La
Marina de Guerra de EEUU ha dado un nuevo paso hacia adelante que puede
convertirse en un gran salto en el ámbito del desarrollo de la
tecnología militar.
El pasado 14 de mayo, un avión no tripulado de reconocimiento y
asalto, modelo X-47B, despegó de la cubierta del portaaviones ‘George H.
W. Bush’, cerca de la costa este de EEUU.
Tras realizar con éxito el vuelo de prueba, el futuro drone de la
Armada estadounidense aterrizó en el aeródromo de la base Patuxent
River, en Maryland.
El vuelo del avión no tripulado, que partía por primera vez desde un
portaviones, fue un poco aburrido. El pasado 4 de mayo se ensayó el
X-47B en el banco de pruebas simulando el aterrizaje en un portaaviones.
En la base Patuxent River el avión aterrizó como se hace sobre un
portaaviones, enganchando un cable que lo sujeta y lo para en poca
distancia.
El avión de turbohélice X-47B fue creado por la empresa Northrop
Grumman en el marco del programa de desarrollo del futuro avión no
tripulado de reconocimiento y asalto, UCLASS por sus siglas en inglés.
El X-47B tiene un radio de acción de más de 3.900 kilómetros, puede
volar a una altura de unos 12 kilómetros durante unas seis horas y es
capaz de alcanzar una velocidad de vuelo ultrasónico. Se planea dotarlo
con unas dos toneladas de carga útil. Se prevé que el avión se
incorporará a la Marina de Guerra estadounidense en 2019.
Los expertos estadounidenses mantuvieron una aguda polémica, tratando
de determinar el nuevo aspecto de la Armada oceánica. Esta polémica se
agudizó aún más tras estallar la crisis presupuestaria en los últimos
años. Unos insisten en la necesidad de construir nuevos portaaviones de
gran tamaño que sigan con la serie de aeródromos flotantes polivalentes.
Otros consideran reducir el tamaño de los buques.
El único elemento que está presente en todas las concepciones es el
de avión no tripulado pesado o mediano de reconocimiento y asalto
emplazado en portaaviones. El principal objeto de discusión es, ante
todo, el tamaño de portaaviones y, por consiguiente, el número de
aviones tripulados y no tripulados que éstos deberían portar.
El hecho de que la aviación naval pase a emplear drones en misiones de combate no se pone en duda.
En el aparato que se ensaya a día de hoy por la Armada estadounidense
aumentó el papel de los programas de vuelo autónomo, a diferencia del
control semiautomático realizado a distancia por un operador que se
aplica en aviones no tripulados medianos que están en los arsenales de
la Fuerza Aérea de EEUU.
Estos sistemas de control de drones a distancia son los principales
blancos de las críticas. Muchos expertos destacan que los aviones no
tripulados controlados a distancia serían ineficaces en caso de que se
use contra éstos sistemas de la lucha radioelectrónica bien
desarrollados. Varios expertos incluso califican a tales drones como
armamento barato para luchar contra naciones técnicamente atrasados y
tienen razón.
Pero las tareas de asalto que podrían plantearse ante la Armada
deberían realizarse de manera distinta de un vuelo tranquilo sobre
barrios típicos de Oriente Próximo en espera de la aparición de
automóviles de los terroristas. En este caso, se deberá cumplir misiones
de lucha radioelectrónica, entre otras cosas. Además, se reduce el
tiempo de reacción a los cambios en el desarrollo de los
acontecimientos.
En esta coyuntura, se puede hacer el aparato menos vulnerable, al
sustituir los sistemas de control a distancia por los de vuelo autónomo.
Así las cosas, el programa del desarrollo del avión no tripulado de
reconocimiento y asalto es indispensable para la creación paulatina de
un drone capaz de asestar golpes contra el enemigo de modo
independiente.
A día de hoy, sólo se pueden hacer conjeturas sobre cómo será de la
aviación de asalto de la segunda mitad del siglo XXI. Mientras, el
prototipo del nuevo avión no tripulado de emplazamiento en portaaviones
ensaya el despegue y el aterrizaje.
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