martes, 6 de mayo de 2014

Militares y expertos instan a la construcción de otro LHD


 


El LHD “Juan Carlos I” durante su última fase de construcción en los astilleros ferrolanos de Navantia, luis polo
Empresarios relacionados con la construcción naval, militares que desempeñaron altos cargos de responsabilidad en la Armada y expertos en el sector, entre ellos ingenieros navales, buena parte con funciones ejecutivas en momentos anteriores en las factorías públicas españolas, coinciden en que Navantia no puede permanecer al margen de los contratos militares, cuya carencia es una constante desde hace años.

El último buque construido en las gradas ferrolanas fue el “Adelaide”, ya en aguas australianas para proceder a su armamento, y que partió de Ferrol en diciembre pasado.

La actividad en la construcción militar para España es nula. Los presupuestos estatales y la política de contención y ajuste ha pasado factura al Ministerio de Defensa, hasta el punto de que muchos programas previstos se han retrasado o directamente suprimido. Pero para las fuentes consultadas, esta circunstancia puede contrarrestarse si hay un compromiso por parte del Estado orientado a satisfacer necesidades perentorias de la Armada.

En círculos militares se es consciente de que el programa de las F-110, la clase sucesora de la actualmente en servicio (serie F-100) no comenzará a desarrollarse hasta 2017, con la vista puesta en 2025, cuando se estima que el Arma necesitará tener operativas nuevas unidades.

El problema radica sin embargo en la todavía reciente baja del servicio del portaaeronaves “Príncipe de Asturias”, que ha dado paso al LHD como buque insignia de la Armada. El “Juan Carlos I” es así el único navío de su clase en activo.

 
Este hecho resta operatividad a una Marina de Guerra que no podría atender frentes principales de actividad, sobre todo en el ámbito de las operaciones humanitarias, en caso de avería o las necesarias revisiones y paradas de mantenimiento del navío. Es una circunstancia que no afecta a las fragatas. 

Las F-100 tienen una vida activa prolongada y la continuidad del programa o bien la puesta en marcha de su renovación se entiende que puede esperar. “La construcción de una sexta fragata F-100 supondría el empleo de únicamente 3,8 millones de horas, es decir, casi la mitad” de lo que requiere la de un segundo buque multipropósito del tipo LHD, apunta desde A Coruña Eduardo Picallo.

Presidente de Insimar, Picallo y una serie de colaboradores llevan meses tratando de convencer tanto al Gobierno del país como a Navantia de que la solución al parón militar en los astilleros ferrolanos pasa por tomar este camino.

Bajo el paraguas de Insimar, que defiende los intereses de cuarenta empresas, tanto nacionales como internacionales relacionadas con la Defensa –la misma firma ha representado a Navantia en Portugal–, se han reunido antiguos responsables de la Armada, ingenieros y expertos en construcción naval o exdirectivos de la compañía pública.

Contra almacén

La conclusión es que el Gobierno puede asumir la construcción de una segunda unidad de la clase del “Juan Carlos I”, lo que duplicaría el tiempo de ocupación laboral, con hasta 6,85 millones de horas de trabajo, pero además reduciría a la mitad la inversión requerida para una fragata; 520 millones frente a los 1.000 que supondría la última.


Una inversión asumible si, además, “no solo se plantea bajo la perspectiva de las necesidades de la Armada Española sino también teniendo en cuenta las necesidades de otras marinas de guerra”, apunta Picallo. De este modo, se trabajaría contra almacén, una fórmula que Navantia nunca ha empleado antes pero que abriría las puertas a un mercado potencial basado en el nivel de operatividad y prestaciones de estos modelos. 

Este responsable reconoce que Navantia “ha estado haciendo un enorme esfuerzo comercial para conseguir nuevos contratos de buques militares en el mercado de exportación”, pero que la falta de resultados obliga a tomar en serio propuestas que garanticen “el mantenimiento de la capacidad” del grupo público “en el campo naval militar”.

Picallo ha llevado las propuestas a Navantia y asegura que la compañía ve con buenos ojos una iniciativa que, dice, la empresa privada está dispuesta a apoyar. “Representamos empresas con unos 600.000 trabajadores repartidos por todo el mundo”, argumenta el presidente de Insimar, “y somos conscientes de que también hay muchas en Ferrol, con las que ya hemos establecido contactos, interesadas en la propuesta”.

Los contactos han permitido ver el interés de la propia Armada por garantizar la ocupación en Navantia pero sobre todo, por dar garantías al cuerpo de poder hacer frente a cualquier imprevisto. El ámbito político no ha estado ausente en la iniciativa. Entre quienes se han reunido con los representantes de este grupo se encuentra el alcalde de Ferrol, José Manuel Rey Varela, a quien ya se le ha hecho llegar el argumentario que respalda esta opción.

Eduardo Picallo ve múltiples ventajas en asumir la construcción de un LHD, no solo por el relativo bajo coste de la inversión necesaria o por el alto nivel de ocupación para una comarca que supera con creces las medias gallega y nacional en materia de desempleo. La ventaja estratégica consiste en que Navantia puede iniciar la construcción en breve tiempo, ya que se parte de un modelo que ha despertado el interés de países extranjeros, como ha sido el caso de Australia, para el que se han desarrollado dos unidades.

“La construcción de este buque contra almacén permitiría ofrecer unas condiciones y un plazo de entrega muy atractivo a los países interesados en este tipo de buques”, incide Picallo.

Lo cierto es que la Armada Española incluye una segunda unidad multipropósito entre sus planes. Una ventaja desde el punto de vista de respaldar las opciones mencionadas y garantizar con ello la ocupación plena de la antigua Bazán a la espera de iniciarse el programa de las F-110. “Si se consiguiese vender, precisamente porque una vez iniciada la construcción del LHD los plazos de entrega juegan a su favor, se pondría la quilla de un nuevo buque y, en caso contrario, este siempre pasaría a la Armada”, señalan desde Insimar.

Para la firma, los astilleros ferrolanos mantienen intactas sus capacidades en construcción militar, pero la entrada en el mercado civil, abierto ahora con la construcción de un flotel para el grupo mexicano Pemex, o el interés en la construcción de un quinto metanero para Gas Natural-Fenosa, puede perjudicar esta especialización y constituir todo un lastre de cara al futuro.

“El hecho de que tanto la Armada como Navantia estén interesadas en la propuesta demuestra que esta es viable”. Resta sin embargo la decisión política, pero para el grupo de trabajo resulta evidente que siempre es más rentable asumir una inversión de 500 millones de euros que dé sus frutos que un coste similar derivado de las prestaciones que han llevado a más de 3.000 trabajadores de las compañías auxiliares de Ferrol y su comarca al desempleo en los dos últimos años.

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