Los casi 2.500 aviones de combate F-35
que está previsto comercializar durante las próximas tres décadas
sumarán un monto de 391.000 millones de dólares. Es la última estimación
del Pentágono y supone una bajada de algo más del 1%
respecto al valor de casi 396.000 millones calculado el año pasado. El
descenso –de unos 4.500 millones de dólares– representa una importante
novedad en este programa militar, el más costoso de la historia, que
llevaba más de una década de progresivo encarecimiento.
Las
autoridades estadounidenses atribuyen la rebaja a la disminución de los
costes laborales, que ahora se valoran en unos 7.800 millones de dólares
menos, y al coste real de los primeros ejemplares de producción, lo que
conlleva otra reducción de más de 1.100 millones de dólares.
El
precio de la estructura del avión y de su motor se estiman por separado,
y este último se ha incrementado en cerca de un 1%, pero el valor de
todo el conjunto es lo que ha descendido.
El Pentágono prevé que
se van a adquirir un total de 2.457 unidades de este avión de combate de
quinta generación hasta el año 2032.
Loren B Thompson, director de operaciones del centro de reflexiones Lexington Institute, especializado en seguridad nacional norteamericana, explica que Lockheed Martin, contratista principal de este programa de nueve países liderado por Estados Unidos, estima que a finales de esta década la variante del F-35 para la Fuerza Aérea se venderá al equivalente de lo que cuesta adquirir un F-16 en la actualidad.
A mitad de 2012 el coste para EE UU
de este programa de armas se había incrementado en torno a un 70% en
once años de desarrollo del proyecto. Por eso la reducción del precio de
estos aviones resulta crucial para obtener unas buenas ventas en el
extranjero.
El aumento de costes es el principal motivo por el que Turquía, Dinamarca, Italia, Australia, Holanda, Gran Bretaña, Japón e incluso Estados Unidos
se han planteado el recorte del número de unidades que inicialmente
habían previsto adquirir, o incluso, en algunos casos, el abandono total
del proyecto. Todos ellos son socios del programa del F-35, junto a Noruega, el único país de esta alianza que aún no ha sembrado dudas sobre el cumplimiento de sus compromisos de compra.
Un descenso en el número de unidades del F-35
previstas ahondaría aún más en la espiral de escalada de precios, ya
que sus responsables tratarían de compensar los ingresos que dejarían de
obtenerse.
Tres versiones del avión más avanzado
El Joint Strike Fighter, nombre original de este desarrollo, cuenta con tres variantes: el F-35A, más ligero y preparado para el despegue y el aterrizaje convencional (CTOL), la versión F-35B para despegues cortos y aterrizajes verticales (STVOL) para operar desde portaaeronaves, y el F-35C,
variante naval preparada para ser desplegada en grandes portaaviones,
desde donde despega impulsado por catapultas y aterriza ayudado por su
gancho trasero con el que atrapa el cable anclado al buque.
En el
informe del Pentágono sobre los costes publicado el jueves no se
revisan los gastos de operación y mantenimiento de la flota de F-35 prevista para las próximas cinco décadas, que sigue estimándose en 1,1 billones de dólares, tal y como recuerda el periódico Chicago Tribune.
Únicamente se hacen estimaciones a tan largo plazo para los grandes
portaaviones, lo que da mayor idea de la importancia de este proyecto.
Fotos: Lockheed Martin
Infodefensa.com
Ginés Soriano
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