sábado, 14 de diciembre de 2013

En la guerra del futuro no habrá vencedores

 


En su mensaje anual a la Asamblea Federal el presidente Vladímir Putin abordó el tema del Ataque Global Inmediato. Según el mandatario, Rusia sigue atentamente el desarrollo de la situación.

Hace años que los norteamericanos están obsesionados con la idea del Prompt Global Strike (PGS) (Ataque Global Inmediato). La idea se basa fundamentalmente en obtener la posibilidad en lanzar un ataque no nuclear contra cualquier punto del planeta a más tardar sesenta minutos después de adoptada la resolución correspondiente. 

Desde luego que la concepción del PGS prevé las tecnologías más modernas. De las tradicionales, heredadas del siglo pasado, los misiles intercontinentales provistos de ojivas convencionales de alta precisión; de las modernas – los sistemas hipersónicos de alta precisión y el arma de impacto cinético. 

Se trata de barras pesadas poco fusibles de volframio de cinco a diez metros de largo, que se lanzan con alta precisión desde la órbita terrestre. Según los cálculos realizados por los norteamericanos, el impacto libera una energía equivalente al estallido de doce toneladas de explosivos; de las tecnologías del futuro – los medios a control remoto de neutralización de las cargas nucleares sobre la base de la física de altas energía o los aerosoles precipitados finamente divididos que imposibilitan el despegue de los aviones. 

En general, el escenario del PGS no se parece al acostumbrado escenario de la catástrofe nuclear, con que nos asustaban durante toda la segunda mitad del siglo pasado. Sin duda alguna, la guerra del futuro será no menos catastrófica, pero la modelarán según patrones totalmente diferentes. 

El clásico misil balístico intercontinental como elemento del ataque global inmediato presenta toda una serie de defectos. Y el primero de ellos consiste en que su lanzamiento es fácil de detectar con los actuales medios de defensa antimisiles. Si el PGS se lanza contra un país del tercer mundo, este defecto no tiene mayor importancia. Si se lo hace contra una potencia tecnológicamente avanzada, el asunto adquiere un giro desagradable para el agresor. 

Otra cosa diferente son los misiles crucero. Entre las partes más fuertes de esta arma, que se desprenden de la experiencia de su aplicación, cabe destacar su alto encubrimiento en comparación con otros medios de ataque aéreo, el gran alcance del tiro, la excelente precisión del impacto en el objetivo, que garantiza la fiabilidad del impacto y minimiza las destrucciones colaterales. 

Entre las partes débiles de los misiles crucero, que facilitan la lucha contra ellos, están la baja velocidad del vuelo, la gran amplitud de tiempo de los disparos contra diferentes objetivos y la complejidad de la programación de las tareas del vuelo. Ahora los norteamericanos procuran resolver estos defectos, dice del director de la revista Natsionálnaya Oborona (Defensa Nacional), Ígor Korotchenko: 

Los nuevos misiles crucero norteamericanos poseen propiedades muy importantes. En primer lugar, la posibilidad de reprogramación durante el vuelo: ingresa la información codificada desde un satélite o avión retransmisor y la tarea del vuelo se recarga, si bien el misil ya ha sido lanzado contra el objetivo. 

Y la segunda particularidad importante es la posibilidad de reprogramar el ataque de tal manera que los impactos contra los objetivos se produzcan en un mismo momento. Está claro que los misiles son lanzados desde submarinos, buques de superficie y aviones estratégicos. Y los objetivos son diferentes, igual que el tiempo del impacto en cada uno de ellos. Pues los norteamericanos quieren sincronizar los impactos a un segundo de diferencia. 

Durante un ataque masivo de quinientos o seiscientos misiles crucero, técnicamente es imposible batir a todos ellos. 
En este caso los guiones pueden ser diversos y no se trata de ninguna película de suspense. Es el nivel actual del desarrollo de las tecnologías en el mundo. Es la concepción del ataque global momentáneo y cegador, que deja un caos. 

