El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, ha advertido
 durante el Foro Económico Mundial de Davos sobre un posible conflicto 
en Asia-Pacífico con consecuencias económicas desastrosas. 
 
"Debemos contener la expansión militar en Asia", declaró Abe. 
"Si la paz y la estabilidad se vieran alteradas en Asia, el  efecto colateral sería enorme para todo el mundo". 
Aunque el político no mencionó China de manera explícita, su discurso ha
 sido interpretado en los medios de información japoneses como un 
mensaje de alerta sobre lo que Tokio percibe como política de 
intimidación de Pekín. 
En Japón consideran una amenaza las recientes 
expediciones de buques de guerra chinos en alta mar.
 
Abe calificó de ilimitada la potencialidad de la región a la que 
pertenecen la segunda y la tercera economías más grandes del mundo 
(China y Japón, respectivamente). Dijo también que es una "locomotora 
del crecimiento económico mundial". 
Pero, afirmó, "los dividendos 
obtenidos del crecimiento en Asia no deben ser gastados en una expansión
 militar".
 
"La confianza, y no la tensión ,
 es crucial para la paz y la prosperidad en Asia. Es lo único que se 
puede conseguir mediante el diálogo y el imperio de la ley y no a través
 de la fuerza o la coacción", dijo el mandatario, quien omitió el tema 
de las  maniobras navales que su propio país lleva a cabo sistemáticamente en conjunto con Estados Unidos. 
Últimamente ambas partes se acusan de una política exterior belicosa. Así, el Gobierno de Japón manifestó el mes pasado su desaprobación del establecimiento de una zona de identificación de
 defensa aérea china sobre el mar de China Oriental que incluía las 
islas en disputa Senkaku (Diaoyu). 
Además de un arreglo de las 
discrepancias territoriales, Japón aspira a que China haga más 
transparentes sus presupuestos militares, participe en un mecanismo 
regional contra las crisis y establezca unos canales de comunicación 
directa entre las Fuerzas Armadas de ambos países. 
Abe mencionó todas 
esas exigencias en su discurso en Davos. Por su parte, China se mostró indignada por la  visita de Shinzo Abe al santuario Yasukuni ,
 donde se venera, entre otros, a algunos 'héroes' reconocidos 
mundialmente como autores de atroces delitos de la Segunda Guerra 
Mundial. 
A comienzos de este enero Pekín llevó a la ONU sus quejas por aquella polémica visita a través de una declaración del representante de Pekín ante el organismo internacional. 









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