viernes, 26 de abril de 2013

El SIRAMICOR de Navantia se queda en puerto por falta de presupuesto

 

Siramicor_Navantia

El programa SIRAMICOR (Sistema de Rastreo de Minas de Influencia por Control Remoto), desarrollado por Navantia y financiado por la Dirección General de Armamento y Material (DGAM), ha sido víctima también de la reducción presupuestaria sufrida en los últimos años en Defensa.
Tras el finalizar la fase de definición del programa -el primero encaminado a plataformas navales de superficie no tripuladas-, el proyecto ha quedado “congelado” en espera de ser reactivado cuando las partidas presupuestarias de Defensa lo permitan.
Así quedó patente en las Jornadas Técnicas sobre Vehículos no Tripulados de Aplicación Naval organizadas los días 25 y 26 de abril en Madrid por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Armas Navales (ETSIAN) de la Armada, en colaboración con el Sistema de Observación y Prospectiva Tecnológica (SOPT) de la Subdirección General de Tecnología e Innovación de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM).
Juan Carlos Díaz y Arturo Torres, de la Dirección de Ingeniería de Navantia, explicaron el objetivo y las principales características del SIRAMICOR, consistente en el desarrollo de un sistema de control para embarcaciones autónomas capaces de remolcar rastras multi–influencia.
Los ingenieros señalaron que el programa se enmarca en la necesidad de nuevas capacidades MCM (Medidas Contra Minas) y que, por tanto, ha sido diseñado tomando como base los requisitos marcados por la Armada.
Añadieron que el objetivo sería sustituir e incrementar las capacidades de los dragaminas de la clase Jucar, y que se habían contemplado alternativas tanto para barcos grandes tipo LHD como para buques más pequeños, como los Buques de Acción Marítima (BAM) o las futuras fragatas F-110.
Precisamente, en el diseño de la plataforma, se estudiaron diferentes posibilidades de casco, propulsores, generación eléctrica, etc. y, tras hacer un exhaustivo análisis teniendo en cuenta las prestaciones que se requerían, los costes de adquisición y ciclo de vida, y el uso de productos probados, se optó por una plataforma tipo RIP de BAM o F-110, monocasco, con propulsores waterjets, propulsión mecánica diesel y generación eléctrica por alternador/batería.
Para la definición del sistema de rastras, Navantia contó con la colaboración de SAES. En este campo, se estudiaron primero las posibilidades de las rastras de imanes permanentes, utilizadas por Australia, pero se determinó que eran muy grandes y pesadas. En este sentido, se vio que las rastras de electrodos, utilizadas por la Marina estadounidense, aportaban mayor flexibilidad y modularidad, cualidades que buscaban las empresas españolas y la Armada.
Igualmente, en el proyecto, Navantia contó con la colaboración de la Universidad Complutense de Madrid para la simulación de la dinámica de navegación y con el CEHIPAR para los ensayos de comportamiento en la mar.
“Pensamos que ees una línea estratégica de futuro y que cubre un gap de la Armada en este tipo de sistemas dragaminas”, concluyeron los ingenieros de Navantia.

Infodefensa.com
Nuria Fernández

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