Petró
Poroshenko, charla con soldados en una ceremonia militar
A principios de julio los EE
UU incluyeron a Rusia en la lista de amenazas a la seguridad nacional
tras una revisión de su Estrategia Militar Nacional. En el documento se
dice que "aborda la necesidad de contrarrestar a los estados
revisionistas que desafían las normas internacionales", como Rusia.
El presidente ucraniano, Petró
Poroshenko, charla con soldados en una ceremonia militar con motivo de
unos ejercicios de adiestramiento con militares ucranianos y
estadounidenses en un polígono de la región de Lvov
Fuente:Reuters
"[Rusia] ha demostrado repetidamente que no
respeta la soberanía de sus vecinos", se dice en el documento. "Las
acciones militares de Rusia están socavando la seguridad regional de
manera directa y a través de fuerzas de apoyo", continúa.
La nueva estrategia militar
pretende, en primera instancia, contrarrestar las "fuerzas
revisionistas" y en segundo lugar a las organizaciones extremistas, como
el Estado Islámico. Ambos postulados consideran que las Fuerzas Armadas
de los EE UU tienen que mejorar su flexibilidad, movilidad y la
tecnología disponible.
Estas cláusulas no son nuevas en los documentos de planificación
militar estadounidense.
Lo más interesante es que la nueva Estrategia de
Seguridad Nacional sugiere que el pensamiento estratégico de la élite
de EE UU (independientemente del partido) se basa en la combinación de
dos tendencias.
Por un lado, los líderes estadounidenses pretenden preservar las
normas de cooperación internacional establecidas a partir de 1991 y, al
mismo tiempo, la Casa Blanca comienza a ser consciente de que los
mecanismos existentes para protegerlas no son suficientes.
Los mecanismos se pusieron en marcha en la Estrategia de Seguridad
Nacional de 1991. Entonces establecieron que con el final de la guerra
fría no se había conseguido uno de los objetivos clave de los EE UU: el
desmantelamiento del potencial militar soviético, tal y como había
ocurrido con Japón o Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial.
Según el documento, Rusia continuaba siendo el único país del mundo
con la capacidad técnica para destruir el potencial estratégico de los
EE UU. Además, Washington debía encontrar razones para justificar la
presencia de sus fuerzas armadas en territorios aliados, como los países
europeos de la OTAN, Japón y Corea del Sur. El último punto destacable
era que los EE UU "debían liderar la lucha contra las amenazas no
tradicionales, entre las que se incluye el terrorismo transnacional".
En 1995 estos puntos se ratificaron, de modo que el Departamento de
Defensa de los EE UU estaba dispuesto a oponerse a los estados
dispuestos a revisar el orden mundial posterior a 1991.
Para conseguir esos objetivos, los EE UU debían tratar de mantener su
superioridad militar, garantizar la seguridad de los aliados y
demostrar la capacidad de utilizar la fuerza militar de una manera
proporcional a la amenaza.
La novedad de la estrategia presentada es el establecimiento de las
prioridades. Rusia es una de las principales amenazas. "Estas
formulaciones prueban la existencia de una actitud de confrontación",
dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, según informó la agencia
Sputnik. Agregó que a duras penas se podrá acercar la normalización
entre los dos países tras la aprobación de semejantes documentos.
“Las buenas relaciones son muy importantes para juntos hacer frente a
los desafíos mundiales, como el terrorismo islámico”, declaró. Al mismo
tiempo, Peskov evitó comentar cómo se definirá EE UU en la estrategia
militar rusa.
La siguiente amenaza es Irán, al que se le acusa de tratar de
desarrollar armas nucleares y de desestabilizar Oriente Próximo. Aunque
el 14 de julio se estableció un pacto nuclear al respecto. En tercer
lugar se encuentra Corea del Norte, a la que se condena por producir
armas nucleares y misiles balísticos y amenazar a Japón y Corea del Sur,
aliados regionales de los EE UU.
En cuarto lugar se encuentra China, que se considera una amenaza para
la seguridad regional, sobre todo en el Mar del Sur de China. Solo
entonces se habla de la lucha contra las organizaciones terroristas.
La vuelta de Rusia como un adversario prioritario no supone una
novedad fundamental. Incluso en la revisión de las posición nuclear que
llevaron a cabo los EE UU en 1994 se decía que Moscú iba a seguir un
potencial enemigo mientras mantuviese una paridad nuclear con
Washington.
Sin embargo, la retórica pública la Casa Blanca ha tratado de no
centrar su atención en esto. A un nivel semioficial se habla de que
China es la nueva Unión Soviética. Ahora la retórica oficial parece que
se alinea con las capacidades técnicas y materiales.
China continúa al final de la lista de las potenciales amenazas, algo
que puede parecer extraño a primera vista después de que Obama
anunciase en 2009 el giro hacia Asia.
La crisis de Ucrania ha vuelto a dar prioridad a la región del
Báltico y el Mar Negro. Al mismo tiempo, la región Asia Pacífico volverá
a tener importancia, una vez que los EE UU creen la situación que
esperan en los mares del Sur y del Este de China.
En la nueva estrategia militar de EE UU hay varias menciones al
creciente peligro de una guerra entre estados, más concretamente entre,
grandes potencias. Además, llama la atención que en el documento se
subraye constantemente los débiles mecanismos con los que cuenta EE UU
para contrarrestar a otros poderes en guerras regionales.
Hay muestras de un serio problema estratégico. A lo largo del siglo
pasado, la estrategia militar estadounidense se basaba en la
superioridad del poder aéreo. Este postulado era la base de la lógica de
la disuasión nuclear, que amenazaba con destruir las ciudades y la
infraestructura del enemigo.
Sin embargo, no tenían en cuenta qué ocurriría si el enemigo no
capitulaba y era capaz de responder de nuevo. Para los autores, la
solución radica en construir infraestructura militar a nivel regional.
Pero al mismo tiempo, el despliegue de infraestructura estadounidense
en las fronteras de Rusia y China alarma tanto a Moscú como a Pekín.
En las década de los años 70 del siglo pasado una guerra en tierra
entre la URSS y los EE UU estaba llena de dificultades técnicas. Con la
aparición de esta infraestructura militar de los EE UU, que incluye
varios sistemas de misiles de defensa a nivel regional, cada vez es
técnicamente más posible. A medio plazo, ¿la perspectiva de un conflicto
de este tipo hará que caigan en la tentación los políticos
norteamericanos?
Alexéi Fenenko es profesor asociado de Política Internacional en la Universidad Estatal de Moscú.
http://es.rbth.com
Artículo publicado originalmente en Russia Direct.
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