Altanera y orgullosa paseó sus velas y 
la insignia nacional por todos los mares del mundo, con un mensaje de 
amistad y confraternidad. La Fragata Libertad permanece  hoy amarrada a 
un oscuro muelle en un puerto africano como resultado de equivocadas 
decisiones políticas de las que nadie hacerse cargo.
El pasado mes de junio este buque 
escuela de la Armada Argentina zarpaba de Buenos Aires para realizar su 
43 viaje de instrucción, con una tripulación de 289 marineros 
argentinos, 23 graduados de Chile y Uruguay más invitados especiales, 
obviamente con destinos ya determinados por las autoridades nacionales.
Tras cuatro meses de viaje y 
gracias al afán desmedido y a la impericia política del Gobierno, 
derivaron en un temible cóctel que concluyó con la retención del buque 
en Ghana, como consecuencia de un pedido de embargo realizado ante la 
justicia ganesa por un grupo de acreedores extranjeros a los que 
Argentina debe el pago de bonos en default. Además de todas las 
consideraciones que podamos tener sobre los reclamos de los llamados 
“fondos buitres” y también de que, según todos los expertos consultados,
 esta retención vulnera la Convención de las Naciones Unidas sobre el 
Derecho del Mar, lo cierto es que la humillación a la cual han sido 
sometidos el buque y su tripulación no tiene precedentes.
Con reproches y acusaciones cruzadas 
entre el Ministerio de Defensa y la Cancillería sobre quién es el 
responsable, todo esto no hace más que profundizar la idea de cómo se 
han manejado las cosas. La decisión política de priorizar la vinculación
 comercial con naciones africanas motivó la elección de destinos como 
Angola, Senegal y Ghana. Aunque existían indicios de la posibilidad de 
encontrar problemas la Cancillería no objetó el itinerario en estas 
regiones africanas.
Recordemos que para la planificación, la
 institución castrense plantea los requerimientos náuticos del viaje y 
el Ministerio de Relaciones Exteriores los políticos que hacen a las 
relaciones internacionales. Ejemplifiquemos que hace un par de años en 
la Regata del Bicentenario Velas de Sudamérica, la ARA Libertad 
participó solamente hasta la etapa que llegaba a la venezolana La 
Guaira, ante la posibilidad cierta de inconvenientes en puertos más al 
norte, es decir que en ese momento se analizaron posibles amenazas, que 
en esta ocasión se minimizaron.
Acorde a las costumbres propias, este 
papelón internacional empezó a tomar estado público cuando ya había 
pasado más de una semana de la retención del buque, a nadie le importó 
demasiado la suerte de los tripulantes al extremos que la situación fue 
silenciada en los medios oficiales incluyendo a los navales. La 
presencia de cadetes de países amigos calentó el ambiente por las 
reclamaciones de los dignatarios de Chile y Uruguay que pidieron por sus
 jóvenes oficiales regresen a casa, ya que se vislumbra que la situación
 va para largo.
Estallado el asunto, el ministro de 
Defensa, Arturo Puricelli, relevó al jefe de la Armada, Almirante Carlos
 Alberto Paz, a quien sustituyó por un submarinista, Daniel Martín. 
Anteriormente otros dos altos oficiales fueron removidos de sus cargos, 
con la tónica habitual del Poder Ejecutivo de derivar las culpas de todo
 a los mandos de las fuerzas armadas.
Miembros del Congreso Nacional han 
exigido la presencia del Canciller y del ministro de defensa para que 
expliquen en el honorable recinto las razones de este problema, hasta el
 momento de la publicación de este artículo nadie se ha presentado. La 
retención de la Libertad, que sólo posee cañones de saludo empleados 
para dar honores al país anfitrión, resulta absolutamente incompatible 
con el Derecho Internacional y ridículo entre naciones civilizadas.
Los extensos viajes de instrucción que 
realiza desde hace décadas, tienen como función completar la formación 
náutica, profesional y humana de los jóvenes cadetes que luego serán 
oficiales de la ARA, ampliar el pensamiento con las visitas a diferentes
 lugares del planeta y consolidar los lazos de confraternidad con las 
naciones amigas.

