En los próximos meses se pondrá en marcha el radar 'Vorónezh' en el
interior de Rusia, que vendrá a sustituir a los que estaban situado en
Azerbaiyán y Ucrania.
Rusia ha decidido no
prorrogar el alquiler del sistema de radares de alerta antimisiles ‘Darial’
situado en la región de Qabala, Azerbaiyán. Anteriormente, cesó la explotación
de otros dos radares similares en Ucrania. Según se ha anunciado recientemente,
todas las pérdidas se verán compensadas por un complejo de radares situado en
Armavir (en la región de Krasnodar). ¿Es eso cierto?
Durante el segundo trimestre de 2013
pondremos a prueba el radar ‘Vorónezh’ de Armavir; después de eso, la estación
estará completamente operativa para que las Fuerzas Armadas de Rusia puedan
hacer uso de ella. A partir de ese momento, se subsanarán tanto las pérdidas de
información del radar de Qabala como las de las estaciones ucranianas a las que
hemos renunciado, en Mukachevo y Sebastopol.
El radar ‘Darial’ es capaz
de detectar el lanzamiento de un misil a una distancia de 8.000 km: desde
África, China o Australia. ¿Se puede decir lo mismo del radar ‘Vorónezh’ de
Armavir?
La estación de Armavir ofrece las
mismas funciones que proporcionaba la estación de Qabala. De hecho, se
construyó con ese objetivo.
¿Qué destino les espera a
los radares que queden en el extranjero? ¿Podrán Azerbaiyán y Ucrania
explotarlos sin su colaboración?
Las estaciones que ha mencionado
están capacitadas para seguir ejerciendo algunas funciones de reconocimiento
del espacio exterior, aunque se ajustan a los intereses de la parte rusa.
Evidentemente, las funciones correspondientes al sistema de alerta antimisiles
no se mantienen. La clave no está en la estructura de la estación, sino en su
‘cerebro’. Y el ‘cerebro’ nos pertenece a nosotros, por lo que seguirá siendo
nuestro.
¿Y no existe el riesgo de
que una tercera parte restituya ese ‘cerebro’ para desplegar las estaciones
contra Rusia?
Ese es un escenario muy poco
probable. En teoría, la estación se puede utilizar para controlar las amenazas
provenientes del sur y el sureste. En su momento propusimos a los EE UU y a
Gran Bretaña el desarrollo de proyectos conjuntos con ayuda de los recursos
informativos de nuestros radares. Por desgracia, estas propuestas fueron
rechazadas.
¿Se pueden comparar nuestras
estaciones con los radares occidentales?
El radar ‘Vorónezh’ supera en
algunos aspectos a las estaciones de EE UU que se encuentran actualmente
operativas. Además, tenemos algunos proyectos en mente. Esperamos poder crear
medios de prevención de ataques aeroespaciales, que se podrán enviar a las
zonas de peligro potencial.
Asimismo, basándonos en los
innovadores trabajos del académico y premio Nobel Zhorés Alfiórov, hemos elaborado un amplificador nuevo que ha
mejorado drásticamente las características del radar. Contamos con muchas
soluciones de este tipo, tanto desde el punto de vista de la explotación como
en lo referente a la inteligencia de la estación. Estamos al borde de lograr
grandes avances en los trabajos que estamos desarrollando en el campo de las
tecnologías derivadas de la radiación fotónica y de la radiación terahertz.
Uno de los puntos débiles de
la industria militar es el uso de componentes extranjeros. ¿También se ha
fabricado con chips de China y Taiwán el ‘cerebro’ de las nuevas estaciones de
prevención de ataques con misiles?
El año pasado pusimos en marcha la
construcción de una fábrica con tecnología de proceso de 90 nanómetros, lo que
convirtió a Rusia en el octavo país que cuenta con dicha tecnología. Esto nos
permite desarrollar microcircuitos integrados ‘Space’ y ‘Military’, necesarios
para la tecnología espacial y militar. Aunque nuestra producción de
dispositivos microelectrónicos (hoy en día la mejor de Rusia) no ha alcanzado
su capacidad máxima.
No hablamos solo de las exigencias
inherentes a la defensa nacional. Estamos entre los 20 primeros países en
número de cabezas de ganado; sin embargo, Rusia es el único país de esta
clasificación que no dispone de un sistema nacional de identificación por
radiofrecuencia de los animales.
Tal identificación permite realizar
un seguimiento completo del ciclo de vida del ganado hasta su llegada al
mercado y combatir la introducción en este de carne fraudulenta. Esto no es más que un ejemplo particular,
aunque también se trata de una cuestión de seguridad nacional, ya que afecta a
nuestra salud.
Hemos elaborado un nuevo chip con
tecnología avanzada de cifrado que se pude utilizar en todas las competencias del Estado. Además, por otro lado,
esto garantiza nuevos puestos de trabajo. Disponer de recursos de
microelectrónica propios garantiza una mayor seguridad tecnológica del Estado.
¿Quiénes son los líderes actuales a nivel mundial en el campo de la
microelectrónica? EE UU, Japón, Taiwán, Corea del Sur, Alemania, Francia;
y cada uno de ellos cuenta con un programa nacional de desarrollo de
dispositivos microelectrónicos.
Y volviendo al tema de los
chips militares: existe la preocupación de que, en un momento dado, los
fabricantes de estos chips puedan ‘desconectar’ los satélites, el radar, cortar
las comunicaciones. ¿Es esto posible?
En efecto, las ciberamenazas son una
realidad. De hecho, nuestros objetivos militares y
nuestro armamento también están expuestos a la amenaza de un ataque mediante
componentes electrónicos y, precisamente por eso, llevamos a cabo un proceso de
certificación con controles adicionales de todos los productos adquiridos en el
extranjero.
Además, este desarrollo permitiría
al país librarse de su dependencia del petróleo. Después de todo, el precio de un
solo kilogramo de dispositivos microelectrónicos equivale al de 110 toneladas
de petróleo.
Se comenta que sus nuevos
radares son capaces de detectar en el espacio objetos del tamaño de un huevo.
Eso fue un experimento que llevamos
a cabo en colaboración con los EE UU hace 20 años. Estábamos tratando de
determinar la capacidad que tenían los radares de defensa antimisiles de
detectar objetos espaciales de tamaño reducido, aunque el experimento tenía
también un sentido práctico: la vigilancia de la ‘basura espacial’.
Por supuesto, no se trataba de
huevos de gallina, sino de microsatélites; unas esferas metálicas con un
diámetro de 5, 10 y 15 cm que se lanzaron al espacio con ayuda del
transbordador espacial Discovery.
El resultado: las esferas de 15
centímetros de diámetro fueron detectadas por todas las estaciones de la
Tierra, tanto las rusas como las norteamericanas. Solo tres estaciones
avistaron las esferas de 10 centímetros de diámetro: dos de las nuestras y la
estación americana ‘Cobra’, situada en Alaska. Y los microsatélites de 5
centímetros solo los detectó nuestra estación ‘Don’. Esta estación única se
construyó a finales de 1980 a las afueras de Moscú, en la ciudad de Sofrino.
Este radar sigue hoy operativo y, en particular, cubre la zona de Moscú.
¿Y no se podrían incorporar
estas estaciones en los sistemas de detección de amenaza por asteroides?
Son dos sistemas diferentes con
funciones completamente distintas. Es más, cada uno debe equiparse con
soluciones técnicas propias, ya que la trayectoria y la velocidad de los
asteroides y de los misiles es diferente. Por lo tanto, no tiene sentido
combinar los dos sistemas en uno.
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