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Expertos rusos opinan que la amenaza de Siria de emplear armas químicas no debe interpretarse al pie de la letra.
Ha sido Barack Obama quien sacó a
relucir este tema, al advertir que Damasco afrontará serias
consecuencias no solo en caso de que utilice sus armas químicas, sino
también en caso de detectarse su “amenazante desplazamiento”.
Fue
en julio pasado cuando Damasco hizo la sonada declaración sobre el
eventual empleo de sus armas químicas. Pero el portavoz de la
cancillería de Siria hizo una reserva: estas armas se emplearían única y
exclusivamente en caso de una intervención armada y bajo ninguna
circunstancia contra la población civil. El empleo de armas químicas es
poco probable, opina el director de la revista Nacionalnaya Oborona (Defensa Nacional), Ígor Korotchenko:
—El
mensaje de Siria está dirigido exclusivamente a otros países que pueden
utilizar los acontecimientos internos como pretexto para una
intervención armada. En cuanto al empleo de las armas químicas contra
sus propios ciudadanos, Damasco se da cuenta de que semejantes acciones
son inadmisibles.
El régimen de Asad se halla
en una situación crítica, por eso recurre a bulos. De otro lado, el
destinatario de la advertencia hecha por Obama, evidentemente, no era
Asad, recalca el colaborador del Instituto de Economía Mundial y
Relaciones Internacionales, Ígor Jojlov:
—Obama
está en plena carrera electoral, su objetivo fundamental es lograr la
reelección. En buena medida, sus declaraciones agresivas están
destinadas no tanto a la opinión pública internacional o a Damasco, sino
para los electores de a pie, entusiasmados con la rigidez del rival de
Obama, Mitt Romney.
Según apreciaciones del
servicio de inteligencia de EEUU, en Siria, las armas químicas y
biológicas se guardan en seis depósitos. En las inmediaciones de tres de
ellos se libran cruentos combates. Los agentes tóxicos como el gas
sarín, VX, gas mostaza y bacilos de carbunco se guardan en recipientes
bajo tierra. Teóricamente, no se puede descartar que grupos extremistas u
opositores se apoderen de estas sustancias peligrosas. Entonces, ellas
podrían aparecer en cualquier parte del globo: el norte del Cáucaso,
Europa o EEUU, continúa Ígor Jojlov:
—Hemos
de darnos cuenta de que Damasco no controla la situación ni siquiera en
aquellas zonas que formalmente están bajo su control. De ahí que no
puedan descartarse cualesquiera desplazamientos no autorizados de
armamentos de todo tipo, tanto convencional, como de destrucción masiva.
Pero, según sostiene Ígor Korotchenko, las autoridades sirias son capaces de impedirlo:
—Es
un guión mítico, inventado por el propio EEUU para justificar la
intervención armada. Creo que todas las armas químicas están bajo el
control del Gobierno de Siria que no permitirá desplazamientos
incontrolados de este tipo de armamento.
En
medio de la escalada del conflicto sirio, algunos medios occidentales
afirman que Rusia, socio de Damasco desde hace tiempo, le había
suministrado al país árabe no solo armas convencionales, sino también
químicas. Moscú lo rechaza de plano. El coronel Vladímir Mandich, jefe
adjunto de la Dirección federal para el almacenamiento y destrucción de
las armas químicas, comenta lo siguiente:
—En
Siria no hay armas químicas de fabricación rusa por la sencilla razón
de que Rusia no las suministró a otros países. Desde luego, ello vuelve a
plantear en toda su talla el problema del control internacional sobre
el almacenamiento de las armas químicas. Su eventual empleo acarrearía
consecuencias catastróficas tanto para las partes involucradas en el
conflicto, como para la población civil y el medio ambiente.
Mientras
tanto, Turquía e Israel realizan maniobras ejercitándose en repeler un
eventual ataque químico. Asimismo cunden tensiones en las relaciones
entre Damasco y Ankara. Al enterarse de que Turquía les suministró a los
rebeldes sirios misiles portátiles estadounidenses Stinger, las
autoridades de Damasco han advertido que entregarían misiles análogos a
los insurgentes kurdos en caso de llegar otro lote de los Stinger.
Ankara da a conocer que esto desembocaría en una guerra. Según cálculos
de expertos occidentales, en caso de que Asad de una u otra manera se
vea obligada a abandonar su cargo, en el peor de los casos habría que
introducir en Siria hasta sesenta mil militares para custodiar los
arsenales.
En esta situación, mucho dependerá de la
cordura de las partes involucradas, sobre todo, del grado de disposición
de Damasco a recurrir a las armas químicas en tanto último argumento.
En su tiempo, Siria puso su firma al pie de la Convención de la ONU
prohibitoria de las armas biológicas. Pero junto con Angola, Corea del
Norte, Somalia y Egipto no se adhirió al documento similar que prohíbe
las armas químicas. Así que formalmente, tiene plena libertad de acción.
Ach/mo/ap
Boris Pávlischev / http://spanish.ruvr.ru
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