En Rusia siguen los trabajos de desarrollo de una nueva versión del
complejo especial de misiles nucleares transportado por ferrocarril
(BZhRK por sus siglas en ruso).
Así lo han publicado al mismo tiempo
varios medios de comunicación rusos remitiéndose a una fuente en el
Ministerio de Defensa. Diferentes expertos consideran que el "tren
atómico" podría comenzar a funcionar para 2020.
A comienzos de octubre el canal de televisión Zvezdá,
que pertenece al grupo mediático del Ministerio de Defensa ruso, comunicó que
uno de los Institutos científicos que trabaja para las RSVN (Tropas de misiles
de designación estratégica por sus siglas en ruso) había completado con éxito
una nueva etapa en el trabajo de desarrollo del BZhRK. Este complejo está
pensado como una respuesta a la construcción por parte de los EE UU del escudo antimisiles en Europa.
En la URSS en el momento de la firma del
Tratado START-II había 12 complejos Mólodets, cada uno de los cuales portaba
tres Skalpel de tres fases de combustible sólido. El complejo poseía un
refuerzo aumentado para explosiones nucleares y era capaz de reiniciar la
información de forma autónoma en su 'cerebro
electrónico.
Como señala el redactor jefe de la revista Natsionálnaia
oborona (Defensa nacional) Ígor Korotchenko, el BZhRK debería entrar en las
tropas de designación estratégica de Rusia para 2020, ya que será precisamente
entre 2018-2020 cuando el escudo antimisiles europeo incorpore los antimisiles
SM-3 y tenga capacidad para interceptar los misiles intercontinentales rusos.
Es probable que la aparición en los
ferrocarriles rusos cargados con este complejo armamentístico sea una de las
medidas que el Ejército ruso esté preparando en caso de que no se consiga
convencer a la parte estadounidense de renunciar a sus planes.
Más aún cuando
el nuevo tratado START III, que entró en vigor en 2011 ya no establece, a diferencia de sus predecesores,
ninguna limitación a Rusia en este sentido.
La ventaja del estos sistemas móvile sobre los
de misiles de tierra, que están limitados a un radio alrededor de su base, es
la capacidad de esconder la plataforma de lanzamiento entre una inmensa
cantidad de trenes que recorren los 85.000 km de vías férreas.
Yuri Grigoriev, doctor en tecnología, señala
que el estos trenes están mucho mejor protegidos en caso de un ataque nuclear
del enemigo que los complejos móviles de tierra que pueden convertirse en un
"objetivo indefenso y no sobrevivir a un ataque".
Grigoriev indica también el potencial peligro
de este tipo de trenes en tiempos de paz: "Un ataque terrorista a uno de
estos trenes con misiles que tuviera cabezas nucleares, o incluso un simple
accidente, podría tener imprevisibles y trágicas consecuencias".
El primero en hablar de los planes para
desarrollar una nueva versión del que
sustituyera a los complejos Mólodets que fueron retirados tras la firma
del tratado START III en 1993, fue el viceministro de Defensa Yuri Borisov en
la primavera de 2013, cuando comentó el inicio de los trabajos de investigación
en esta dirección.
El Ejército, en boca del comandante de los
RVSN, Serguéi Karakaieva, declaró finales de 2013 sobre este asunto que “los
diseños estarían listos para mediados de 2014”. Todo parece indicar que Zvezdá se
refiere por lo tanto a la finalización de esta etapa de los trabajos.
Proyecto secreto
Se sabe muy poco sobre el nuevo complejo, ya
que está considerado como un secreto de Estado. Lo que sí se puede decir con
seguridad es que se utilizará sin duda la experiencia en la construcción del Mólodets,
aunque se diferenciará claramente de su predecesor.
Ante todo en los
misiles. Los RT-23UTTJ, "Scalpel" en la denominación de la
OTAN, se desarrollaron en el distrito militar del Sur, que se quedó en Ucrania.
Depende directamente del misil no solo el aspecto exterior del complejo sino su
camuflaje en las vías férreas y por lo tanto su efectividad.
La empresa que ha desarrollado los misiles
para los complejos Bulavá y Yars, el Instituto de Termotecnia de Moscú, es la
principal empresa de este nuevo complejo.
Lo más probable es que se elija el camino de
la unificación, algo que tiene tanto una justificación técnica como económica,
para lo que se adaptarán los complejos a los misiles desarrollados por el
instituto moscovita.
Esto significa que los vagones también tendrán
una configuración completamente distinta y el tren en sí no será distinguible
del resto de vagones de refrigeración, que viajen por ejemplo por las líneas
férreas del Transiberiano.
Ponerle ruedas al Bulavá
El RT-23UTTJ destacaba por sus gigantescas
proporciones, su peso de lanzamiento era de más de 104 toneladas, mientras que
el peso que aguantaba un vagón refrigerador estándar soviético BMZ (RS-5) era
de unas 47 toneladas.
La suspensión de estos vagones fue reforzada y
hubo que reforzar también las vías por las que transitaba el Mólodets, no podía
pasar por muchos de los puentes y se delataba entre otros convoyes por las tres
locomotoras que eran necesarias para tirar de los 17 vagones, incluidas las
nueve plataformas sobre las que se desplegaban las tres lanzaderas de misiles.
Además, la longitud del RT-23 UTTJ en el
contenedor de transporte y lanzamiento era de más de 22 metros, lo que superaba
la longitud estándar de un vagón refrigerador y hasta de los ejes de enganche
lo que también delataba al complejo.
Si se tomara como medida para los nuevos
complejos los Bulavá o los Yars se solucionaría el problema del peso y las
dimensiones.
El peso del Bulavá es de alrededor de 38 toneladas y el RS-24 Yars
es de alrededor de las 49, lo que, como hemos visto, coincide completamente con
la carga que aguanta un vagón estándar. El diámetro de estos misiles es como
mínimo de 40 cm
menos y la longitud por ejemplo del Bulavá es de tan solo 12 metros.
Fuente: TASS / Aleksandr Babenko
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