El F-35B estadounidense —la versión naval del Joint Services
Fighter— no fue diseñado en Fort Worth, sino en Moscú. Los
‘excepcionales’ ventiladores de elevación y el escape vectorial que
permiten que el F-35B realice despegues cortos y aterrizajes verticales
(VTOL, por su sigla en inglés) fueron diseñados hace casi tres décadas
por la oficina naviera rusa de Yakovlev para su caza multipropósito
supersónico, el Yak-141.
Un buen ejemplo del pobre rendimiento ruso en
la aviación naval fue el avión de despegue vertical Yak-38. A diferencia del
exitosísimo British Sea Harrier, el Yak-38 fue una apología de un avión de
combate, superado desde casi todos los ángulos por sus rivales occidentales.
Como parte de la expansión masiva de la Marina
Soviética bajo el mando del almirante Gorshkov, en 1975 ordenaron a Yakovlev
que desarrollase un avión muy versátil. Con una mezcla sin precedentes de
velocidad supersónica, despegue vertical y capacidad de aterrizaje y rango
extendido, su principal papel sería defender a la Flota Naval Soviética y las
rutas de navegación. El avión no solo funcionaría desde un portaaviones, sino
también desde plataformas rodadas de despegue y aterrizaje que podrían
colocarse en todo el país.
Los diseñadores de Yakovlev desecharon la
configuración de doble motor que era popular por aquellos días, como en los
Yak-38 y el Sea Harrier. Military Today describe: “En cambio, crearon un diseño con un motor único que podía girar 95
grados hacia abajo con dos motores de empuje vertical adicionales, ubicados en
el centro del fuselaje, justo detrás del centro de gravedad. Se prenderían solo
durante el despegue vertical, el aterrizaje vertical y el planeo. Los
ingenieros debieron extender el cuerpo de la aeronave para obtener estabilidad
aerodinámica”.
En 1977, la aeronave obtuvo luz verde para su
cabal desarrollo. En marzo de 1987 llegaría el primer vuelo, y se llevaría a
cabo el primer planeo en diciembre de 1989. En abril de 1991, el piloto de
pruebas Andrei Sintsyn marcó doce récords mundiales para aeronaves VTOL que
fueron reconocidos por la FAI (la Federación Aeronáutica Internacional). Pero
pronto habría problemas que dejarían sin volar al tan prometedor avión de
combate.
El 5 de octubre de 1991, una nave prototípica
se estrelló mientras intentaba un aterrizaje de portaaviones. Luego llegaría la
crisis financiera tras la disolución de la Unión Soviética. Esto se tradujo en
que el Yakovlev se quedase solo, ahora debía obtener fondos de otras fuentes.
Ingreso a Lockheed
En un intento por seguir sobrevolando los
turbulentos cielos de un imperio que colapsaba, Yakovlev comenzó a buscar un
socio extranjero. Uno de los éxitos alcanzados fue el desarrollo del entrenador
de combate Yak-130, en sociedad con la italiana Aermacchi.
La otra sociedad sería con Lockheed Martin. A
principios de los años 90, el ejército estadounidense decidió reemplazar sus
bombarderos F-16, F-18 y A-10 por una familia común de aeronaves para sus tres
servicios que operaban aeronaves.
Lockheed Martin era una de las empresas que
intentaban suscribir el multibillonario contrato con Joint Strike Fighter. Como
los diseñadores estadounidenses no contaban con experiencia previa en el
desarrollo de VTOL y el British Jaguar estaba pasado de moda, vieron el
potencial del diseño de Yakovlev.
Según el analista de aviación Bill Gunston, la
sociedad Lockheed-Yakovlev nació hacia finales de 1991, si bien no fue hecha
pública por Yakovlev hasta el 6 de setiembre de 1992, y no fue revelada por
Lockheed Martin hasta junio de 1994.
Lockheed inyectó cerca de 400 millones de
dólares. Para Yakovlev, los frutos de la sociedad eran tres nuevos prototipos y
una aeronave estática adicional de pruebas a fin de testear las mejoras en el
diseño y la aviónica. Dos prototipos de los aviones fueron expuestos en la
exhibición aérea moscovita de 1993. Ninguno voló.
El verdadero ganador fue Lockheed. Sus
diseñadores habían hallado una mina de oro —habían aprendido lo suficiente
acerca de las técnicas de “lift plus lift cruise” de los rusos a fin de diseñar
su prototipo del Joint Strike Fighter, conocido como el X-35, preparándose para batir el vuelo entre él y el Boeing
X-32.
Las similitudes del F-35B y el Yak-141 no
radican solo en los motores, las toberas y los ventiladores. Las dos aeronaves
incluso son muy parecidas en su aspecto, cual gemelos separados al nacer.
Difícilmente esto sea una coincidencia, ya que debajo de la capucha de la
aeronave estadounidense se encuentra un corazón ruso.
Military Today
sostiene que Lockheed Martin “probablemente utilizó la experiencia obtenida en
este proyecto para desarrollar su propio caza polivalente F-35”.
La verdad podría darse a conocer dentro de
unos años si alguien de los bandos ruso o estadounidense se sentara a escribir
sus memorias. Hasta entonces, todo lo que podemos decir es que si parece un
Yak, vuela como un Yak y se desempeña como un Yak, debe serlo.
Tecnología rusa de despegue
Lift Plus Lift Cruise: un concepto del
vuelo vertical a reacción que utiliza un motor principal tanto para
vuelos hacia adelante (crucero) como para el empuje vertical, mediante
el uso de toberas vectoriales a 90 grados, con un motor de "levante"
adicional al frente para el equilibrio y un empuje vertical extra.
Ventilador remoto: Un concepto para
vuelos verticales a reacción similares al Lift Plus Lift Cruise, pero
con el motor de levante frontal reemplazado por un ventilador de
accionamiento remoto, el cual utiliza energía del motor principal. La
energía puede transmitirse ya sea a través de un eje o una diversión y
el conducto de gases del motor.
Ambas tecnologías fueron
originariamente propuestas por los alemanes durante la Segunda Guerra
Mundial. Desarrolladas por los rusos, ahora se encuentran en el corazón
del F-35B.
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