Rusia incorporó su primer sistema de defensa
antiaérea después de la Primera Guerra Mundial para proteger la ciudad de
Petrogrado (actual San Petersburgo), entonces capital de Rusia. Hasta la época
no existían los sistemas especiales de defensa antiaérea.
Este novedoso sistema incluía cañones navales
de 75 mm adaptados para que apuntaran al cielo. El primer logro conocido de la
defensa antiaérea rusa tuvo lugar un año después, cuando el destacamento
comandado por el capitán V. Tarnavski derribó su primer avión alemán. El 13 de
diciembre de 1915, el general Alexéiev, jefe del Estado Mayor y comandante en
jefe, ordenó la formación de cuatro baterías ligeras independientes destinadas
a “abrir fuego contra la flota aérea”.
En 1932, se empezó a levantar el sistema
unificado de defensa antiaérea de la URSS. A comienzos de la Segunda Guerra
Mundial, las fuerzas aéreas rusas estaban equipadas con cazas I-15, que más
tarde serían sustituidos por otro modelo más veloz, el Yak-3.
Además, los soldados de las unidades de
artillería antiaérea recibieron cañones de 85, 76 y 37 mm, se habilitó una
conexión por cable más fiable para las tropas, y se les enviaron nuevos focos,
estaciones de radio más potentes, vehículos y otros equipos.
La mañana del 22 de junio de 1941, día del
ataque de la Alemania nazi a la URSS, las unidades antiaéreas fueron las
primeras en entrar en combate. Los aviones de combate soviéticos recibieron a
los alemanes con convicción, pero sufrieron numerosas pérdidas. Fue entonces
cuando los artilleros se unieron a la batalla por la conquista del espacio
aéreo de las principales ciudades del país eslavo. A lo largo de la guerra,
entre artilleros y pilotos se derribaron más de 7.000 aviones enemigos.
La guerra supuso también una importante
lección para los generales, que reconocieron la necesidad de unificar los
comandos y de equipar a las unidades antiaéreas con un mayor número de aviones.
La Guerra Fría
El sistema de defensa antiaérea soviético
comenzó su rearme en los años 50. La aparición, tras la guerra, de
portadores de misiles nucleares de alcance intercontinental (los aviones B-50 y
B- 36) confirió una importancia estratégica a los sistemas antiaéreos.
Durante la posguerra, EE UU y sus
aliados, aprovechando la inaccesibilidad de sus aviones, violaron el espacio
aéreo de la URSS en repetidas ocasiones. Por ejemplo, en 1952 se registraron 32
incursiones, de las cuales solo fueron derribados tres aviones y otros tres
fueron dañados. Este hecho empujó al gobierno soviético a acelerar el ritmo del
rearme.
A principios de los 50, se incorporaron al
ejército del país eslavo los cazas MiG-15, MiG-17 y Yak-25. El primer caza
supersónico, el MiG-19, apareció a mediados de los 50, y más tarde los
interceptores supersónicos de gran altura Su-11, Su-15 y Yak-28P, y los misiles
teledirigidos de clase superficie-aire ZRK S-75. A principios de los 60, la
potencia de los sistemas antiaéreos se había duplicado.
El cambio de década de los 60 a los 70,
constituyó un hito en la carrera armamentística; fue entonces cuando entraron
en servicio los interceptores de tercera generación MiG-23 —capaces de
interceptar objetivos a baja altura— y los aviones de alta velocidad MiG-25. La
unidad de interceptores recibió nuevos misiles teledirigidos de largo y medio
alcance (el R-23 y el R-40).
El desarrollo de los sistemas de defensa
antiaérea en los 70 estuvo condicionado por la adquisición por parte del
enemigo de misiles de crucero estratégicos. Como respuesta, se diseñaron los
aviones MiG-31 y Su-27, equipados con visores capaces de detectar un objetivo
enemigo a larga distancia y seguir a varios objetivos aéreos a la vez. También
se desarrollaron nuevos misiles teledirigidos como el S-200.
Los sistemas de defensa antiaérea en
la actualidad
En los últimos años, hay una tendencia a
unificar los comandos destinados a servir en la defensa del espacio aéreo. En
diciembre de 2011, se crearon las fuerzas de defensa aeroespacial (VKO, por sus siglas en ruso), un nuevo
cuerpo basado en las antiguas fuerzas espaciales y en el comando estratégico de
las fuerzas de defensa aeroespacial.
En 2015, se prevé la creación de un nuevo
comando de fuerzas aeroespaciales basado en las fuerzas aéreas rusas y en el
nuevo cuerpo VKO. Se observa la misma tendencia que durante el periodo de la
Segunda Guerra Mundial: la unificación de fuerzas bajo un mismo comando para
una gestión más efectiva.
Actualmente, el regimiento de artillería
antiaérea ruso está equipado con los sistemas de lanzamiento de misiles S-400
Triumf y las unidades combinadas Pantsir-S1.
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