jueves, 9 de enero de 2014

Política china de defensa cambia de rumbo

 


 
2013 fue un año de grandes cambios en la política exterior y de defensa de China. Tal vez se trate de uno de los síntomas de este vuelco que está dando el gigante asiático en el escenario internacional para convertirse en una potencia militar.

En marzo, Pekín modificó su postura con respecto a las islas disputadas de Senkaku (Diaoyu) al enviar, por primera vez, a sus aguas litorales, en lugar de los buques de control marítimo, buques de guerra y aviones de combate de la Armada del Ejército Popular de Liberación. 

Esta medida provocó una gran resonancia política, especialmente después de que una fragata china apuntó su radar de tiro contra un buque de guerra japonés y un helicóptero cerca de las islas en disputa.

Al mismo tiempo China llevó a cabo una reforma en su administración oceánica para, entre otras cosas, salvaguardar mejor sus derechos e intereses marítimos creando una nueva y más poderosa guardia costera. 

Para ampliar aún más sus posibilidades de respuesta en eventuales situaciones conflictivas, Pekín declaró en noviembre pasado una "zona de identificación de defensa aérea" (ZIDA) sobre las islas en disputa en el mar de China Oriental. Japón y EEUU no tardaron en demostrar su desacuerdo con la decisión unilateral de la parte china: aviones de combate, tanto estadounidenses como japoneses, sobrevolaron la zona de defensa aérea decretada por Pekín sin informar a las autoridades chinas, acciones interpretadas como un desafío a la reivindicación del nuevo espacio aéreo.

 
Aunque China no recurre al uso directo de la fuerza, tampoco está de brazos cruzados: en el primer mes después de decretar la nueva zona de defensa aérea sus aviones despegaron en cincuenta y una ocasiones como respuesta a la incursión de aeronaves extranjeras. 

Los aviones de alerta oportuna y de combate en un total de ochenta y siete vuelos para vigilar y patrullar en el espacio aéreo de la ZIDA. De esta manera, Pekín obtuvo una herramienta para ejercer presión sobre Tokio en los conflictos territoriales. 

Esto, a su vez, puede motivar al Gobierno nipón a buscar un compromiso con el país vecino pero también puede dar resultados opuestos como fortalecimiento de la alianza militar entre EEUU y Japón y de las fuerzas terrestres de autodefensa japonesas.

China admitió, además, la intención de crear otras zonas de identificación aérea, similares a la establecida en el mar de China Oriental, en el mar de China Meridional. Aún no está declarada de manera oficial pero Washington ya expresó su preocupación al respecto.

En 2013 China estableció el comité de seguridad estatal que permitirá mejorar la coordinación entre los diferentes estamentos en caso de crisis dentro y fuera del país. El nuevo organismo sustituyó los mecanismos ineficientes de toma de decisiones y tiene competencia suficiente para adoptar decisiones vinculantes. Además de funcionarios, lo integrarán representantes de las Fuerzas Armadas aumentando el peso político de los militares.

 
El año 2013 estuvo marcado por el conflicto en Siria y la frustración de los planes de EEUU que intenta desde más de dos años derrocar el régimen del presidente actual, Bashar Asad, apoyando a la insurgencia y amenazando con una intervención militar. 

A pesar de que fue Rusia la que, ante los ojos de la comunidad internacional, protagonizó la mediación entre las partes del conflicto para encontrar una solución pacífica, el papel de China no fue menos importante. 

Pekín no solo apoyó la postura rusa sino que también concedió a Siria préstamos con los que el Gobierno sirio pudo abastecerse con gastos básicos y materiales paramilitares (combustible, medicamentos, etc.) para continuar la guerra.

Rusia y China sacaron una importante lección de lo sucedido en Libia, cuando no consiguieron impedir la destrucción de su socio comercial importante. Si el régimen de Bashar Asad sobrevive este cataclismo será la primera vez después de la desintegración de la URSS, en 1991, que triunfe un gobierno “condenado” por Occidente. 

Y este éxito tendrá importantes consecuencias geopolíticas. Es importante señalar que se deberá a los esfuerzos conjuntos de Pekín y Moscú: ninguno de los países hubiera podido actuar de manera eficaz en solitario.

 
Durante 2013, China avanzó en el fortalecimiento de su poder militar, especialmente en los aspectos que convierten el país en una potencia mundial en este sentido. Por lo visto, finalizaron las pruebas de los nuevos submarinos nucleares equipados para lanzar misiles balísticos JL-2 y empezaron ensayos de nuevos misiles balísticos intercontinentales. 

La Fuerza Aérea incorpora nuevos bombarderos H-6K, se puso en marcha una nueva línea de producción de los cazas embarcado J-15 y se están construyendo dos portaaviones a la vez.

El año 2013 fue un año de importantes decisiones políticas y reformas cuyos resultados influirán en la situación política y militar en todo el mundo.
 

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