Los especialistas imaginaron cómo aplicaría el Pentágono las tecnologías
modernas en una eventual guerra del futuro
En un colegio militar del estado norteamericano de Pensilvania se
celebró un encuentro a puerta cerrada en el que se discutieron los
posibles escenarios de una eventual guerra entre EE.UU y un enemigo
ficticio en el año 2025, con la aplicación de las tecnologías más
avanzadas del futuro.
De hecho, el encuentro, celebrado bajo el epígrafe NextTech Workshop, ha
sido un juego de guerra de dos días de duración organizado por la
compañía consultora australiana Noetic. Se trata del segundo evento de
una serie de cuatro encuentros dedicados a la investigación sobre “cómo
los futuros avances en diferentes áreas tecnológicas podrían usarse en
escenarios determinados”, según Noetic.
El primer encuentro de la serie, que se celebró en Washington en junio,
se centraba en las siguientes tecnologías: robots, software, energía
dirigida, biotecnologías e impresión 3D. El segundo encuentro estaba
dedicado a la posible aplicación militar de dichas tecnologías.
Entre los participantes del juego de guerra estaban funcionarios
civiles, científicos, investigadores, ingenieros y oficiales del
Ejército, las Fuerzas Aéreas, la Marina de Guerra de EE.UU., así como
militares de Australia.
Según las reglas del juego, un representante de Noetic describía un
escenario y luego los expertos en diferentes áreas explicaban qué tipo
de nuevas armas podrían usar los participantes en el escenario elegido.
Robots espías y robots asesinos hacen el 'trabajo sucio'
De acuerdo con el primer escenario, los jugadores tenían que actuar en
una ciudad llena de tanques del enemigo. En esta situación optaron por
desplegar un primer ejército compuesto de robots y drones de todo tipo
con el fin de aislar y desarmar al enemigo. Primero los aviones no
tripulados equipados con misiles, semejantes a los que ya utiliza el
Pentágono en diferentes partes del mundo, despejarían el cielo de cazas
del enemigo. Luego en el escenario aparecerían los drones de espionaje
para localizar las posiciones de las fuerzas enemigas.
Después los microdrones, del tamaño de un insecto, entrarían en el campo
de batalla y devorarían los neumáticos de los vehículos del enemigo
desmovilizándolo y quitándole la posibilidad de abastecerse de
provisiones y municiones. Al mismo tiempo otros pequeños robots
sobrevolarían a las tropas enemigas instando a los soldados a entregarse
a través de mensajes sonoros. Los que no se rindieran serían atacados
por aviones no tripulados. Los restantes vehículos de guerra del enemigo
serían aniquilados por las bombas y los misiles de los drones.
Sólo después de que el enemigo hubiera sido derrotado, la infantería
estadounidense entraría en la ciudad.
Los jugadores apuntaron que el desarrollo y el mantenimiento de un
ejército compuesto por robots costaría miles de millones de dólares más
que un ejército de combatientes humanos, y se necesitaría una
reorganización completa de las Fuerzas Armadas del país.
Asimismo no hay que descartar que se produjera la peor pesadilla de
algunas personas y uno de los argumentos más frecuentes en los guiones
de películas de ciencia ficción: que los robots se sublevasen y, arma en
mano, atacasen a sus creadores.
Las armas electromagnéticas detendrán a la marina enemiga
De acuerdo con el segundo escenario, los buques de dos estados rivales
navegan unos hacia otros cerca de las costas de una isla en disputa. Por
un lado están dos portaviones estadounidenses con buques destructores,
submarinos y alrededor de 140 aviones. Por otro lado está el portaviones
del enemigo con 60 aviones y 24 buques destructores. En total cerca de
20.000 militares de ambas partes podrían perder la vida si todas las
fuerzas entraran en combate.
