Holanda está ultimando un acuerdo político de distintos partidos para reducir la compra de aviones de combate F-35 a
no más de 36 unidades, o incluso 30. Los planes iniciales contemplaban
la adquisición de 85 aeronaves, un número que hace un año ya fue
recortado a 55. Ahora, por tanto, la flota holandesa de Joint Strike Fighter –como también son conocidos estos aviones– podría limitarse a un tercio de los inicialmente previstos para sustituir a los 68 F-16 con los que cuentan sus fuerzas aéreas hoy en día.
Esta
decisión consensuada por distintas agrupaciones con representación
parlamentaria también podría abrir la puerta a un concurso en toda regla
al que podrían concurrir otros aviones de combate, explica la
información publicada por Defense-aerospace En la nueva competición podrían participar Boeing, Saab, Dassault y Eurofighter.
De
momento, el comité de defensa del Parlamento holandés ya ha invitado a
las firmas aeronáuticas Boeing y Saab –norteamericana y sueca,
respectivamente– a presentar modelos alternativos al F-35 de Lockheed Martin durante una audiencia programada para este mismo mes.
Los
otros dos potenciales licitadores europeos a una competición de este
tipo –Dassault Aviation y Eurofighter–, apenas han mostrado interés en
este programa holandés, ya que no confían en que sus autoridades
abandonen el compromiso que les liga al F-35.
Sin embargo, después de que el diario local De Telegraaf
publicarse la semana pasada una entrevista a un político del comité
parlamentario de defensa en la que revelaba el acuerdo para reducir de
nuevo la compra de F-35, el Ministro de Defensa, Hennis-Plasschaert, ha reconocido que “todas las opciones quedan abiertas”, incluida la convocatoria de un concurso abierto.
En todo caso, según apuntaba Robald Vuijk, portavoz de Defensa del partido de derechas VVD,
en la citada entrevista, “no queremos más retrasos”, que impidan que la
decisión final sobre este programa se tome más allá de este mismo año y
tan pronto como sea posible.
El partido de Vuijkj–con 41 escaños– ha defendido en todo momento la conveniencia para los Países Bajos de continuar con el programa previsto del F-35.
La mayor parte del resto de agrupaciones con representación
parlamentaria, en cambio, se oponen a la compra del avión de combate
norteamericano de quinta generación. Entre estos últimos suman un total
de 88 escaños. Si finalmente se plantea la adquisición de 36 o menos F-35, el consenso sube a los 129 escaños –de 150 en total–, ya que se sumarían los del VVD.
De los 68 F-16
con los que aún cuenta el país, únicamente 24 se encuentran disponibles
realmente, debido a problemas de mantenimiento y falta de piezas de
repuesto.
El presupuesto contemplado para la sustitución de estas
aeronaves es de 3.720 millones de euros (impuestos no incluidos), lo
que no parece suficiente para adquirir 36 F-35.
De culminar este nuevo recorte el programa Joint Strike Fighter volvería a encarecerse, sobre todo porque ya se añade a otras reducciones anunciadas por Italia, Australia, Canadá y Dinamarca,
país, este último, en el que también se contempla la posibilidad de
sustituir la compra prevista por un concurso abierto en el que también
concurriría el Eurofighter Typhoon, además del F/A-18 Super Hornet de Boeing, y del Gripen de Saab.
Noruega es el único país del consorcio de nueve países que desarrolla el programa del F-35–liderados por la compañía norteamericana Lockheed Martin–, que aún no ha sembrado dudas sobre el cumplimiento de sus compromisos de compra del avión. Los otros socios son–además de EEUU– Gran Bretaña, Italia, Holanda, Australia, Dinamarca, Turquía y Canadá.
A mitad de 2012 el coste para EE UU de este programa de armas, que es el más caro de la historia del Pentágono
y que no ha dejado de aumentar durante los últimos años, se estimaba en
más de 312.000 millones de euros, lo que supone un incremento de casi
el 70% respecto a los 184.000 millones de euros en los que se valoró
hace once años.
Un nuevo revés en el programa más avanzado
El
desarrollo delavión si se confirma el abandono de alguno de sus nueve
socios o se reduce significativamente el número de aeronaves finalmente
adquiridas. Algo que ya se atisbó en varias ocasiones durante el año
pasado.
En diciembre, una auditoría sobre el programa canadiense
del caza revelaba que el coste total de los aviones va a resultar
demasiado caro para el país: 40.000 millones de dólares canadienses (más
de 30.400 millones de euros) durante la vida útil completa de los 65
aparatos previstos. La cifra es muy superior a los menos de 25.000
millones de dólares (19.000 millones de euros) inicialmente calculados y
podría obligar a reducir el número de unidades adquiridas o
sustituirlas por otro modelo menos gravoso.
Tanto en un caso como
en otro el programa internacional ahondaría aún más en su espiral de
escalada de precios para tratar de compensar los ingresos que dejarían
de obtenerse.
Dinamarca, otro de los miembros del consorcio del Joint Strike Fighter (JSF),
también se está planteando la reapertura de su programa de renovación
de aviones de combate. Algunas voces del sector danés se quejan de los
escasos retornos que el proyecto les está reportando, por lo que no es
del todo seguro que el JSF acabe llevando los colores del país nórdico.
En Italia ya se ha recortado el número de aviones que prevé adquirir de 131 a 90 unidades y no se han descartado nuevas reducciones.
Hace un año Holanda se sumó con la mencionada reducción de treinta aeronaves a los contratiempos del programa de comercialización del F-35 JSF, que ya sembraba por entonces dudas en el plan de adquisiciones británico a la vez que Japón advertía de la posibilidad de echarse atrás en su compromiso de adquirir 42 F-35
por el aumento de costes. Incluso la propia fuerza aérea norteamericana
advirtió entonces de que podría reducir el número de sus unidades
previstas por el mismo motivo.
El pasado mayo fue Australia quien anunció un nuevo contratiempo para el programa, al anunciar que retrasaría dos años la compra de los doce primeros F-35 previstos por razones presupuestarias.
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