lunes, 14 de julio de 2014

Por qué preocupa a España el pacto entre Mohamed VI, y Putin

 

El acercamiento de Marruecos a Rusia, que se concretará en la visita de Mohamed VI a Moscú en octubre para firmar con Putin un gran pacto económico y geoestratégico, ha provocado un terremoto en Washington, aliado tradicional de la Monarquía alauí, y preocupación en el Gobierno español.

El ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Salaheddine Mezouar, acaba de regresar de Moscú, donde ha sentado las bases de un acuerdo político, económico y estratégico en el que trabajan las diplomacias de ambos países y que terminará de cerrar el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, en su viaje a Rabat el próximo mes de septiembre. arece, pues, que el espectacular giro estratégico de Mohamed VI ya no tiene marcha atrás y solo el tiempo determinará su verdadero alcance.


Pero el acercamiento de Rabat a Moscú afecta a todos los actores regionales, empezando por España, siguiendo por Francia y Argelia y terminando por Estados Unidos, que ha hecho del Reino Alauí desde hace medio siglo su aliado más fiel del norte de África.

La primera pregunta a formular es: ¿por qué Mohamed VI se acerca a Rusia, precisamente en estos momentos de neo Guerra Fría, con el riesgo que representa enfadar a Washington? Obviamente, el rey ha calculado las consecuencias del paso dado, para el que ha contado con el apoyo del Majzén, la todopoderosa maquinaria del Palacio alauita sin la cual no se entenderían las relaciones de poder en Marruecos.

Mohamed VI y sus asesores vislumbran el cambio que se está produciendo en la relación de fuerzas a nivel mundial focalizado en tres aspectos: que Estados Unidos ha dejado de ser la gran potencia de un mundo pretendidamente unipolar, que Moscú gana influencia económica en Europa, y que hay que compartir el Mediterráneo con Rusia -uno de los cinco países BRICS- porque Marruecos está a la entrada del viejo mar.

La segunda pregunta es una consecuencia de la primera: ¿cómo explica Rabat a Washington un giro estratégico a favor de Rusia que debilita la posición norteamericana en una zona clave del planeta -llave de tres continentes y nudo del tráfico marítimo mundial- como es el Estrecho de Gibraltar? Le resultará difícil argumentar a la siempre hábil diplomacia alauí ante el Pentágono y el Departamento de Estado que Estados Unidos no resultará perjudicado por el nuevo aliado de Marruecos. Washington tratará de poner la "línea roja" de las relaciones ruso-marroquíes tan cerca del punto de salida que no será de extrañar que no les interese a ningún miembro de la nueva pareja.

Mohamed VI cuenta con Arabia Saudí como poderoso aliado para defender los intereses de Marruecos ante las Administraciones estadounidenses, sean demócratas o republicanas. La familia real saudí concede créditos y todo el apoyo político necesario a Mohamed VI, en su condición de Amir al Mouminin o Príncipe de los Creyentes para la fe musulmana. Tan fuerte es la relación fraterna que une a las dos monarquías que el rey Abdalá bin Abdelaziz al-Saud y sus familiares más allegados pasan temporadas en los palacios marroquíes.

Poner un pie económico y militar en Marruecos, aunque le cueste millones de rublos, será, de entrada, una victoria para Putin. En un análisis anterior se informaba de las negociaciones de Rusia para obtener facilidades en puertos argelinos para su flota del mar Negro. Obtener esas mismas facilidades en fondeaderos marroquíes como la nueva gran base naval de Ksar Sghir (Alcazarseguir), situada frente a Gibraltar y a la base de utilización conjunta hispano-norteamericana de Rota (Cádiz), sería para Moscú un nuevo logro al que sumar a la adhesión de Crimea con su base de Sebastopol.

Para el almirantazgo ruso, tener buques rusos anclados permanentemente a pocas millas de los cuatro destructores norteamericanos que integran el escudo antimisiles balísticos desplegados en Rota sería hacer realidad un sueño impensable hasta hace poco. Pero el acuerdo que Rusia y Marruecos firmarán en octubre, además del militar, se extiende a los ámbitos económico y político.


No se descarta que Putin ofrezca a Mohamed VI una central nuclear llave en mano, que relance el programa nuclear para uso civil que lleva años estancado. El proyecto marroquí de una central nuclear en la región costera entre Casablanca y Agadir está parado esencialmente por falta de financiación. Putin podría ofrecer uno a pagar en 20 o 30 años. Asimismo, Moscú prometerá apoyo tecnológico y financiación para desarrollar las infraestructuras del país africano, a cambio de acuerdos agrícolas, pesqueros o turísticos, y coparticipación en el sector de fosfatos y derivados, verdadera joya de la corona marroquí.

La incorporación de Rusia al escenario marroquí como nuevo socio refuerza a Mohamed VI frente al islamismo político representado por el partido Justicia y Desarrollo, hoy en el poder. Los islamistas, tradicionalmente antiamericanos por el apoyo que Washington ofrece a Israel, ven con buenos ojos una menor dependencia en las relaciones con Estados Unidos, para lo que Moscú representa el contrapeso ideal.

¿Cómo afecta a España este nuevo escenario a escasos kilómetros de nuestras fronteras y cuando nuestro alineamiento con Estados Unidos es más fuerte que nunca? Es obvio que introduce un factor de inestabilidad, no solo en el aspecto militar, que obligaría a reorientar aspectos clave de la Defensa Nacional, sino también en el plano económico. Con gran esfuerzo España ha logrado situarse en la última década como primer socio económico de Marruecos, por delante incluso de Francia. La entrada de Rusia supone chocar de bruces con un potente competidor que pondría en apuros a los empresarios españoles si no están suficientemente arropados por la diplomacia.


Tan perjudicial sería menospreciar este acuerdo de cooperación estratégica Marruecos-Rusia como atribuirle un alcance potencialmente desestabilizador para la geopolítica internacional. Posiblemente sus consecuencias se queden en el justo medio. Pero de cualquier manera, la entrada de Rusia en la región del Mediterráneo occidental como actor principal tendrá consecuencias para la OTAN en general y para España en particular.

Enrique Montánchez
http://www.onemagazine.es 

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