La
postura de Inglaterra es comprensible. ¿Acaso Europa no está harta de
los problemas que afronta, incluido el mantenimiento de la OTAN, en que
debe invertir el dinero de sus contribuyentes? ¿Por qué Francia, España,
Italia, Polonia y Alemania han vuelto a promover la iniciativa que Gran
Bretaña ya rechazó el año pasado?
En
aquella ocasión, aparte del Ejército europeo, once países de la UE
proponían instituir el cargo de presidente de la UE, crear un ministerio
de exteriores común e introducir un visado de entrada europeo común.
The Telegraph expuso la reacción británica a aquella iniciativa: "otro
rompecabezas inútil en el vanaglorioso proyecto europeo, cuyos rasgos
característicos ha pasado a ser la crisis económica y las crecientes
prácticas de opresión de la soberanía nacional".
Gran
Bretaña se opone a la evolución de un proceso mucho más profundo, cuya
esencia todavía en 1952 había comentado uno de los padres fundadores de
la UE, Jean Monnet: "Los pueblos de Europa han de ser guiados hacia la
creación de un superestado, sin que ellos se den cuenta de lo que
ocurre. Esta meta podría lograrse mediante unos pasos consecutivos, cada
uno de los cuales esté supuestamente canalizado al logro de unos
objetivos económicos, pero, a fin de cuentas, debe conducir
irreversiblemente a la federación".
Y
el rasgo principal de una federación son unas fuerzas armadas y un
sistema de defensa comunes. Los federalistas, encabezados por Francia y
los países de Benelux, se pronuncian a favor de practicar una
supranacional política europea común en materia de defensa y seguridad(CESDP)
que excluya a EEUU del sistema europeo de seguridad. Mientras, Gran
Bretaña y Dinamarca abogan porque EEUU mantenga posiciones fuertes en
Europa.
Alemania acabó por respaldar el europeísmo de Francia, pero,
según las leyes europeas, el atlantismo de Gran Bretaña impide da un
paso consensuado hacia el superestado europeo.
Este
paso sería difícil también por otras razones. La versión anterior de
las FFAA europeas, la Unión Europea Occidental, siempre era considerada
una estructura auxiliar de la OTAN. Durante el conflicto en Yugoslavia,
las fuerzas europeas de despliegue rápido dieron muestras de baja
eficacia y una escasa operatividad, mientras los dirigentes políticos no
pudieron elaborar una estrategia común.
En las operaciones de mayor
envergadura ni siquiera alcanzaron los recursos de la OTAN. Al iniciar
la operación en Afganistán, EEUU pidió ayuda no a la OTAN en su
conjunto, sino a algunos países aliados: Gran Bretaña, Francia y
Alemania. Washington lo hizo también para mantener bajo su pleno control
los órganos de mando. Durante la operación se reveló que en Europa
escasean componentes tan importantes de las FFAA como los medios de
reconocimiento, apoyo logístico, comunicaciones y aviación pesada de
transporte militar.
Ahora
los intereses de la Europa continental han cambiado a fondo. África es
escenario de luchas armadas por las esferas de influencia. Este año, en
lo referente a la aviación de misiones generales, los federalistas
propusieron crear un grupo europeo integrado por aviones de transporte,
aviones cisterna y aviones no tripulados, tan indispensables en las
operaciones que Francia desarrolla en Mali y la República
Centroafricana.
Para Gran Bretaña, igual que en Afganistán, es una buena
oportunidad para fortalecer su aviación de transporte militar. Cae de
su peso que Londres no arde en deseos de compartir con otros un negocio
tan lucrativo, ni ayudar a los socios a alcanzar sus propias metas.
El
Artículo 42 del Tratado de Lisboa, es decir, de una especie de la
Constitución europea, reza: "La política común de seguridad y defensa
incluirá la definición progresiva de una política común de defensa de la
Unión.
Ésta conducirá a una defensa común una vez que el Consejo
Europeo lo haya decidido por unanimidad". Mientras los países europeos
persigan objetivos bien distintos tanto en la política como en la
defensa, una decisión unánime ni se vislumbra. Como tampoco un Ejército
de Europa.
Foto: EPA
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