(Foto: Jon Davis)
Los estados con más posibilidades de imponerse son aquellos con mayor
población y más predisposición de ésta a afrontar una guerra y contar
con bases militares. Deben ser también económicamente fuertes.
Estos
estados estratégicos serían, en opinión de Davis, California, Texas y Nueva York, pero Washigton, Colorado, Illinois, Virginia, Florida y Georgia no se quedarían atrás.
Gran parte de la población se enfrentaría a
prácticas discriminatorias en los estados en los que residieran.
Aquellos que procedieran de otras zonas se verían obligados a volver a
sus estados de origen, provocando una migración de vuelta masiva.
También se producirían flujos de vuelta a sus países entre los
inmigrantes latinos y los canadienses afincados en los estados del norte
también cruzarían la frontera. Este fenómeno llevaría a México a cerrar la frontera… y, en el relato de Davis, incluso a sembrar de minas las proximidades.
Entre las víctimas del éxodo se encontrarían muchos soldados, por lo
que se convertiría en un factor clave en el equilibrio de fuerzas, y
Davis ha tenido que recalcular el número d efectivos con el que contaría
cada estado puntero:
- California: 330.836 militares
- Texas: 299.216
- Florida: 186.498
- Nueva York: 147.852
- Illinois: 113.304
- Georgia: 96.323
- Virginia: 88.125
- Washington: 75.243
- Colorado: 48.893
Texas podría hacerse con el control de la base Whiteman de la Fuerza Aérea, sede del programa de los bombarderos B-2;
las ansias expansionistas de Nueva York le llevarían a tratar de
hacerse con el control de toda Nueva Inglaterra; Illinois se haría con
Ohio y trataría de conquistar también Minnesota, en busca del control
absoluto sobre el río Mississippi.
Con el tiempo, la concentración de los territorios se haría cada vez
mayor. En la costa Oeste, la pelea entre Washington y California por
mandar en la región desembocaría en el bombardeo de la ciudad de San
Francisco por parte del primero. La lucha entre Florida y los
neoconfederados de Texas se saldaría con el triunfo de
éste último, Por su parte, Alaska y Hawaii saldrían bien parados porque
su situación periférica les mantendría lejos del corazón de la
contienda.
La siguiente fase de la guerra consistiría en un duelo entre
California y Texas, en el que entrarían en acción un total de cuatro
bombas nucleares que destruirían ciudades como Washington D.C. El 90 % del continente americano quedaría afectado por la detonación de estos artefactos, en mayor o menor medida.
La destrucción llegaría a tal punto cinco años después de estos
enfrentamientos, con casi todas las infraestructuras de lo que antes era
EE.UU. inutilizadas, que los distintos bandos se verían forzados a
celebrar una conferencia de paz en Nueva York, en el que firmaron el
‘Tratado de Brennan’, en honor a una joven de Oklahoma que supo dar una lección a todos los combatientes… si quieres conocer quién es Sarah Brennan, no te pierdas la historia completa narrada por el marine John Davis.
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