Rusia probará el nuevo modelo «Sterj 10» a
principios de este mes, reflotando estas máquinas tras décadas en el
olvido. China e Irán también se encuentran trabajando en proyectos
similares
En 1966 uno de los primeros satélites espía norteamericanos detectó algo a orillas del mar Caspio que dejó atónitos a los analistas de Inteligencia:
una monstruosidad de 106 metros de longitud y 42 metros de la punta de
un ala a otra, forma de avión y diez motores a reacción. Ante la
imposibilidad de saber con exactitud si se enfrentaban a un barco o un
avión, lo apodaron «el monstruo del Mar Caspio» y comenzaron a
monitorizar sus evoluciones sobre el agua.
Sin embargo, no era ni una cosa ni la otra: se trataba de un ekranoplano, el primero de su tipo, una suerte de avión anfibio diseñado
y construido por el ingeniero y diseñador naval Rostislav Evgenievich
Alexeyev llamado a revolucionar el transporte marítimo y el combate
sobre el agua.
Alexeyev, que había comenzado su
carrera diseñando hidroalas —embarcaciones que utilizan «alas» para
elevar su casco por encima del agua, pudiendo alcanzar mayores
velocidades que los barcos convencionales gracias a un menor
rozamiento—, pronto se dio cuenta de la conveniencia de diseñar un
navío capaz de permanecer totalmente fuera del agua mediante el aprovechamiento del conocido como «efecto suelo»,
que se produce cuando un cuerpo, con una diferencia de presiones entre
la zona que hay por encima de él y la que hay por debajo, está muy cerca
de la superficie terrestre.
Presentan grandes ventajas frente a los aviones y barcos
Acondicionado como
un laboratorio de pruebas, pronto demostró las ventajas de los
ekranoplanos (principalmente, mayor capacidad de transporte con menos
potencia y/o menos gasto de combustible que un avión, además de la
posibilidad de posarse en cualquier punto del océano, como los
hidroaviones, ser casi indetectables por volar bajo la cota del radar y
mucho más difíciles de alcanzar por parte de un misil)... y también
algunas de sus desventajas.
En 1980, durante un viaje, una ráfaga de viento lo desestabilizó
y el piloto optó por elevarlo, como debería haber hecho si se tratase
de un avión. Sin embargo, no se trataba de un avión, y la maniobra
provocó que el ekranoplano perdiera la sustentación y se estrellara.
No obstante, la idea ya había logrado
seducir a algunos altos mandos del Ejército soviético, entre ellos, al
ministro de Armamentos y posteriormente vice-primer ministro y ministro
Defensa Dmitri Ustínov, que encargó la construcción de 120 ekranoplanos diseñados para participar en misiones de asalto.
En 1972 veía la luz según sus especificaciones el «A-90 Orlyonok»
(«pequeña áquila» en ruso), de 58 metros de largo y cuyas alas, más
finas que las del KM, le permitían elevarse hasta los 300 metros de
altitud.
Sin embargo, la muerte de Ustínov en
diciembre 1984 acabó también con la progresión de los ekranoplanos:
únicamente verían la luz 3 ó 4 Orlyonok antes de que el programa se
cancelara. No obstante, antes de fallecer Ustínov también pudo ver
terminado otro modelo de ekranoplano, el «Lun» («Gavilán»), acabado en
1980, capaz de transportar y lanzar 6 misiles antibuque SS-N-22 Sunburn y
transportar más de mil toneladas de carga. El único Lun terminado,
junto con un par de Orlyonok —otro permanece en Moscú— languidecen en dique seco en la ciudad de Kaspisk, en la República ex soviética de Daguestán.
Caida y auge
Tras la muerte de Ustínov y el
desmoronamiento de la Unión Soviética la mayoría de proyectos para la
construcción de ekranoplanos quedaron abandonados, incluyendo un macroproyecto para construir tres modelos gigantes que sirvieran para transportar el trasbordador soviético Buran y los cohetes Energía, encargados de ponerlo en órbita.
Sin embargo, en los últimos años el ekranoplano ha vuelto a despertar el interés de la industria internacional. Primero fue la norteamericana Boeing, que proyectó fabricar un modelo de 152,4 metros y una capacidad de unas 1.300 toneladas bajo el nombre de Pelican, con un alcance de unas 10000 millas náuticas (aproximadamente 18000 kilómetros).
Aunque el Proyecto Pelican fue
abandonado, países como China e Irán e incluso la propia Rusia han
retomado la idea de construir ekranoplanos. La semana pasada la agencia de noticias rusa RIA Novosti anunciaba que a principios de este mes de agosto el nuevo «Sterj 10» entraría en fase de prueba.
El Ejército iraní posee al menos diez ekranoplanos
El año pasado otro modelo, el «EK-12P "Ivolga"», ya había despertado el
interés del Servicio Federal de Fronteras ruso, mientras que la empresa
Beriev se encuentra buscando financiación para construir el «Be-2500
Neptun», capaz de volar tanto como un avión comercial a gran altitud
como un ekranoplano, y que se convertiría en la mayor aeronave jamás construida.
Por su parte, el pasado mes de mayo una televisión china
mostraba las primeras imágenes del «CYG-11», muy similar al «Ivolga» y
capaz de funcionar con dos motores de automóvil. También Irán se ha
subido al carro de los ekranoplanos: en 2010 la agencia oficial iraní
Fars publicaba fotografías de un nuevo modelo, el «Bavar 2». La televisión pública iraní mostró imágenes en las que aparecían al menos diez unidades del «Bavar».
u. mezcua
wikimedia commons
http://www.abc.es
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