El
acercamiento de Marruecos a Rusia, que se concretará en la visita de
Mohamed VI a Moscú en octubre para firmar con Putin un gran pacto
económico y geoestratégico, ha provocado un terremoto en Washington,
aliado tradicional de la Monarquía alauí, y preocupación en el Gobierno
español.
El ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Salaheddine Mezouar, acaba de regresar de Moscú, donde ha sentado las bases de un acuerdo político, económico y estratégico en el que trabajan las diplomacias de ambos países y que terminará de cerrar el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, en su viaje a Rabat el próximo mes de septiembre. arece, pues, que el espectacular giro estratégico de Mohamed VI ya no tiene marcha atrás y solo el tiempo determinará su verdadero alcance.
El ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Salaheddine Mezouar, acaba de regresar de Moscú, donde ha sentado las bases de un acuerdo político, económico y estratégico en el que trabajan las diplomacias de ambos países y que terminará de cerrar el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, en su viaje a Rabat el próximo mes de septiembre. arece, pues, que el espectacular giro estratégico de Mohamed VI ya no tiene marcha atrás y solo el tiempo determinará su verdadero alcance.
Pero el acercamiento de Rabat a Moscú afecta a todos
los actores regionales, empezando por España, siguiendo por Francia y
Argelia y terminando por Estados Unidos, que ha hecho del Reino Alauí
desde hace medio siglo su aliado más fiel del norte de África.
La primera pregunta a formular es: ¿por qué Mohamed VI se acerca a Rusia,
precisamente en estos momentos de neo Guerra Fría, con el riesgo que
representa enfadar a Washington? Obviamente, el rey ha calculado las
consecuencias del paso dado, para el que ha contado con el apoyo del
Majzén, la todopoderosa maquinaria del Palacio alauita sin la cual no se
entenderían las relaciones de poder en Marruecos.
Mohamed VI y sus asesores vislumbran
el cambio que se está produciendo en la relación de fuerzas a nivel
mundial focalizado en tres aspectos: que Estados Unidos ha dejado de ser
la gran potencia de un mundo pretendidamente unipolar, que Moscú gana
influencia económica en Europa, y que hay que compartir el Mediterráneo
con Rusia -uno de los cinco países BRICS- porque Marruecos está a la
entrada del viejo mar.
La segunda pregunta es una consecuencia de la primera: ¿cómo explica Rabat a Washington un giro estratégico a favor de Rusia que debilita la posición norteamericana en una zona clave del planeta -llave de tres continentes y nudo del tráfico marítimo mundial- como es el Estrecho de Gibraltar? Le resultará difícil argumentar a la siempre hábil diplomacia alauí ante el Pentágono y el Departamento de Estado que Estados Unidos no resultará perjudicado por el nuevo aliado de Marruecos. Washington tratará de poner la "línea roja" de las relaciones ruso-marroquíes tan cerca del punto de salida que no será de extrañar que no les interese a ningún miembro de la nueva pareja.
La segunda pregunta es una consecuencia de la primera: ¿cómo explica Rabat a Washington un giro estratégico a favor de Rusia que debilita la posición norteamericana en una zona clave del planeta -llave de tres continentes y nudo del tráfico marítimo mundial- como es el Estrecho de Gibraltar? Le resultará difícil argumentar a la siempre hábil diplomacia alauí ante el Pentágono y el Departamento de Estado que Estados Unidos no resultará perjudicado por el nuevo aliado de Marruecos. Washington tratará de poner la "línea roja" de las relaciones ruso-marroquíes tan cerca del punto de salida que no será de extrañar que no les interese a ningún miembro de la nueva pareja.
Mohamed VI cuenta con Arabia Saudí como poderoso aliado
para defender los intereses de Marruecos ante las Administraciones
estadounidenses, sean demócratas o republicanas. La familia real saudí
concede créditos y todo el apoyo político necesario a Mohamed VI, en su
condición de Amir al Mouminin o Príncipe de los Creyentes para la fe
musulmana. Tan fuerte es la relación fraterna que une a las dos
monarquías que el rey Abdalá bin Abdelaziz al-Saud y sus familiares más
allegados pasan temporadas en los palacios marroquíes.
Poner un pie económico y militar en Marruecos, aunque le cueste millones de rublos, será, de entrada, una victoria para Putin. En un análisis anterior se informaba de las negociaciones de Rusia para obtener facilidades en puertos argelinos para su flota del mar Negro. Obtener esas mismas facilidades en fondeaderos marroquíes como la nueva gran base naval de Ksar Sghir (Alcazarseguir), situada frente a Gibraltar y a la base de utilización conjunta hispano-norteamericana de Rota (Cádiz), sería para Moscú un nuevo logro al que sumar a la adhesión de Crimea con su base de Sebastopol.
