La guerra que los drones americanos protagonizan en Oriente Medio y África ha entrado en una crisis.
La razón: los operadores de los aviones no tripulados están renunciando
masivamente a sus puestos. Combaten a cientos de miles de kilómetros de
los cambos de batallas y son los protagonistas de la llamada “guerra de los cobardes”.
Según el portal 'Salon', Actualmente hay unos 1.000 operadores de drones, conocidos como “18Xs”, trabajando para la Fuerza Aérea de EE.UU.
Cada año, unos 180 pilotos se gradúan en los programas de entrenamiento
se sus bases aéreas. Y durante los 12 meses en los que estos operadores
finalizan su formación, alrededor de 240 pilotos abandonan la Fuerza Aérea.
Esta rama militar atribuye esta fuga simplemente al sobrecargo laboral. Sin embargo, los propios operarios de drones argumentan que lo que no soportan es la humillante actitud que reciben por parte de los pilotos de aviones tripulados, así como la dureza de la guerra de la que son testigos a través de las pantallas.
En teoría, los pilotos de drones llevan una vida cómoda.
Al contrario que los soldados desplegados en las zonas de guerra, ellos
pueden continuar con sus vidas, con sus familias en Estados Unidos.
Este nuevo modo tecnológico de combatir, les sitúa como empleados en una
oficina, sentados en frente de una pantalla de ordenador, manejando lo
que mucha gente consideraría un emocionante video juego bélico.
Pero, ¿es posible que esta nueva forma de combatir en las guerras
-por control remoto- esté provocando una nueva clase, hasta ahora
desconocida, de estrés psicológico? Hay quienes han definido la guerra de los drones como “la guerra de los cobardes”.
Y esta opinión es de la que adolecen los operadores que están
renunciando a combatir desde cientos de miles de kilómetros en sitios
como Yemen, Pakistan, Somalia y, ahora incluso, en Siria e Irak.
"Me sentí un cobarde por estar en otra parte del mundo sin que el hombre lo supiera. Me sentí perseguido por una legión de muertos", explicó a la emisora KNPR Brandon Bryant, un ex-operador de drones.
"¿Cuántas mujeres y niños habéis visto incinerados por un misil Hellfire? ¿Cuántos hombres habéis visto arrastrarse sin piernas cruzando un campo hacia un recinto cercano para pedir ayuda?", dijo Heather Linebaugh, exanalista de imágenes facilitadas por drones, a 'The Guardian'.
"Me sentí un cobarde por estar en otra parte del mundo sin que el hombre lo supiera. Me sentí perseguido por una legión de muertos", explicó a la emisora KNPR Brandon Bryant, un ex-operador de drones.
"¿Cuántas mujeres y niños habéis visto incinerados por un misil Hellfire? ¿Cuántos hombres habéis visto arrastrarse sin piernas cruzando un campo hacia un recinto cercano para pedir ayuda?", dijo Heather Linebaugh, exanalista de imágenes facilitadas por drones, a 'The Guardian'.
"Cuando
uno tiene que verlo reiteradamente, esto pasa a ser como un breve video implantado dentro de tu cabeza, siempre repetido y causando dolor y sufrimiento psicológico que mucha gente es mejor que no experimente", agregó.
A esto hay que sumarle que los pilotos de drones se sienten como soldados de ‘segunda clase’
dentro de las Fuerzas Armadas. “Todo el mundo piensa los que
participamos en este programa formamos parte de un juego, nos ven como
jugadores de video juegos, como jugadores de Nintendo”, explicó Brandon Bryant, un instructor de operadores de drones de la Base de las Fuerzas Armadas en Nellis, a ‘Democracy Now’.
En realidad, no hay nada de ‘segunda clase’ en el trabajo que desempeñan los pilotos de drones. Trababan entre 900 y 1.800 horas al año,
en comparación con las 300 horas anuales de un piloto regular de la
Fuerza Aérea estadounidense.
“Una persona que haya realizado esta labor
durante los últimos siete u ocho años ha trabajado seis o siete días a
la semana, doce horas al día” explicó el General Welsh recientemente a
‘NPR’. “Y el día o los dos días de descanso, al final no son suficientes para cuidar de tu familia y del resto de tu vida”.
Según un estudio realizado en 2011 por psicólogos militares, se detecta un "alto estrés operacional" en la mitad de estos casos, en los que diagnosticaron depresión o estrés severo que afectan a la vida personal.
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