Fuente: Ria Novosti
En Rusia el Comité de Investigación ha acusado de fraude a gran
escala al antiguo senador Serguéi Popelniujov, cuya compañía fue la
adjudicataria de la construcción de la fábrica de armas Kaláshnikov en
Venezuela. Los expertos consultados opinan que todo esto esconde altos
riesgos de reputación y favorece a la competencia de Rusia en los
mercados de armamento de Latinoamérica.
Al parecer, el
sueño del difunto presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de proteger con los
fusiles Kaláshnikov “cada calle, cada callejón, cada esquina”, no podrá hacerse
realidad en un futuro próximo.
Según el
periódico Kommersant, el empresario está imputado por un robo de 1.000
millones de rublos, cerca de 18 millones de dólares. La fábrica, cuyos plazos
para iniciar la producción se pospusieron en numerosas ocasiones a petición de
la parte rusa, todavía no ha comenzado a funcionar al 100%.
El acuerdo para
la construcción en Maracay (estado de Aragua) de una fábrica de fusiles AK-103 y municiones fue firmado por Rusia y
Venezuela en el año 2006. En agosto de 2007, el entonces director de la
compañía estatal Izhmash (que ahora forma parte del consorcio Kaláshnikov)
Vladímir Grodetski, anunció que estaba previsto iniciar la producción en la
fábrica venezolana entre el cuarto trimestre de 2009 y el primer trimestre de
2010. Sin embargo, los plazos fueron postergándose en varias ocasiones. En
2012, la fábrica estaba lista en un 60 %.
En diciembre de 2014 el vice primer ministro Dmitri Rogozin reconoció que en la construcción de la fábrica se habían dejado pasar ciertas “extrañas incidencias” y prometió investigar las causas del retraso, así como cambiar la empresa adjudicataria.
En diciembre de 2014 el vice primer ministro Dmitri Rogozin reconoció que en la construcción de la fábrica se habían dejado pasar ciertas “extrañas incidencias” y prometió investigar las causas del retraso, así como cambiar la empresa adjudicataria.
El plazo del
inicio de la producción se pospuso hasta 2015. Sin embargo, los expertos rusos
se muestran escépticos con la posibilidad de que Rusia pueda poner la fábrica
en funcionamiento este año.
El director general adjunto del Instituto de Estrategia Nacional, Alexander
Kostin, declara: “Construir en tres años una fábrica de este tipo es una tarea
muy ambiciosa. Si tenemos en cuenta el hecho de que no se trata únicamente de
una fábrica de armas, sino además de una fábrica de munición, la situación no
hace más que empeorar.
Cabe señalar que ninguna empresa de la Rusia
postsoviética posee experiencia en la construcción de fábricas de munición.
Además, debemos considerar otro factor importante: la preparación y la
formación de los trabajadores y los ingenieros. Esto también llevaría como
mínimo medio año. Por esta razón tengo serias dudas de que el proyecto de
Venezuela pueda terminarse pronto”.
“La
construcción de la fábrica y su puesta en funcionamiento, según los estándares
estadounidenses, implica entre tres y cinco años de trabajo si se construye
desde cero. Hay que preparar la infraestructura: la ventilación, la
electricidad, construir el almacén etc.
En este tiempo se incluye el periodo de
ajustes, que ocupa de seis meses a un año y es un trabajo muy intenso. Es
cuando se ponen en marcha los ensayos de armamento, y hay una porcentaje algo
de productos defectuosos. Todo esto hay que corregirlo después”, explica Kostin.
Según Alexander
Kostin, únicamente se logrará resolver esta situación si se exigen
responsabilidades personales por la realización de este proyecto.
“La situación actual en Venezuela está muy agitada, y si cambia el gobierno, quienes remplacen al gobierno de Maduro podrían interferir en la situación e iniciar un proceso penal por el incumplimiento de los plazos. Esto podría tener unas tristes consecuencias para Rusia”, declara Kostin a RBTH.
“La situación actual en Venezuela está muy agitada, y si cambia el gobierno, quienes remplacen al gobierno de Maduro podrían interferir en la situación e iniciar un proceso penal por el incumplimiento de los plazos. Esto podría tener unas tristes consecuencias para Rusia”, declara Kostin a RBTH.
Rusia ha está
perdiendo reputación. Venezuela esperaba de esta fábrica 800 nuevos puestos de
trabajo, la posibilidad de exportar fusiles Kaláshnikov a terceros países e
iniciar su propia producción. Por ejemplo, allí esperaba poder fabricar los
rifles de francotirador Catatumbo, una producción 100 % nacional. Ahora los
planes de desarrollar su propio complejo industrial militar se encuentran
amenazados.
Además, el pasado
mayo en Lima, durante la feria militar SITDEF, Rostech propuso al gobierno de
Perú abrir una fábrica idéntica para la producción de fusiles Kaláshnikov. La
respuesta del gobierno peruano por ahora se desconoce, aunque, considerando el
escándalo ocurrido en Venezuela, a duras penas cabe esperar que la respuesta de
los peruanos sea positiva.
A Rusia tampoco le beneficia la continua
postergación de los plazos para la modernización de los cazas MiG-29 para Perú.
En estos momentos, el contrato se ha
cumplido en su totalidad, pero la decepción permanece.
Otros países ya
está aprovechándose de este momento de debilidad en el mercado de armamento
latinoamericano, tan importante para Rusia. China ha reforzado sus posiciones
en Venezuela mediante una original estrategia, consistente en una “presencia
silenciosa”.
“La cooperación técnica militar con China tiene un
carácter profundo. En en abril de este año, la Asamblea Nacional de Venezuela
aprobó la ley de la cooperación técnica militar con el gigante asiático. Es una
base de cooperación muy sólida. Ante eso Rusia debe estar atenta a los
contratos ya firmados y tratar de llevar hasta final los proyectos
bilaterales”, declaró a RBTH Andréi Piatkov, del Instituto de América Latina.
Rusia no dispone de mucho tiempo para resolver esta situación y no perder el mercado latinoamericano de armamento de tiro. Si no logra solucionar este problema pronto, el fusil Kaláshnikov se arriesga a mantenerse únicamente en los escudos de un par de países del tercer mundo.
Rusia no dispone de mucho tiempo para resolver esta situación y no perder el mercado latinoamericano de armamento de tiro. Si no logra solucionar este problema pronto, el fusil Kaláshnikov se arriesga a mantenerse únicamente en los escudos de un par de países del tercer mundo.
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