El lanzamiento de la bomba atómica sobre Japón en 1945 marcó el término de la Segunda Guerra Mundial, pero significó el comienzo del capítulo más angustioso de la Guerra Fría: el pulso entre Estados Unidos y la Unión Soviética por construir un inmenso arsenal nuclear.
La doctrina de la disuasión del enemigo llevó a una
proliferación de un tipo de armamento que, por primera vez en la
historia de la Humanidad, era capaz de destruir el planeta. En 1986 se
llegó al momento de mayor número de cabezas nucleares operativas, cerca de 55.000.
Desde entonces, con la caída del Muro de Berlín en 1989, el número ha
descendido hasta algo más de 15.000. El propósito de su eliminación
completa está encontrando dificultades.
En 1949, cuatro años después de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, la URSS dispuso también de su bomba atómica.
Aunque la proliferación fue un mano a mano entre Washington y Moscú, el
resto de potencias con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de
la ONU también desarrollaron armamento nuclear: Reino Unido, en 1952;
Francia, en 1960, y China, en 1964.
Tratado de No proliferación
En 1968 se firmó el Tratado de No Proliferación, por el que
el «club atómico» quedaba reducido a las grandes potencias y estas se
comprometían a ayudar a otros países al desarrollo civil de la energía
nuclear si renunciaban a su uso militar.
El tratado no lo suscribieron algunos estados, entre ellos los que secretamente buscaban también acceder a los secretos de la bomba atómica.
Se estima que por entonces Israel dispuso ya de armamento nuclear (nunca lo ha reconocido).
En 1974 India llevó a cabo sus primeras pruebas nucleares, aunque
desarrolló su arsenal a partir de 1998. Ese mismo año, y como respuesta
al paso dado por su enemistado vecino, Pakistán pasó a engrosar la lista
de países con bomba atómica.
En la década de 1980 Suráfrica también estuvo en ella, aunque con el término del apartheid renunció a ese arsenal. Lo mismo ocurrió con Bielorrusia, Kazajstán y Ucrania,
que habían heredado cabezas nucleares al desmembrarse la URSS. Si bien
los últimos quince años han estado marcados por un renovado compromiso
internacional para la no proliferación, a partir de 2006 Corea del Norte llevó
a cabo diversas pruebas de armamento nuclear.
Por su parte Irán ha
protagonizado un prolongado intento de llegar también a poseer la bomba
atómica, como ha denunciado el Organismo Internacional de la Energía
Atómica.
El acuerdo firmado por Teherán en julio en
principio aplaza entre diez y quince años esa aspiración iraní, pero no
pocos observadores estiman que el deseo de alzarse en potencia regional
llevará a Irán a disponer de armamento nuclear. Si se produce esa
escalada, probablemente Arabia Saudí también se lanzaría a ese objetivo, reproduciendo la rivalidad del caso India-Pakistán.
Control de armas
A lo largo de las últimas décadas estadounidenses y rusos
han llegado a diversos acuerdos para limitar el número de sus armas
nucleares. En 1972 el SALT I significó una reducción de los interceptores antimisiles nucleares de ambos países.
En 1987, Ronald Reagan y Mijail Gorbachov firmaron el tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, que llevó a reducir el número de misiles tierra-aire. En 1991 se firmó el START I, que limita el despliegue de cabezas nucleares.
En 2002 EE.UU. y Rusia acordaron
reducir sus cabezas nucleares desplegadas a entre 1.700 y 2.200 cada
uno. El listón bajó a un máximo de 1.550 en el New START pactado en
2010. La vuelta deVladimir Putin
a la presidencia de Rusia, sin embargo, ha congelado la ejecución de
esos planes a pesar del interés de la Administración Obama en su
implementación.
emili j. blasco
http://www.abc.es
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