Rusia conservará el
segundo lugar como mínimo en los próximos cuatro años.
La
segunda postura expuesta por el Centro de análisis de estrategias y de
tecnologías, encabezado por Ruslan Pujov, es más escéptica. En una
entrevista reciente definía el segundo lugar de Rusia, como exportador
de armas, de un “mito viejo”. A juicio de Ruslan Pujov, Rusia era en esa
carrera “medalla de bronce”, aventajado por EEUU y Gran Bretaña, y tan
solo en los últimos dos años se ubicó en el segundo lugar.
Con
respecto a las perspectivas de conservación de ese lugar, el Centro de
análisis de estrategias y de tecnologías revela también dudas, e indica
al crecimiento venidero de las exportaciones de armamento francés e
israelí.
No es casual que, el volumen de exportación
de armas sea una “vaca sagrada”: la ausencia práctica de compras para el
Ministerio de Defensa de Rusia, desde comienzos de la década del
noventa hasta la segunda mitad de los años 2000 llevó a que, las
exportaciones fueran el único medio de mantenimiento del potencial del
sector de la defensa de Rusia. La persistencia de las posibilidades de
Rusia en la elaboración y producción de aviones de combate, de sistemas
antiaéreos, la construcción de buques de guerra, de carros blindados y
de una serie de otros sistemas ha sido posible, en buena medida, gracias
a la exportación de las categorías enumeradas de armamento y de
sistemas de armas. Hoy día, cuando el volumen de los contratos del
Ministerio de Defensa suman diez mil millones de dólares, la caída o el
crecimiento de las exportaciones en mil, dos mil o tres mil millones
anualmente no significan tragedia alguna, pues están enmarcadas en los
valores admisibles. Lo principal en que cabe llamar la atención es, la
estructura de la cartera de pedidos de las exportaciones. Un síntoma
alarmante podría ser la reducción de los suministros de armas altamente
tecnológicas, incluidos aviones, sistemas de defensa antiaéreos y otros
modelos similares de armas “Hi-End”, que podría evidenciar un
decrecimiento del interés en las armas rusas altamente tecnológicas.
Pero, de momento, la geografía de las exportaciones crece y la salida al
mercado, ya hacia fines de década, de los T-50 y de los S-400, amen de
una serie de otros sistemas y proyectos de los últimos años dará una
nueva calidad a la exportación rusa de armamentos.
sb/kg/ap
Ilyá Krámnik / http://spanish.ruvr.ru
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