Para el almirantazgo ruso, tener buques rusos anclados permanentemente a pocas millas de los cuatro destructores norteamericanos que integran el escudo antimisiles balísticos desplegados en Rota sería hacer realidad un sueño impensable hasta hace poco. Pero el acuerdo que Rusia y Marruecos firmarán en octubre, además del militar, se extiende a los ámbitos económico y político.
Poner un pie económico y militar en Marruecos, aunque le cueste millones de rublos, será, de entrada, una victoria para Putin. En un análisis anterior se informaba de las negociaciones de Rusia para obtener facilidades en puertos argelinos para su flota del mar Negro. Obtener esas mismas facilidades en fondeaderos marroquíes como la nueva gran base naval de Ksar Sghir (Alcazarseguir), situada frente a Gibraltar y a la base de utilización conjunta hispano-norteamericana de Rota (Cádiz), sería para Moscú un nuevo logro al que sumar a la adhesión de Crimea con su base de Sebastopol.
Para el almirantazgo ruso, tener buques rusos anclados permanentemente a pocas millas de los cuatro destructores norteamericanos que integran el escudo antimisiles balísticos desplegados en Rota sería hacer realidad un sueño impensable hasta hace poco. Pero el acuerdo que Rusia y Marruecos firmarán en octubre, además del militar, se extiende a los ámbitos económico y político.
No se descarta que Putin ofrezca a Mohamed VI una central nuclear llave en mano,
que relance el programa nuclear para uso civil que lleva años
estancado. El proyecto marroquí de una central nuclear en la región
costera entre Casablanca y Agadir está parado esencialmente por falta de
financiación. Putin podría ofrecer uno a pagar en 20 o 30 años.
Asimismo, Moscú prometerá apoyo tecnológico y financiación para
desarrollar las infraestructuras del país africano, a cambio de acuerdos
agrícolas, pesqueros o turísticos, y coparticipación en el sector de
fosfatos y derivados, verdadera joya de la corona marroquí.
La incorporación de Rusia al escenario marroquí como nuevo socio refuerza a Mohamed VI frente al islamismo político representado por el partido Justicia y Desarrollo, hoy en el poder. Los islamistas, tradicionalmente antiamericanos por el apoyo que Washington ofrece a Israel, ven con buenos ojos una menor dependencia en las relaciones con Estados Unidos, para lo que Moscú representa el contrapeso ideal.
¿Cómo afecta a España este nuevo escenario a escasos kilómetros de nuestras fronteras y cuando nuestro alineamiento con Estados Unidos es más fuerte que nunca? Es obvio que introduce un factor de inestabilidad, no solo en el aspecto militar, que obligaría a reorientar aspectos clave de la Defensa Nacional, sino también en el plano económico. Con gran esfuerzo España ha logrado situarse en la última década como primer socio económico de Marruecos, por delante incluso de Francia. La entrada de Rusia supone chocar de bruces con un potente competidor que pondría en apuros a los empresarios españoles si no están suficientemente arropados por la diplomacia.
La incorporación de Rusia al escenario marroquí como nuevo socio refuerza a Mohamed VI frente al islamismo político representado por el partido Justicia y Desarrollo, hoy en el poder. Los islamistas, tradicionalmente antiamericanos por el apoyo que Washington ofrece a Israel, ven con buenos ojos una menor dependencia en las relaciones con Estados Unidos, para lo que Moscú representa el contrapeso ideal.
¿Cómo afecta a España este nuevo escenario a escasos kilómetros de nuestras fronteras y cuando nuestro alineamiento con Estados Unidos es más fuerte que nunca? Es obvio que introduce un factor de inestabilidad, no solo en el aspecto militar, que obligaría a reorientar aspectos clave de la Defensa Nacional, sino también en el plano económico. Con gran esfuerzo España ha logrado situarse en la última década como primer socio económico de Marruecos, por delante incluso de Francia. La entrada de Rusia supone chocar de bruces con un potente competidor que pondría en apuros a los empresarios españoles si no están suficientemente arropados por la diplomacia.
Tan perjudicial sería menospreciar este acuerdo de cooperación estratégica Marruecos-Rusia como atribuirle un alcance potencialmente desestabilizador para la geopolítica internacional. Posiblemente sus consecuencias se queden en el justo medio. Pero de cualquier manera, la entrada de Rusia en la región del Mediterráneo occidental como actor principal tendrá consecuencias para la OTAN en general y para España en particular.
Enrique Montánchez
http://www.onemagazine.es
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