Según afirmó en la feria aeroespacial Farnborough International
Airshow 2014 el jefe de exportación de tecnología aeronáutica y activos
especiales de Rosoboronexport (una exportadora rusa de armamento y
tecnología militar), Serguéi Kórnev, no solo se trata de uno de los
mejores aparatos de entrenamiento del mundo, sino que también puede
emplearse como avión de asalto ligero, lo que atrae especialmente a los
socios extranjeros de Rusia.
El Yak-130 es una de las principales
esperanzas de la aviación militar rusa. Se empezó a diseñar en los años 80 como
el principal avión de entrenamiento militar capaz de imitar el vuelo de todos
los tipos de cazas contemporáneos, pero el colapso de la URSS puso fin al
proyecto.
Según los diseñadores, el ejército se quedó
sin dinero para la adquisición de tecnología moderna. A mediados de los 90 del
siglo pasado se intentó recuperar el proyecto mediante un acuerdo con la
empresa italiana Aermacchi para la fabricación y distribución de este avión,
que recibiría el nombre de Yak-130-AM.
Los italianos se tenían que encargar de
fabricar el equipamiento de a bordo y distribuir el aparato en el mercado
internacional, mientras que los derechos de propiedad se repartirían al
50 %. No obstante, al final los italianos abandonaron el proyecto y
fabricaron un avión propio bautizado como М-346, cuya venta a las fuerzas
armadas israelíes se está negociando en la feria aeroespacial Farnborough
International Airshow 2014.
Dentro del ejército ruso el Yak-130 se conoce
como el ‘iPhone volador’: robusto, de manejo fácil y, lo que es más importante,
completamente personalizable a los requisitos de cada usuario concreto.
Vladímir Mijailov — excomandante en jefe de
las fuerzas aéreas condecorado con el título de héroe de Rusia— declaró después
de realizar un vuelo en el Yak-130: “nunca había visto un aparato tan manejable
y moldeable como este”. Sin duda exageraba; los vuelos de entrenamiento nunca
son sencillos ni los aviones ‘moldeables’.
Otra cosa es que, como ocurre con el
iPhone, el Yak-130 dispone de unas soluciones técnicas que lo convierten en un
aparato altamente accesible para el usuario.
Por ejemplo, según explican los diseñadores,
el avión se puede reprogramar durante el vuelo para realizar un vuelo de
entrenamiento bajo distintas condiciones meteorológicas y de pilotaje en
función del tipo de avión para el que se está entrenando el piloto.
Si se está preparando para pilotar el moderno
Su-30, el Yak-130 efectuará su vuelo en unas determinadas condiciones; si se activa el
programa de vuelo correspondiente al nuevo caza norteamericano F-35, el
contexto cambiará.
Y en todo caso constituye un aparato altamente
seguro y previsible, tanto para el estudiante como para el instructor. Si el
aspirante a piloto pierde el control de la aeronave, el instructor puede
aterrizar el avión desde tierra por señal de radio. El Yak-130 está capacitado
para volar de manera segura en ángulos de ataque de hasta 40 grados con una
velocidad variable de entre 200 y 800 kilómetros por hora. Actualmente, no
existe otro avión de entrenamiento que ofrezca un abanico de posibilidades tan
completo.
Más que un avión de entrenamiento
Por otra parte, el Yak-130 no solo puede
encargarse de misiones de entrenamiento. Se puede convertir en caza o en un
avión de asalto ligero en caso de necesidad.
El Yak-130 tiene nueve puntos de suspensión:
seis bajo las alas, dos en los extremos y uno bajo el fuselaje, con capacidad
para hasta 3.000 kg de carga militar (misiles aire-aire, aire-superficie,
bombas aéreas de entre 250 y 500 kg, bombas de racimo y otras bombas de
aviación).
Según señalan los expertos de las Fuerzas
Aéreas, el uso del Yak-130 para la ejecución de misiones locales como la
destrucción de campamentos terroristas, la defensa de las fronteras —incluidas
las marítimas— o la lucha contra el narcotráfico resulta más barato que si se
envían los F-35 o los Su-30.
Por otra parte, este modelo de Yakovlev puede
aterrizar en cualquier lugar, ya sea un aeródromo con pistas de hormigón con un
sistema de mantenimiento normal o uno con pistas de gravilla. Se trata de un
avión prácticamente autónomo. Esta cualidad permite establecer su base lo más
cerca posible de las regiones donde se desarrollan las operaciones militares y
garantizar su empleo en regiones que no están equipadas para la aviación.
Expectativas de exportación
Hasta el momento, el Yak-130 no se suministra
a clientes extranjeros. De conformidad con un contrato firmado con el
Ministerio de Defensa de Rusia, el fabricante de aviones Irkut debía dar
prioridad a la demanda de 70 unidades del Ejército ruso.
Sin embargo, la
experiencia de uso del Yak-130 enseguida destapó el potencial de exportación
del ‘iPhone ruso’ en el mercado extranjero. El primer comprador del
Yak-130 fue Argelia, que adquirió 16 aviones. Más adelante, se firmaron
contratos para el suministro de 36 unidades a Siria, 26 a Bangladesh y cuatro a
Bielorrusia.
En
el transcurso de la feria Farnborough International Airshow 2014, que se
celebra en Moscú, se espera firmar otro acuerdo con Malasia para la
participación del avión ruso en una licitación convocada por las fuerzas aéreas
del país asiático. Según Serguéi
Kórnev, los pilotos
malasios tienen una amplia experiencia en el uso de cazas rusos como el MiG-29
y el Su-30MKM. La preparación de pilotos para este tipo de aviones es una tarea
compleja y costosa. La inclusión del Yak-130 en los centros de entrenamiento de
las fuerzas armadas malasias podría simplificar este proceso y reducir sus
costes.
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