jueves, 11 de abril de 2013

Opciones nucleares en Asia

 




A veces la inteligencia -o los razonamientos- sobre el adversario nos engaña. Por ejemplo, reconozco que me equivoqué con aquello de las armas de destrucción masiva de Sadam Husein. Intuía yo, por aquellas fechas, que el iraquí tenía estas armas, básicamente por dos razones: porque las poseyó en el pasado, empleándolas sin misericordia contra su propia población kurda; y en segundo lugar, porque no podía imaginar que iba a hacer algo tan estúpido como, tras haberse deshecho de ellas, fingir que aun las poseía.
Con Kim Jong-un nos puede pasar algo parecido -pero al revés-, que pese a creer la mayoría que va de farol, nos sorprenda a todos con un ataque balístico nuclear. Tratemos pues de separar la leyenda de los hechos y estudiar, aun en un vertiginoso repaso, qué opciones tiene EEUU -el guardián de Asia- para mantener la estabilidad en la península coreana y Japón.


El régimen coreano comunista tiene en su inventario, básicamente, cuatro tipos de misiles balisticos. Dos de corto alcance, probados, y otros dos de mayor alcance que se encuentran en un estado de desarrollo más o menos avanzado. Los dos primeros son una versión coreana de los conocidos Scud rusos y los Nodong. Los Scud norcoreanos pueden alcanzar prácticamente cualquier blanco de Corea del Sur, eso sí, con la pobre precisión (sobre un km.) que les es propia. Los Nodong -una especie de super Scud- podrían alcanzar casi cualquier punto de Japón. Precisamente por esa baja precisión, tanto unos como otros, sirven más bien para atacar ciudades y blancos económicos extensos y no son muy eficaces contra objetivos militares.
Los de mayor alcance son los Musudan y los Taepodong 2. Dos del primer tipo son los que, al parecer, han desplegado sobre lanzadera móvil en algún lugar de la costa este, localización típica esta desde la que amenazar blancos japoneses; pues para atacar a la otra Corea ya le llegan los misiles probados de menor alcance.



 No se conoce -al menos en fuentes abiertas- ninguna prueba de los misiles Musudan, aunque se especula que, en el límite, podrían alcanzar la base norteamericana de Guam a unos 3.500 Km. de distancia. A mi me parece una hipótesis descabellada, el suponer que el primer lanzamiento de este tipo de misil va a ser uno operativo de ataque, al límite de su alcance y precisión, pero ya hemos visto que, a veces, las suposiciones fallan.
El Taepodong sí que ha sido probado -una sola vez con éxito- pero eso sí, siguiendo una trayectoria para poner un satélite en órbita, distinta pues de la programada para la reentrada en la atmósfera de una carga militar. Por cierto, que el satélite en órbita, desde diciembre pasado no ha funcionado. Para evitar sobrevolar naciones asiáticas vecinas -más o menos amigas/enemigas- el único sector de lanzamiento es desde el oeste de Corea del Norte hacia el sur, sobre el Mar Amarillo- que fue precisamente la trayectoria que siguió el lanzamiento de diciembre del 2012.
Veamos ahora otro aspecto de todo este asunto. No es lo mismo provocar una explosión nuclear subterránea que diseñar un artefacto lo suficientemente compacto y resistente para que soporte las aceleraciones y temperaturas propias de la reentrada en la atmósfera de una cabeza de ataque balística. Yo creo que Corea del Norte no los tiene y, desde luego, no los ha probado nunca, pero ya he confesado al principio que con Husein me equivoqué, así que quizás tambien ahora pase.
Imaginemos ahora las opciones norteamericanas en el caso de que, contra todo pronóstico razonable, el régimen de Kim Jong-un lance un ataque nuclear, limitado y rudimentario, pero nuclear al fin.
La política -más bien podríamos decir la doctrina- de respuesta nuclear no es algo que las potencias que poseen este tipo de armas vayan discutiendo en público todos los días. Pero es conocida la MAD -la destrucción mutua asegurada- que ha venido manteniendo durante largos años una terrible eficacia en evitar que nadie se atreva a lanzar un primer ataque. El Tratado de no proliferación ha intentado -con un dudoso éxito- limitar el número de participantes en este terrible juego.
Pero la incipiente capacidad antibalística (ABMD) de los EEUU y Japón ofrece una nueva e interesante posibilidad contra naciones -tales como Corea del Norte o Irán- con un limitado inventario de misiles balisticos con -hipotéticas- cabezas de destrucción masiva. Supongamos que se logra interceptar y destruir en vuelo todos -los pocos disponibles- misiles atacantes de este tipo. La represalia no tendría que ser necesariamente nuclear aunque se obtuvieran pruebas de que los misiles atacantes si lo eran. La respuesta podría ser muy severa, pero no nuclear necesariamente, rompiendo así el terrible circulo de la MAD que nos ha hechizado durante tantos años. Claro que, si se falla al interceptar algún misil y estalla una bomba nuclear sobre Corea de Sur, Japón, Okinawa, Guam o donde sea, me temo que el presidente Obama, o cualquier sucesor suyo, decidiría una represalia nuclear.
Pero, al menos, la ABMD introduce ahora una flexibilidad en aquellas naciones poseedoras de capacidad de represalia nuclear que puede ser muy interesante para reactivar el interés de las naciones medianas por adherirse con más fervor al Tratado de no proliferación.

Ángel Tafalla

http://www.revistatenea.es


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