Es un día cualquiera en la base de Ämari (Estonia), a 40
kilómetros de Tallin. Hoy no hace tanto frío y los -3°C se hacen muy
llevaderos gracias al cegador sol y a pesar del intermitente viento. Hay
nieve por todos lados y las banderas de los países de la OTAN que
participan en la misión ondean con vigor, la de España entre ellas.
De repente, las sirenas de alerta saltan con estruendo: un avión que
no cumple las normas básicas de tránsito aeronáutico se aproxima al
espacio aéreo de Estonia. O no cumple su plan de vuelo establecido, o no
responde a las señales de identificación o, bien, elude las
comunicaciones de radio.
Los aviones de combate Eurofighter del Ejército del Aire español se
disponen a despegar. Saldrán dos de los cuatro aparatos desplegados
desde inicios del año. Se le conoce como el destacamento Ámbar y está
formado por 114 militares. Hasta el 4 de mayo estarán en Estonia.
Volverán por otros cuatro meses en 2016.
Banderas de los países de la OTAN involucrados en la Policía Aérea del Báltico /E. V.
«Una vez que saltan las alarmas el objetivo es estar en el aire en
diez minutos», nos explica el capitán Tomás Ramos, uno de los ocho
pilotos de estos Eurofighter en Estonia, todos del Ala 11 del Ejército
del Aire, con base en Morón de la Frontera (Sevilla). Con 30 años, se
muestra orgulloso de formar parte del equipo de pilotos de esta primera
misión de los Eurofighter españoles en el exterior.
Los hangares echan humo: armeros instalan los misiles de alcance medio aire-aire AIM-120 AMRAAM y corto aire-aire Iris-T,
el cañón de 27 mm. de origen alemán está a punto y los contra incendios
se sitúan en su posición. El despegue se realiza sin incidencias: la
primera misión está cumplida.
Los cazas Eurofighter identificaron su primera aeronave rusa el
pasado 19 de enero. El comandante Eladio Daniel Leal, jefe de los
pilotos, explica los movimientos dados por los Eurofighter en ese tipo
de maniobra: «Uno de los Eurofighter se acerca por detrás del avión y lo
identifica, luego se sitúa en el lado izquierdo a la altura de la
cabina, momento en el que trata de comunicar por radio con su
comandante, si no se puede así se realizan unas señales internacionales
luminosas.
Si en ninguno de los casos responde a las indicaciones, se le
escolta con los dos Eurofighter hasta que abandone el espacio aéreo de
control».
Piloto español con otro Eurofighter al fondo /DAT ÁMBAR
Todo ello se realiza a una distancia de 300 metros, «con total
tranquilidad y, hasta el momento, con cooperación de los pilotos rusos y
en el espacio aéreo internacional», explica el comandante Leal. El
mando aéreo de la OTAN en Uedem (Alemania) coordina la acción.
Aquel 19 de enero el avión identificado que no respondía a las
señales era un Ilyushin 20, una aeronave de reconocimiento de la Fuerza
Aérea Rusa de la época soviética.
El teniente coronel Enrique Fernández
Ambel, jefe del destacamento español en Estonia, nos informa de cómo
desde esa primera operación real -la única hecha pública por la OTAN-
los Eurofighter españoles han realizado «aproximadamente media docena»
de identificaciones.
«Normalmente los aviones rusos operan camuflados como aviones
comerciales y con propósitos de espionaje, reabastecimiento o
transporte», explica. Por ahora no se han cruzado con ningún caza ruso
tal y como le sucedió a un F-16 noruego cuando esquivó a un Mig-31 el 1
de diciembre.
Ilyushin 20 ruso
La ruta que une San Petersburgo con el enclave de Kaliningrado es
cada vez más frecuentada por la aviación militar rusa debido al número
creciente de ejercicios militares que realiza el ejército ruso.
¿Pero qué es la «guerra híbrida»? Este concepto incluye una variedad
de capacidades como la participación de fuerzas regulares, fuerzas
regulares no identificadas como tal y con uniformes confusos,
paramilitares, sistemas de armas avanzadas, blindados, ciberdefensa, guerrilla urbana (AK-47), misiles de defensa antiaérea, guerra de la comunicación (también en internet) o la guerra económica de las sanciones.
Algo que hemos visto en el escenario de Ucrania, con derribo de avión de aerolínea incluido.
Otra táctica sería camuflar como aviones comerciales aquellos que en
realidad son militares, táctica empleada en los cielos del Báltico por
la aviación rusa, que incluso se aproxima a espacios aéreos de países
escandinavos o del mismo Reino Unido.
Por la guerra en Ucrania, la OTAN decidió reforzar esta misión de
policía aérea en el Báltico, cuyo origen se remonta a 2004 cuando
Estonia, Letonia y Lituania se adhirieron a la Alianza Atlántica aunque
sin capacidad para defender sus cielos al no disponer de aviones de
combate.
Si antes de la crisis ucraniana había cuatro aviones de combate de la
OTAN en la zona, ahora hay desplegados dieciséis: junto a los cuatro
Eurofighters españoles se encuentran en estos momentos cuatro
Eurofighter italianos y cuatro Mig-29 polacos en Lituania, también
cuatro F-16 belgas en Polonia.
Un Eurofighter español y un C-130 Hércules en la base estonia de Ämari/E. V.
«Estamos en una frontera sensible», aseguró el ministro de Defensa
español, Pedro Morenés, durante su visita al contingente español en
Ämari el pasado miércoles. «Estamos aquí para evitar problemas a Estonia
y la OTAN y no generarlos a la Federación Rusa», apostilló.
Desde la OTAN, sumida ahora en una doble estrategia de seguridad
entre el flanco este (Rusia) y el sur (yihadismo) aportaciones como la
española en Estonia son muy valoradas. También por el Gobierno de este
país para quien Rusia representa una amenaza real de guerra.
Esteban Villarejo
http://abcblogs.abc.es
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