RIA Novosti / Grigoriy Sisoev
No son frecuentes los casos en los que un sistema
antiaéreo relativamente barato es capaz de eliminar la razón de existir
del mayor y más caro programa de armas de la historia. Sin embargo, esto
es lo que sucedió al ambicioso proyecto de caza estadounidense F-35,
apunta un analista indio.
El S-400, el sistema de misiles antiaéreo ruso, cuyo desarrollo ha costado 500 millones de dólares, prácticamente anuló el programa de avanzados cazabombarderos furtivos F-35, de un billón dólares de coste, escribe Rakesh Krishnan Simha, analista del portal indio India & Russia Report.
En noviembre de 2014, Moscú y Pekín firmaron un contrato de 3.000
millones de dólares para suministrar seis grupos de sistemas de misiles antiaéreos S-400 que deben aumentar significativamente la capacidad de defensa aérea de China contra EE.UU. y sus aliados en el oeste del Pacífico.
Con un alcance de seguimiento de unos 600 kilómetros y la capacidad
de destruir objetivos que vuelen a una velocidad de hasta 4.800 metros
por segundo (muy superior a la velocidad de cualquier avión existente)
el S-400 es un arma realmente mortífera que entró en servicio de la
defensa antiaérea rusa en 2007 en la ciudad de Elektrostal, cercana a la
capital rusa.
Cada uno de los grupos de los S-400 tiene ocho
instalaciones de lanzamiento, centro de control, radar y un gran número
de misiles de recarga de cinco tipos, en función del blanco.
"Por su alcance extremadamente grande y la eficacia de sus capacidades de guerra electrónica, el S-400 es un sistema que cambia las reglas de juego,
desafiando las capacidades de armas actuales a nivel operacional de la
guerra", dijo Paul Giarra, presidente del centro Global Strategies and
Transformation, citado por el portal de defensa estadounidense Defense News.
El S-400 tendrá el "efecto de convertir en ofensivo un sistema
defensivo y extender el paraguas A2 / AD [anti-acceso / zona de
negación] de China sobre el territorio de los aliados estadounidenses y
en alta mar."
RIA Novosti / Grigori Sysoyev
El S-400 ha sido diseñado para proteger el espacio aéreo y los
alrededores de Rusia a varios cientos de kilómetros de distancia de las
aeronaves y de todo tipo de misiles, incluidos los revestidos con recubrimiento antirradar.
Puesto que se trata de un arma muy potente y precisa, capaz de cambiar
el equilibrio en cualquier teatro de hostilidades, durante mucho tiempo
Moscú se abstuvo incluso de exportar el modelo anterior, el S-300, a sus
antiguos compradores de armas, Siria e Irán.
Sin embargo, Rusia hizo una excepción con China en 2014,
año en que se cerró el contrato de compraventa de los S-400 por un
importe de 3.000 millones. "Una muy mala noticia para los F-35 de
Estados Unidos", indica Rakesh Simha.
Rusia y Estados Unidos han desarrollado tradicionalmente estrategias
navales diferentes. Durante la Guerra Fría, los Estados Unidos apostaron por grupos de portaaviones para extender su influencia en el oeste del Pacífico.
Por su parte, Rusia decidió que estas bases flotantes eran un blanco
fácil para sus aviones en tierra y misiles de crucero antibuque de largo
alcance.
"La lógica rusa era sencilla y elegante. En aquellos años, el coste
medio de un portaaviones de propulsión nuclear rondaba 1.000 millones de
dólares, mientras que el más potente misil antibuque costaba menos de
un millón.
Por el mismo dinero que los norteamericanos pagaban para
construir un portaaviones, Rusia podía fabricar miles de misiles de
crucero. Por lo tanto, si solo algunos de estos misiles impactasen
contra su objetivo todos los portaaviones estadounidenses habrían sido hundidos o destruidos", explica Simha.
"China ha seguido el mismo camino", recalcó. Es decir, ha adoptado la
estrategia rusa que incluye un ataque a portaaviones estadounidenses
con grupos de aviones dotados de misiles de crucero. De hecho, en
situaciones como estas, incluso la destrucción parcial habría puesto a
estos monstruosos de grandes buques fuera de combate durante meses
enteros.
¿Qué tienen que ver los F-35 en todo ello?
"Para contrarrestar la amenaza de los misiles a sus portaaviones, los
estadounidenses han confiado a los F-35 Joint Strike Fighter la misión
de eliminar a los aviones armados de misiones de crucero. En la
ejecución de este proyecto problemático ya se han gastado más de un billón de dólares", recalcó el analista.
La compañía Lockheed Martin sostiene que el F-35 tiene una moderna
electrónica que es capaz de desviar de su objetivo cualquier proyectil
enemigo. Sin embargo, 'engañar' al S-400 es muy difícil.
"Esta arma tiene muchas características para superar las contramedidas,
incluyendo un radar más potente de largo alcance y de alta resistencia a
la supresión. Además, cuenta con un 'kit' de tres misiles de diferentes
rangos de acción que pueden superar distintas capas de defensa", según
el analista militar independiente Ivan Oelrich, citado por 'The
Diplomat'.
Según el diario 'Air Power Australia', los "S-300 y los S-400 son sin
duda el más poderoso sistema de misiles antiaéreos de los que
están desplegados en la región de Asia-Pacífico.
"Si usted es un piloto de F-35, este es mi consejo: manténgase fuera de su alcance", concluye Rakesh Simha.
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