Le Bourget se ha mostrado, una vez más, como un salón aeroespacial y de
defensa lleno de sorpresas. Y no solo por el hecho de que la
inauguración ha estado bañada por una lluvia torrencial, que ha impedido
muchas de las exhibiciones aéreas previstas, sino porque el componente
militar es mucho menor que en anteriores ediciones.
La
primera gran sorpresa o, más que sorpresa, constatación, ha sido la
falta de nuevos programas norteamericanos o europeos de aviones de
combate, entrenadores avanzados o aviones de transporte militar. En esta
edición de Le Bourget son los rusos los que pisan fuerte.
En
concreto, la estrella del salón es el Sukhoi 35-E ?y no la versión S,
como inicialmente se había adelantado? junto con el cuatrimotor de
transporte militar ruso-ucraniano Antonov An-70 de motores
contrarrotativos.
Con
una capacidad de carga de 47 toneladas ?diez más que el Airbus A400M
europeo? el An-70 ha efectuado hoy una impresionante exhibición de vuelo
que ha levantado a los espectadores de sus asientos.
La
segunda sorpresa ha sido que, en contra de lo habitual, el salón no ha
sido inaugurado por el presidente de la república francesa, François
Hollande, sino el primer ministro, Jean-Marc Ayrault.
La
razón es que Hollande clausurará el evento el próximo viernes, lo que
obligará a la élite de la industria aeroespacial francesa e
internacional a estar presente dicho día en sus respectivos stands, para
agasajar al presidente de la Republica.
Por
cierto, en círculos institucionales se habla de que el gobierno galo
está trabajando para que el presidente llegue el viernes a Le Bourget a
bordo del nuevo avión de transporte europeo A400M, y así darse un baño
de multitudes, ya que dicho día es una jornada abierta al público.
Difícil de creer, pero no imposible.
Por
supuesto, entre los aparatos más visitados han estado varios ejemplares
del Eurofighter Typhoon y del Saab Grippen con toda su panoplia de
armamentos, junto con la flota de aeronaves de combate de Dassault en
servicio en la Fuerza Aérea francesa, el Rafale y Mirage 2000 en sus
diferentes versiones.
De
cualquier forma, a pesar de la gran presencia de aparatos militares, el
salón de Le Bourget ha dado claramente un giro hacia la vertiente
civil, dado el profundo desarrollo que ha alcanzado el componente
aeronáutico comercial en todo el mundo y la falta de nuevos programas de
aviones militares en el campo occidental.
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