Fuente:Servicio de Prensa
En los años 30 un rompedor
proyecto llevó la modernidad a una región casi deshabitada del Extremo
Oriente ruso. La construcción de la fábrica Komsomolsk significó el
desarrollo de la zona y se convirtió también en un símbolo de la
excelencia rusa en la producción de aviones. Algunos de los aparatos más
legendarios, como el DB-3 o el MiG-15 fueron diseñados en esta planta,
que todavía destaca en la actualidad por la producción del caza Su-27.
La idea de construir una fábrica de aviones ultramoderna en medio de la taiga
parecía algo atrevida. La región carecía tanto de recursos humanos como
de una infraestructura energética y de transporte adecuada.
Construir
una fábrica no era suficiente, en pocos años tendrían que levantar
alrededor una ciudad completa, con sus edificios residenciales,
comercios, hospitales... El único asentamiento humano en todo el
distrito era un campamento autóctono de nanáis (una etnia nativa de la
zona). Tuvieron que sustituir las yurtas por grandes bloques de
edificios.
Las obras se ejecutaron a un ritmo vertiginoso: en enero de 1932, el
gobierno decidió construir la fábrica de aviones, que debía constituir
el corazón de una futura ciudad, a orillas del Amur. Seis meses después, llegaron al nuevo destino residencial y de trabajo varios miles de asalariados y komsomoltsi,
jóvenes comunistas enviados por el partido al Extremo Oriente desde las
regiones centrales de la Unión Soviética.
La ciudad fue bautizada
precisamente en su honor. Sin embargo, hubo otro hecho que se silenció:
en la construcción de la fábrica y de la ciudad participaron también
varios miles de prisioneros.
En 1934, todo estaba listo para colocar los cimientos de una de las
mayores fábricas de aviones del país. La planta, aún sin terminar,
comenzó a producir las primeras unidades dos años después. La inminencia
de la guerra exigía aumentar la producción cuanto antes, de modo que se
sacó una primera línea de producción de aviones ligeros de
reconocimiento R-6.
Sin embargo, los ingenieros del Extremo Oriente se
dieron a conocer por otro avión, el DB-3, uno de los primeros
bombarderos soviéticos desarrollados en la oficina de diseño
S. V. Iliúshina. En este avión, los pilotos soviéticos lograron récords
mundiales de vuelo sin escala en sus trayectos de Moscú al Extremo
Oriente y a Norteamérica.
En la guerra, el DB-3 se convirtió en una de las máquinas de combate
de la aviación del Ejército Rojo. Fueron ellos quienes, el 8 de agosto
de 1941, efectuaron el primer bombardeo masivo sobre Berlín, mientras
las unidades de tierra soviéticas se retiraban en todos los frentes.
La
fábrica Komsomolsk era una de las pocas plantas que producían este
avión, que tras una modernización fue rebautizado como Il-4. En total,
durante la guerra, los komsomoltsi suministraron al frente
cerca de 2.800 de estos aviones. Sin embargo, la fábrica vivió su auge
durante la posguerra. En este periodo, el antiguo bosque situado en el
extremo del país se convirtió en una fábrica de aviones de última
generación sin parangón.
A los komsomoltsi se les asignó la difícil tarea de diseñar
aviones a reacción, una técnica de propulsión completamente nueva
entonces. Ninguna otra fábrica soviética tenía experiencia en el campo.
La misión, que implicaba la reestructuración de toda la cadena de
producción, se llevó a cabo ello condiciones de escasez de recursos y en
un contexto de agravamiento de las relaciones con Occidente que pronto
desembocaría en la Guerra Fría.
Sin embargo, la fábrica pudo solventar estos problemas y, en 1949,
lanzó el primer caza a reacción soviético, el MiG-15. Desde 1950, el
destino de la fábrica Komsomolsk está estrechamente vinculado con el de
la oficina de diseño P. O. Sujói. El caza Su-7 marcó un hito en la
historia del diseño de aviones. Fue el primer caza soviético capaz de
superar la barrera del sonido.
El Su-27 se convirtió durante un tiempo en el producto estrella de la
Komsomolsk, que se especializó en su producción hasta la actualidad.
Desde 2010, la empresa está trabajando en un nuevo e innovador diseño:
el prototipo de un caza de quinta generación.
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