Mientras
el Gobierno israelí continúa sin admitir ni desmentir la autoría de los
dos bombardeos efectuado durante este pasado fin de semana, varios
mandos militares ya la han confirmado. Según las informaciones
facilitadas hasta ahora a los medios de comunicación, los
cazabombarderos israelíes atacaron un cargamento de cohetes Fateh-110
(de fabricación iraní, un radio de alcance de hasta 300 kilómetros y
alta precisión), así como volvieron a bombardear el Centro de Estudios e
Investigación Científica de Yamraya, tal como ya hicieran a finales del
pasado mes de enero.
La
intensidad de este segundo bombardeo ha hecho que los portavoces del
Gobierno sirio hayan calificado el ataque como toda "una declaración de
guerra". No obstante, todo apunta a que no habrá reacción por parte
siria, sino que más bien el Régimen aprovechará la oportunidad para
establecer algún tipo de vínculo entre Israel y los grupos rebeldes,
para así intentar incrementar su legitimidad a la hora de seguir
reprimiéndolos sistemáticamente.
Igualmente,
tampoco parece que los principales aliados del Régimen -Irán y Hizbolá-
vayan a efectuar acciones de represalia, que en estos momentos podrían
desencadenar una conflagración regional o bien una intervención
extranjera en Siria, lo que iría en contra de sus intereses. En cambio,
lo que sí podría ocurrir es que permitieran que una organización
yihadista perpetrara algún tipo de ataque desde los Altos del Golán, o
que una organización palestina activa en los campos de refugiados -como
por ejemplo el Frente Popular para la Liberación de Palestina de Ahmed
Yibril- lanzara algún cohete Katiusha desde el sur del Líbano, acciones
de las cuales luego pudieran desentenderse públicamente y negar
responsabilidad alguna.
Por
este motivo, el Ejército israelí ha procedido a la instalación de dos
baterías anti-misiles adicionales del sistema Iron Dome en las ciudades
de Haifa y Safed, cuya misión sería la de interceptar cualquier tipo de
cohete procedente de territorio sirio o libanés. Además, ha cerrado el
espacio aéreo del tercio norte del país a los vuelos de carácter
comercial (obligando al cierre temporal de trayectos como el que conecta
Haifa e Eilat) al menos hasta el próximo jueves.
Sin
embargo, el hecho de que el Primer Ministro Benjamín Netanyahu se haya
desplazado en viaje oficial a China (cuya partida sólo postergó durante
dos horas, durante las que se reunión con el gabinete de seguridad,
transmitiendo una sensación de tranquilidad y control de la situación a
la ciudadanía) es indicativo de que los estrategas israelíes no esperan
represalias inmediatas ni tampoco tienen intención de involucrarse
directamente en la guerra civil siria.
Otra
cosa es que con estos ataques quirúrgicos estén intentando inducir una
intervención internacional similar a la efectuada en Libia en 2011. En
este sentido otro factor clave a tener en cuenta es el reciente proceso
de reconciliación entre Israel y Turquía, que ha sido auspiciado por la
Administración Obama.
La
visita el pasado sábado a Estambul por parte del ex-ministro de Defensa
Ehud Barak y la llegada de una delegación de alto nivel turca a
Jerusalén para negociar las indemnizaciones a pagar a los familiares de
las víctimas del asalto al Mavi Mámara hace tres años permite especular
que ambos Gobierno están coordinando posiciones en todo lo concerniente a
la guerra civil siria, e incluso que los bombardeos se hicieran con el
conocimiento previo y apoyo tácito de Turquía.
Objetivo táctico inmediato
Al
igual que el pasado mes de enero parece que los bombardeos persiguieron
un doble objetivo. Por un lado, transmitir un mensaje preventivo, en el
sentido de que Israel no va permitir que el régimen sirio transfiera
misiles balísticos, sistemas anti-aéreos modernos o armas químicas a
Hizbolá. Por otro, que no va a tolerar que agentes químicos o biológicos
sean sustraídos por alguna de las organizaciones yihadistas que operan
entre las fuerzas rebeldes.
Hasta
el momento no hay informaciones ni evidencias de que Hizbolá disponga
de armas químicas o biológicas dentro de su arsenal, ni de que tenga
intención de hacerlo. En cambio, sí parece que se está intentado dotar
de misiles tierra-tierra como el Fateh-110 y de cohetes anti-aéreos de
última generación, para así poder cuestionar la amplia superioridad
aérea con la que cuenta el Ejército israelí en el caso de verse abocada a
una guerra similar a la de agosto de 2006.
Asimismo,
todo apunta a que Irán estaría aprovechando la situación de caos que se
vive en Siria tanto para reforzar su presencia militar en la zona
-desplegando unidades de la Guardia Revolucionaria o Pasdarán, y
proporcionando entrenamiento y armas al Ejército regular sirio- como
para dotar de mayores capacidades a Hizbolá. De esta forma podría bien
detonar una nueva guerra israelo-libanesa en el caso de sentir cerca un
ataque preventivo contra su programa nuclear, o bien abrir un segundo
frente contra Israel en el caso de que librara un conflicto abierto
contra el Estado hebreo.
Objetivo estratégico ulterior
Trascendiendo
los efectos inmediatos de estos bombardeos, subyace un objetivo
estratégico ulterior, que pasa por romper el llamado "eje de la
resistencia chiíta" formado por la República Islámica de Irán, la
República Árabe de Siria (en tanto en cuanto ésta esté gobernada por los
alauitas, pues si hubiera un cambio de régimen su alineación
estratégica se modificaría inmediatamente) y la guerrilla chiita
libanesa de Hizbolá.
Dentro
de este triángulo, la función desempeñada por Siria resulta clave. Pues
desde el punto de vista logístico constituye el principal punto de
entrada de los cohetes y otros sistemas de armamento que llegan al
Líbano procedentes de Irán, sea por aire o por mar, y que más adelante
podrían llegar a hacerlo también por tierra dada la evolución de los
acontecimientos en Irak. Así las cosas, si el suministro de armas
continúa es de prever que Israel emprenda un nuevo ataque, aplicando el
"no hay dos sin tres".
*Julio de la Guardia
http://www.revistatenea.es
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