Hace años que los norteamericanos están
obsesionados con la idea del Prompt Global Strike (PGS) (Ataque Global
Inmediato). La idea se basa fundamentalmente en obtener la posibilidad
en lanzar un ataque no nuclear contra cualquier punto del planeta a más
tardar sesenta minutos después de adoptada la resolución
correspondiente.
Desde luego que la concepción del PGS
prevé las tecnologías más modernas. De las tradicionales, heredadas del
siglo pasado, los misiles intercontinentales provistos de ojivas
convencionales de alta precisión; de las modernas – los sistemas
hipersónicos de alta precisión y el arma de impacto cinético.
Se trata
de barras pesadas poco fusibles de volframio de cinco a diez metros de
largo, que se lanzan con alta precisión desde la órbita terrestre. Según
los cálculos realizados por los norteamericanos, el impacto libera una
energía equivalente al estallido de doce toneladas de explosivos; de las
tecnologías del futuro – los medios a control remoto de neutralización
de las cargas nucleares sobre la base de la física de altas energía o
los aerosoles precipitados finamente divididos que imposibilitan el
despegue de los aviones.
En general, el escenario del
PGS no se parece al acostumbrado escenario de la catástrofe nuclear, con
que nos asustaban durante toda la segunda mitad del siglo pasado. Sin
duda alguna, la guerra del futuro será no menos catastrófica, pero la
modelarán según patrones totalmente diferentes.
El
clásico misil balístico intercontinental como elemento del ataque global
inmediato presenta toda una serie de defectos. Y el primero de ellos
consiste en que su lanzamiento es fácil de detectar con los actuales
medios de defensa antimisiles. Si el PGS se lanza contra un país del
tercer mundo, este defecto no tiene mayor importancia. Si se lo hace
contra una potencia tecnológicamente avanzada, el asunto adquiere un
giro desagradable para el agresor.
Otra cosa diferente
son los misiles crucero. Entre las partes más fuertes de esta arma, que
se desprenden de la experiencia de su aplicación, cabe destacar su alto
encubrimiento en comparación con otros medios de ataque aéreo, el gran
alcance del tiro, la excelente precisión del impacto en el objetivo, que
garantiza la fiabilidad del impacto y minimiza las destrucciones
colaterales.
Entre las partes débiles de los misiles
crucero, que facilitan la lucha contra ellos, están la baja velocidad
del vuelo, la gran amplitud de tiempo de los disparos contra diferentes
objetivos y la complejidad de la programación de las tareas del vuelo.
Ahora los norteamericanos procuran resolver estos defectos, dice del
director de la revista Natsionálnaya Oborona (Defensa Nacional), Ígor Korotchenko:
–Los
nuevos misiles crucero norteamericanos poseen propiedades muy
importantes. En primer lugar, la posibilidad de reprogramación durante
el vuelo: ingresa la información codificada desde un satélite o avión
retransmisor y la tarea del vuelo se recarga, si bien el misil ya ha
sido lanzado contra el objetivo.
Y la segunda particularidad importante
es la posibilidad de reprogramar el ataque de tal manera que los
impactos contra los objetivos se produzcan en un mismo momento. Está
claro que los misiles son lanzados desde submarinos, buques de
superficie y aviones estratégicos. Y los objetivos son diferentes, igual
que el tiempo del impacto en cada uno de ellos. Pues los
norteamericanos quieren sincronizar los impactos a un segundo de
diferencia.
Durante un ataque masivo de quinientos o seiscientos misiles
crucero, técnicamente es imposible batir a todos ellos.
En
este caso los guiones pueden ser diversos y no se trata de ninguna
película de suspense. Es el nivel actual del desarrollo de las
tecnologías en el mundo. Es la concepción del ataque global momentáneo y
cegador, que deja un caos.