Una de las tesis principales de la concepción del PGS consiste en la renuncia limitada o total al empleo de las ojivas nucleares. Es que los norteamericanos hoy pueden lograr con armas convencionales exactamente lo mismo, pero a un nivel tecnológico más alto. Por lo demás, los analistas no excluyen que tras el ataque global inmediato, el conflicto puede pasar al habitual fase termonuclear, señala Ígor Korotchenko: 

El tiempo de vuelo del misil balístico intercontinental desde territorio de EEUU hasta el momento del impacto en Rusia es de unos treinta minutos. Durante esa media hora, una vez registrado el lanzamiento de los portadores,Moscú debe tomar las resoluciones correspondientes. 

Lo único que no se puede detectar es si llevan ojiva nuclear o no. Se registra el lanzamiento del misil balístico, se calculan los parámetros de su trayectoria y el lugar aproximado de la caída de la ojiva en territorio de Rusia. Se pone en marcha el mecanismo de reacción. El sistema de aviso de un ataque con misil da la correspondiente señal de alarma. 

Un ataque masivo contra territorio de Rusia con armas convencionales de alta precisión, pienso que es un motivo suficiente para un contraataque nuclear.

Lo principal es que la concepción del ataque global instantáneo prevé la puesta fuera de servicio de los principales centros de gestión del Estado y de las fuerzas armadas, y asimismo la destrucción de los principales objetos de la infraestructura económica y militar, fallos en las líneas de comunicaciones, la destrucción de los centros transmisores de la ondas de radio y televisión, la alteración de los suministros energéticos. O sea que se produce un caos instantáneo. Y, acto seguido, se puede tener lugar un segundo ataque, pero ya nuclear. 

Pero no se sabe si se lo hará o no. Es lo mismo que vivir con un garrote sobre la cabeza sin saber si te golpearán o no. Sea como sea, ya no se podrá reaccionar. El Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas juzga sobre los riesgos y amenazas actuales para Rusia a partir del potencial técnico que poseen otros Estados. Semejante tipo de análisis nos lleva a conclusiones desconsoladoras para nosotros. 

La concepción del PGS que está elaborando el Pentágono es un nuevo irritante de las relaciones de Rusia y EEUU. Las partes necesitan mayores medidas de confianza. Caso contrario nos veremos ante una nueva espira de la carrera armamentística. Los militares sostienen que cuando los norteamericanos se hagan con las posibilidades técnicas para desencadenar semejante guerra, Rusia también dispondrá de un armamento similar. Pero, en todo caso, la paridad global quedará alterada, estima Ígor Korotchenko: 

Sabido es que anteriormente se conformó un equilibrio de los potenciales militares que se basaba, en buen grado, en que Rusia y EEUU nivelaron las posibilidades de desatar una eventual guerra, debido a que ambos estados poseen el arma nuclear. De tal modo, el estallido de una guerra mundial se volvió prácticamente imposible. 

La moderación en el comportamiento condicionó el riesgo de destrucción recíproca. Disminuyó la conflictividad en las relaciones entre los estados nucleares. 
Sin embargo, los programas que EEUU ejecuta en las últimas décadas, particularmente el programa de defensa global antimisiles y los programas de creación del potencial para un ataque global inmediato con armamento convencional altera la estabilidad estratégica y hace imprevisible el desarrollo de la situación. Rusia, como potencia nuclear, puede verse en una situación en que su potencial nuclear puede quedar devaluado. 

El período pacífico iniciado a mediados del siglo pasado y que se prolonga hasta ahora, durante el cual la humanidad logró evitar el deslizamiento hacia una guerra global, fue posible precisamente en virtud de que la destrucción mutua estaba garantizada. Sería mejor que la paz en el planeta no se base en el miedo, sino en el amor. Pero, lamentablemente, no es así. Y si los planes de EEUU pueden socavar la estabilidad regional y global, y acercan el juicio final, se debe renunciar a esos planes independientemente que los beneficios y ventajas que auguren, porque, en realidad, nada ha cambiado: en la guerra del futuro, al igual que en un conflicto termonuclear, no habrá vencedores. 

© Foto: Chad Bellay, United States Air Force, en.wikipedia.org


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