REUTERS / Michael D. Jackson
El proyecto del caza polivalente Lockheed Martin F-35,
que costó a los contribuyentes estadounidenses cerca de un billón y
medio de dólares, ha experimentado numerosas demoras. Y no todos los
problemas técnicos que se descubrieron han podido ser solucionados.
El observador de la revista digital 'Business Insider'
Jeremy Bender hizo un repaso de los defectos hallados en distintos
sistemas del avión durante los meses de pruebas que realizan
simultáneamente la Fuerza Aérea, la Marina y la Infantería de Marina.
El Pentágono encontró deficiencias especialmente en tres sistemas del software.
Uno de ellos supervisa las funciones básicas del avión de combate, como
el uso de radar, la identificación de amigos o enemigos y el
apuntamiento electro-óptico. En otro falta una solución para fusionar la
información de los sensores internos y externos y evitar las falsas alarmas.
A eso se suma el sistema automático de información logística (ALIS
por sus siglas en inglés), que es la columna vertebral del F-35. Según
un reciente informe sobre las pruebas realizadas, este sistema "está atrasado" y no está a la altura de los cambios introducidos en el diseño durante las pruebas.
Durante las primeras pruebas del caza se revelaron defectos en los
depósitos de combustible. Después de reemplazarlos se ha descubierto
recientemente que los depósitos sustitutorios exigen herramientas y software adicionales para su correcto funcionamiento.
El avión tiene protección electrónica contra el impacto de
relámpagos, pero si despega por segunda vez en un plazo de 12 horas esta
protección no funciona. Además, el avión corre el riesgo de explotar si su combustible entra en contacto con el nitrógeno ambiental.
Los pilotos denunciaron también algunos problemas de control de vuelo
en ciertos ángulos de ataque. Y esa no fue la única experiencia
desagradable que tuvieron: el casco, diseñado para proporcionarles
información crítica durante el vuelo, les molestaba a la hora de repeler
el ataque de un misil disparado contra ellos.
Muchos componentes exigen un mantenimiento técnico mucho más frecuente
de lo esperado, como por ejemplo los neumáticos del tren de aterrizaje,
el asiento eyectable, las unidades de visualización del casco, la
chispa de encendido en los motores de la turbina y los sistemas de
generación de oxígeno, entre otros. Todo ello incrementa enormemente los gastos.
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