En esta situación los jugadores optaron por no derramar mucha sangre y
detener a la flota enemiga antes de que empezara la matanza. Drones,
submarinos, y minas subacuáticas equipadas con emisores de microondas
podrían dañar los sistemas eléctricos y mecánicos de los buques del
enemigo, de manera que con solo presionar el interruptor 'paralizante',
el Pentágono podría desactivar los principales sistemas de la flota
enemiga sin o casi sin bajas.
No obstante, el uso de las armas electromagnéticas provocó ciertas dudas
entre varios jugadores. Dado que el enemigo en este escenario era un
país como China, los participantes del juego señalaron que el país
asiático no confiaría mucho en las tecnologías electrónicas en un
conflicto de semejante escala con un rival como EE.UU., que le supera
muchas veces en el desarrollo de este tipo de avances.
Un antiarma biológica sirve para prevenir una catástrofe global
El tercer escenario y el más extremo de todos, fue la tarea de eliminar
las armas biológicas del enemigo sin desatar una guerra a gran escala.
Los jugadores propusieron usar una 'antiarma' biológica. O sea, combatir
un agente biológico con otro para neutralizarlo, por ejemplo un virus
que infecta solo a bacterias. En otras palabras: crear un 'asesino' de
enfermedades.
La primera tarea sería detectar qué tipo de armas biológicas tiene el
enemigo. Localizar a personas vinculadas con los programas de armas
biológicas y marcarlos con la tecnología de identificación por
frecuencias de radio. Luego, habría que modificar la ropa que usan en el
trabajo para que convertirla en una especie de sensor capaz de
determinar el tipo de agente biológico en los arsenales de la nación
enemiga. La ropa también podría usarse para transportar el antiarma a
los almacenamientos de los agente biológicos mortales.
No obstante, uno de los jugadores destacó que el uso de armas biológicas
está prohibido por las leyes de EE.UU. y una fuga de información
producida por filtraciones como las publicadas por la web WikiLeaks,
podría afectar seriamente a la seguridad nacional de EE.UU.
El juego estaba dedicado a lo que EE.UU. podría hacer en una guerra en
2025, pero otra cuestión que se planteó es lo que EE.UU. debería hacer.
“Asumimos que las tecnologías amplían nuestro control, los líderes
mundiales tienen que ser más prudentes”, señaló Peter Singer, uno de los
organizadores del evento. “No obstante, históricamente, cada vez que
hemos tenido una tecnología que cambiaba las reglas del juego, aumentaba
la velocidad y el caos de la guerra”, apuntó.
La tecnología de impresión 3D ayudará a reparar las infraestructuras
dañadas por un terremoto
Conforme al cuarto escenario, un terremoto de 7 grados en la escala de
Richter ha sacudido un país pobre de la zona ecuatorial. Hay miles de
muertos. Decenas de miles de personas se han quedados sin hogares, agua,
comida, electricidad y sin asistencia médica. Un cuerpo de marinos
estadounidenses tiene que prestar ayuda a los damnificados por el
desastre natural. Los jugadores tenían que presentar un plan de acción
del Pentágono en las primeras 48 horas después del sismo con la
aplicación de la tecnología de impresión 3D.
Los participantes del juego propusieron enviar al país afectado por el
terremoto a equipos de ingenieros militares equipados con impresoras 3D.
Su misión sería reparar los sistemas de abastecimiento de energía y el
alcantarillado con la ayuda de la impresión 3D, recreando las partes
dañadas de estos sistemas con la ayuda de sus impresoras portátiles.
Esto permitiría ahorrar mucho tiempo, ya que instalar un transformador
eléctrico, por ejemplo, llevaría unos días en vez de semanas o meses.
Una reconstrucción más rápida de las infraestructuras dañadas haría que
el país voviera a la normalidad en un plazo más corto.
Al mismo tiempo los jugadores advirtieron que es importante retirar los
dispositivos avanzados una vez cumplida la misión, para que las
tecnologías modernas no dejen sin empleo a los que dependen de trabajos
manuales tradicionales, creando un nuevo problema social.
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