Una de las tesis
principales de la concepción del PGS consiste en la renuncia limitada o
total al empleo de las ojivas nucleares. Es que los norteamericanos hoy
pueden lograr con armas convencionales exactamente lo mismo, pero a un
nivel tecnológico más alto. Por lo demás, los analistas no excluyen que
tras el ataque global inmediato, el conflicto puede pasar al habitual
fase termonuclear, señala Ígor Korotchenko:
–El
tiempo de vuelo del misil balístico intercontinental desde territorio de
EEUU hasta el momento del impacto en Rusia es de unos treinta minutos.
Durante esa media hora, una vez registrado el lanzamiento de los
portadores,Moscú debe tomar las resoluciones correspondientes.
Lo único
que no se puede detectar es si llevan ojiva nuclear o no. Se registra
el lanzamiento del misil balístico, se calculan los parámetros de su
trayectoria y el lugar aproximado de la caída de la ojiva en territorio
de Rusia. Se pone en marcha el mecanismo de reacción. El sistema de
aviso de un ataque con misil da la correspondiente señal de alarma.
Un
ataque masivo contra territorio de Rusia con armas convencionales de
alta precisión, pienso que es un motivo suficiente para un contraataque
nuclear.
Lo principal es que la concepción
del ataque global instantáneo prevé la puesta fuera de servicio de los
principales centros de gestión del Estado y de las fuerzas armadas, y
asimismo la destrucción de los principales objetos de la infraestructura
económica y militar, fallos en las líneas de comunicaciones, la
destrucción de los centros transmisores de la ondas de radio y
televisión, la alteración de los suministros energéticos. O sea que se
produce un caos instantáneo. Y, acto seguido, se puede tener lugar un
segundo ataque, pero ya nuclear.
Pero no se
sabe si se lo hará o no. Es lo mismo que vivir con un garrote sobre la
cabeza sin saber si te golpearán o no. Sea como sea, ya no se podrá
reaccionar. El Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas juzga sobre
los riesgos y amenazas actuales para Rusia a partir del potencial
técnico que poseen otros Estados. Semejante tipo de análisis nos lleva a
conclusiones desconsoladoras para nosotros.
La
concepción del PGS que está elaborando el Pentágono es un nuevo
irritante de las relaciones de Rusia y EEUU. Las partes necesitan
mayores medidas de confianza. Caso contrario nos veremos ante una nueva
espira de la carrera armamentística. Los militares sostienen que cuando
los norteamericanos se hagan con las posibilidades técnicas para
desencadenar semejante guerra, Rusia también dispondrá de un armamento
similar. Pero, en todo caso, la paridad global quedará alterada, estima
Ígor Korotchenko:
–Sabido es que anteriormente se
conformó un equilibrio de los potenciales militares que se basaba, en
buen grado, en que Rusia y EEUU nivelaron las posibilidades de desatar
una eventual guerra, debido a que ambos estados poseen el arma nuclear.
De tal modo, el estallido de una guerra mundial se volvió prácticamente
imposible.
La moderación en el comportamiento condicionó el riesgo de
destrucción recíproca. Disminuyó la conflictividad en las relaciones
entre los estados nucleares.
Sin embargo, los
programas que EEUU ejecuta en las últimas décadas, particularmente el
programa de defensa global antimisiles y los programas de creación del
potencial para un ataque global inmediato con armamento convencional
altera la estabilidad estratégica y hace imprevisible el desarrollo de
la situación. Rusia, como potencia nuclear, puede verse en una situación
en que su potencial nuclear puede quedar devaluado.
El
período pacífico iniciado a mediados del siglo pasado y que se prolonga
hasta ahora, durante el cual la humanidad logró evitar el deslizamiento
hacia una guerra global, fue posible precisamente en virtud de que la
destrucción mutua estaba garantizada. Sería mejor que la paz en el
planeta no se base en el miedo, sino en el amor. Pero, lamentablemente,
no es así. Y si los planes de EEUU pueden socavar la estabilidad
regional y global, y acercan el juicio final, se debe renunciar a esos
planes independientemente que los beneficios y ventajas que auguren,
porque, en realidad, nada ha cambiado: en la guerra del futuro, al igual
que en un conflicto termonuclear, no habrá vencedores.
© Foto: Chad Bellay, United States Air Force, en.wikipedia.org
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