La
pregunta del millón en la península norcoreana es si la retórica bélica
del Norte es una simple fanfarronada para llamar la atención de
Occidente o se materializará en un ataque real al Sur y a las bases de
EEUU en la zona.
La
escalada retórica de Pyonyang coincide con las sanciones de Naciones
Unidas, tras el lanzamiento de un misil balístico en diciembre y el
tercer ensayo nuclear que tuvo lugar en febrero, y con las maniobras
militares conjuntas que realizan anualmente EEUU y Corea del Sur. Unos
ejercicios militares en los que se han utilizado bombarderos B-2 que
pueden transportar armas nucleares. También han participado en las
maniobras los cazas fantasmas F-22 enviados desde las bases americanas
en Japón.
Apuesta por las armas nucleares
La
apuesta de Kim Jong Un por las armas nucleares ha sido fuerte y patente
al anunciar que su arsenal atómico debe ser fortalecido "de forma
cualitativa y cuantitativa" y que es la vida de la nación y no una
moneda de cambio. El joven líder norcoareano busca así consolidar su
poder, poco más de un año después de su llegada al poder. Pyongyang
también apuesta por la reconstrucción de su economía, a cuyo frente han
puesto a Pak Pong-Ju, que cuenta con el apoyo del tío y la esposa de
Kim, y es partidario de instaurar algunas actividades de libre mercado.
La prueba de Kaesong
Si
las bravatas estalinistas fueran realmente en serio se cerraría el
complejo industrial de Kaesong, situado en la frontera del Norte y que
emplea a 53.400 norcoreanos y 300 surcoreanos, aunque es operado con
tecnología y dinero del Sur. Hasta ahora, nunca ha sido clausurado, pese
a las tensiones bélicas. Su cierre sería el indicio de que algo grave
va a suceder.
La
amenaza de ataques nucleares preventivos debe tomarse en serio, según
algunos. Para otros, responden a que Corea del Norte quiere estar en el
centro de atención occidental y de EEUU.
Antecedentes sangrientos
Un
ataque nuclear sería suicida para el Norte, pues la respuesta de Corea
del Sur y EEUU sería muy dura e inmediata. Pero también podría darse una
lucha por tierra o mar entre las dos Coreas. Y, de hecho, ya ha habido
antecendentes no muy lejanos, como cuando, en 2010, Pyonyang atacó con
artillería en la isla Yeonpyeong situada en el sur y causó 4 muertos. Y,
en marzo de ese mismo año, el buque de guerra surcoreano Chenoan, que
viajaba cerca de aguas en disputa, fue partido por la mitad en una
explosión en la que murieron 46 marinos. Corea del Sur dijo que la única
explicación era un torpedo norcoreano, algo que Pyonyang negó.
La respuesta norcoreana
La
respuesta norcoreana a día de hoy se haría con submarinos, disparos en
la zona desmilitarizada o mediante pruebas de misiles que podrían
alcanzar a los 20.500 soldados americanos que hay desplazados en Corea y
a los 40.000 de Japón e incluso llegar a las costas de Hawái y Alaska.
El
ejército norcoreano cuenta con más de un millón de efectivos y, entre
ellos, 600.000 comandos de operaciones especiales. En unas horas podrían
poner a 150.000 soldados en la frontera para inutilizar sistemas de
comunicación y transporte y apuntar a Seúl, donde moran más de 20
millones de habitantes, con 500.000 a 700.000 piezas de artillería.
Estados Unidos va a invertir 1.000 millones de dólares para reforzar las
defensas antimisiles frente a Pyonyang, pero la instalación de los 14
interceptores de misiles no será viable hasta 2017.
Además,
la salida de refugiados de Corea del Norte sería brutal. Se calcula
que entre 3,5 a 4 millones pasarían a China y otros 2,5 millones se
mudarían a Corea del Sur.
El papel de China
Otro
aspecto a tener en cuenta es el papel que juega China en este tablero.
Pekín apuesta por rebajar la tensión pese a que no vetó la última
resolución de Naciones Unidas contra Corea del Norte, que imponía
sanciones financieras. Además, el concurso del gigante asiático es
fundamental para que se cumplan las sanciones pues el 70% de la energía
y entre el 30 al 50% de la comida proviene de China. El Norte de Corea
le sirve para frenar la riada de refugiados y mantener a los marines en
el Sur.
El
estado de guerra entre Norte y Sur podría quedarse en mera retórica o
en una prueba para la nueva presidenta surcoreana quien ya ha anunciado
que, ante cualquier provocación, su respuesta será inmediata. La
capacidad de Pyonyang de llevar a cabo un ataque nuclear sobre EEUU
parece incierta porque, según los expertos, un misil intercontinental
con ojiva nuclear es algo todavía muy lejano. Washington está obligado a
defender a Seúl tras el acuerdo firmado hace una semana, y también a
Japón en caso de ser atacado, de acuerdo con el tratado firmado tras la
Segunda Guerra Mundial entre EEUU y Tokio. En caso de que ocurra lo
peor, Washington ha declarado que es capaz de bloquear un ataque contra
el país o sus aliados.
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