En los próximos años tres nuevos
sistemas móviles de misiles serán incorporados a las Tropas de Misiles
Estratégicos: el sistema móvil ligero Rubezh, el sistema de misiles
pesados Sarmat, emplazado en silos terrestres, y la versión del sistema
móvil sobre rieles Yars.
Los
nuevos misiles deberán elevar la capacidad de las Fuerzas Nucleares
Estratégicas de superar los sistemas de defensa antimisiles tanto
actuales como futuros.
El
potencial nuclear fue hasta no hace mucho tiempo el único medio que
garantizaba la destrucción del potencial militar y económico de las
superpotencias. En virtud de ello, el equilibrio de los potenciales de
la Unión Soviética (después de Rusia) y EEUU garantizaba durante largo
tiempo la paz frente a una gran conflagración.
Los conflictos en las
regiones de contacto directo ahora se resolvían con medios diplomáticos,
mientras que los enfrentamientos armados se convirtieron en atributo de
las periferias mundiales, donde los satélites de las superpotencias
entablaban guerras locales.
Al
propio tiempo, EEUU siempre intentaba romper dicho equilibrio mediante
el logro de la supremacía técnico-militar global. En los años de la
guerra fría este objetivo quedó inalcanzable.
El
logro de dicho objetivo se perfiló en la década de los años 2000. Sobre
el telón de fondo de la continua reducción de los potenciales nucleares
estratégicos fue posible teóricamente combinar los sistemas de defensa
antimisiles con medios de ataque no nuclear de alta precisión. En teoría
semejante ataque puede privar al enemigo, digamos Rusia, de una buena
parte de su potencial nuclear, convirtiendo el resto en un objetivo
fácil para los sistemas de defensa antimisiles.
La
amenaza de tal concepción se profundiza, puesto que actualmente no
existen documentos que limiten el desarrollo de los sistemas de defensa
antimisiles y de los medios convencionales de ataque global. Por otra
parte, los sistemas de defensa antimisiles y, menos aún, los medios de
ataque global no alcanzaron por ahora el nivel necesario para su
aplicación, sobre todo en un conflicto hipotético con Rusia. No
obstante, ya ahora hay que buscar los medios de contraataque, y, en este
sentido, se debe priorizar el fortalecimiento del potencial nuclear
estratégico.
A
partir de las informaciones de que se dispone, puede decirse que los
pilares de las Fuerzas Nucleares Estratégicas de Rusia en las próximas
tres décadas serán tres sistemas terrestres y uno naval. En tierra firme
se hará hincapié en el sistema Yars móvil, emplazado en silos y sobre
rieles; en el sistema Rubezh más ligero y menos costosos que el Yars, y
que además puede desplegarse rápidamente y en grandes cantidades, y, por
último, en el sistema pesado Sarmat, también emplazado en silos. Los
misiles Boréi y Bulavá constituirán la base de las fuerzas navales de
disuasión nuclear.
El
sistema RS-24 Yars de cabeza separable es una versión modernizada de la
familia Tópol/Tópol-M, y un sucedáneo eficiente de los cada vez más
viejos Tópol, fabricados entre los años 1985 y 1993, y asimismo de los
UR-100N emplazados en silos. La agrupación debe basarse precisamente en
los Yars móviles, que a su vez se basan en plataformas sobre ruedas y
sobre rieles.
La movilidad de estos sistemas les es garantizada por un
más alto grado de protección ante un ataque imprevisto con arma de alta
precisión.
Al
propio tiempo, el desarrollo del sistema de defensa aeroespacial de
Rusia, incluido el sistema de alarma de ataque con misiles, permite
mantener en servicio los sistemas de misiles emplazados en silos, que se
diferencian por el menor tiempo que se necesita para su lanzamiento
(menos de dos minutos contra cinco-diez del sistema móvil) y por su
mayor potencia de fuego.
Por ejemplo, el más potente misil balístico
intercontinental al día de hoy – el R-36M Voevoda, conocido en Occidente
como SS-18 Sataná, lleva diez vehículos de reentrada múltiple e
independiente (MIRV, por sus siglas en inglés) de ochocientos kilotones.
Estos misiles, el más nuevo de los cuales fue fabricado en 1992,
deberán sus sustituidos por el Sarmat – que es un nuevo misil balístico
intercontinental, que está siendo diseñado en la Oficina de Construcción
Makéev.
Por
ahora las Fuerzas Nucleares Estratégicas de Rusia por el número de
portadores se encuentra por debajo de las setecientas unidades
desplegadas y cien más no desplegadas, tal cual lo estipula el Tratado
de Reducción de Armas Estratégicas START-3, y también se van reduciendo
paulatinamente hasta el número de cargas, que se fijó en mil quinientas
unidades (actualmente son unas dos mil).
Por otra parte, el desarrollo
no controlado del escudo antimisiles de EEUU y el emplazamiento de la
infraestructura para el ataque global pueden hacer que Rusia abandone
dicho tratado y comience a desplegar sus Fuerzas Nucleares Estratégicas
por encima de esos límites. La experiencia acumulada en las pruebas y en
la fabricación de sistemas de misiles será en este caso una ventaja
importante.
Foto: ru.wikipedia.org
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