Gran Bretaña
ha gastado en los últimos cinco años más de 2.000 millones de libras
(2.500 millones de euros) en la compra y desarrollo de vehículos aéreos
sin tripulación (UAS). A esa cifra se van a sumar otros
2.000 millones de libras más para la nueva aeronave sin tripulación de
media altitud y gran autonomía (MALE) que ha proyectado junto a Francia.
Un estudio realizado por el grupo activista británico Drone Wars UK, del que se ha hecho eco el diario británico The Guardian, recoge estos datos. El informe apunta además que de los 76 países que disponen de UAS únicamente tres, Reino Unido, EE UU e Israel, los están empleando equipados con armas en operaciones militares.
Gran Bretaña adquirió seis Reaper a Estados Unidos en octubre de 2007 para emplearlos en Afganistán. Según el informe, que se basa en detalles recogidos de respuestas parlamentarias y comunicados del Ministerio de Defensa, ya se han gastado 500 millones de libras en este modelo. Además, se han dedicado otros 847 millones de libras en el sistema Watchkeeper, un avanzado UAS de vigilancia y determinación de objetivos que está siendo probado en el espacio aéreo restringido de Parc Aberpoth, en Gales.
Por
otra parte, el gobierno británico ha destinado millones de libras en la
investigación de nuevos UAS de combate, incluido un contrato de 30
millones de dólares con BAE Systems para los programas Mantis y Taranis.
El
informe también explica que el Ministerio de Defensa espera gastar
2.000 millones de libras en la iniciativa anglo-francesa de un UAS MALE, denominado Scavenger UAS, durante toda la vida útil del sistema. El fundador de Drone Wars UK y autor del informe Shelling Out: UK Government Spending on Unmanned drones, del
que se extraen estas afirmaciones, apunta que esa cifra podría estar
incluso por debajo del dato real, que resulta difícil de conocer por la
“dificultad que hay hasta el día de hoy de obtener las cifras de gasto
público que se emplean en desarrollar tecnologías para nuevos drones”.
El
estudio advierte sobre las cuestiones éticas y morales que deberían
analizarse y debatirse acerca del uso excesivo de estas armas por los
militares y de su probable empleo en la esfera civil.
Cole apunta
que “expertos de Naciones Unidas, juristas y defensores de las
libertades civiles coinciden en expresar una profunda preocupación por
el creciente uso de aviones no tripulados.
Este activista explica que en un momento de difíciles recortes en el gasto público, “no puede ocurrir que el Reino Unido
esté invirtiendo miles de millones de libras en el desarrollo de nuevos
UAS sin el oportuno escrutinio parlamentario o debate sobre las serias
cuestiones legales y éticas que rodean el uso de esta tecnología”.
Lo que Cole pretende, según la información de The Guardian, es que el Comité de Defensa de la Cámara de los Comunes
realice una investigación sobre el uso de aeronaves sin tripulación en
el ejército británico, que los ha estado empleando en Afganistán durante
cuatro años. Además, considera que otras comisiones parlamentarias
también son responsables de la supervisión en este ámbito,
principalmente si los UAS se van a emplear sobre los cielos de Gran
Bretaña con fines civiles.
Para Cole “existe una serie de
preguntas y cuestiones serias acerca del creciente uso de drones no
tripulados para propósitos civiles y militares”. Entre ellas, cita,
cuestiones sobre si con estos aparatos se consigue evitar los costes
políticos de las intervenciones militares, o sobre su verdadera
precisión operativa, o sus implicaciones en la privacidad y las
libertades civiles y acerca de cuál es la línea hasta donde debería
permitirse el desarrollo de sistemas sin tripulación autónomos.
La
información del diario británico recoge las declaraciones de un
portavoz del Ministerio de Defensa Británico reconociendo que todas
estas preguntas “y más, necesitan ser debatidas abierta y honestamente, y
requieren un cuidadoso análisis de las evidencias disponibles”.
Según
esta fuente, “todas las adquisiciones del Ministerio de Defensa están
sujetas a un duro escrutinio”. En cuanto a las operaciones en
Afganistán, “la principal contribución de los sistemas aéreos dirigidos
por control remoto”, añade, es la “vigilancia y reconocimiento para
proporcionar información vital para la protección a nuestras tropas. Una
proporción muy pequeña de las operaciones de estas aeronaves implican
el uso de armas y únicamente el Reaper está armado. En las raras ocasiones en que las armas del Reaper se utilizan, se siguen las mismas estrictas reglas que rigen el uso de armamento en los aviones tripulados”, asegura.
Por su parte, el portavoz de Defensa del Partido Laborista, en la oposición, Jim Murphy,
ha afirmado que los UAS ya son “una parte importante de la guerra
moderna”. En su opinión, “debemos emplear tecnología avanzada para
fortalecer nuestra seguridad nacional, pero siempre tenemos que ser
capaces de controlar adecuadamente el gasto”.
Los Reaper
británicos han disparado más de 280 misiles guiados por laser y bombas
contra presuntos insurgentes en Afganistán en los cinco primeros meses
de este año. Como resultado de estas operaciones han muerto cuatro
civiles, según el Ministerio de Defensa Británico, pero la cifra resulta
poco fiable para los activistas de derechos humanos que argumentan que
los militares basan sus datos en la presentación de quejas formales
sobre las muertes.
Foto: Ministerio de Defensa del Reino Unido
Infodefensa.com
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