Sacar de África a la tripulación
Tener retenido el buque en el puerto 
africano de Tema cuesta al Estado una friolera de miles de dólares 
diarios, previéndose una larga estadía allí ya que las autoridades 
locales explicaron que las instancias judiciales de Ghana y de los 
tribunales internacionales exigen plazos no necesariamente cortos.
La fianza exigida por la autoridad 
ganesa de unos veinte millones de dólares y que la Argentina no acepta, 
podría consumirse bastante rápidamente si el buque no sale de allí 
pronto. Hay piden evacuar la tripulación, apelando a aeronaves de largo 
alcance de Aerolíneas Argentinas como los Airbus A-340 ya que la Fuerza 
Aérea no dispone de aviones estratégicos que sí tenía años atrás, 
hablamos de los nobles Boeing 707 que podían desarrollar extensos 
vuelos, y que luego se queme al barco para que no caiga en manos de los 
usureros ó, peor aún, de delincuentes. Deben buscarse soluciones.
Alguien podría tomar a broma este último
 comentario, pero quienes hemos visto a los barcos rusos abandonados en 
puertos argentinos tras la caída del imperio Soviético, a sus 
tripulantes desesperados por regresar a casa, malvendiendo cualquier 
elemento útil de esos buques sin dueño y que más de una de esas 
estructuras navales todavía están amarradas con sus cascos enmohecidos, 
la situación puede tornarse preocupante para los tripulantes de la 
Libertad.
Ahora, se procederá a evacuar a casi 
toda la tripulación más los cadetes extranjeros por intermedio de un 
avión de la empresa Air France que, rentado por el gobierno argentino y 
ante la posibilidad de problemas con una aeronave de Aerolíneas, saque a
 los marinos de tierras africanas.
La Libertad quedará al mando de su 
comandante, el capitán Pablo Salonio y un reducido grupo de tripulantes,
 ya que no tienen luz, ni agua ni suministros hasta la liberación.
¿Que se esta haciendo?
Cuando el juez Richard Adjei Frinpong, 
del Tribunal de Comercio de Accra, atendió a un pedido de embargo del 
fondo económico NML  Capital Lts. afiliado a la empresa Elliot 
Management de origen estadounidense, que reclama unos 370 millones de 
dólares de bonos en default de Buenos Aires, no hizo más que descubrir 
la problemática que acompaña asiduamente a los movimientos argentinos.
Para el juez no constituye una violación
 de la Convención de Viena la retención de la fragata ya que éste no 
contaría con inmunidad diplomática, Argentina piensa lo contrario y se 
niega a pagar fianzas de veinte millones. El planteo ante la justicia 
ghanesa dice que el buque es objeto de embargo, el tribunal dio la razón
 al principio y prohibió la salida de la nave. Los criterios de los 
fondos buitre litigantes se asientan sobre las prerrogativas entregadas 
por Argentina a los capitales extranjeros durante el gobierno de Carlos 
Menem en los noventa, que admitían la jurisdicción de tribunales 
extranjeros por sobre la autoridad judicial argentina.
En breve, todo esto esconde también un 
tema de fondo, tal cual es la vigencia ó no de la inmunidad soberana 
sobre los bienes del Estado cuando están en el exterior.Los 
especialistas en Derecho Internacional indican que el mismo excluye a 
los bienes soberanos, ó sea aquellos que debe usar el Estado en el 
indiscutido ejercicio de la soberanía, entre ellos se encuentran los 
buques de guerra.
Por ello es imposible sostener la teoría
 de la embargabilidad de la fragata Libertad, ya que es un buque de la 
Armada. Ante la inflexibilidad- por ahora- de la justicia africana se 
llevaría el planteo a los tribunales internacionales, pero debería 
admitirse que los plazos se alargarán.
El gobierno argentino ha pedido a más de
 una docena de países que apoyen el rechazo a la decisión de retener a 
la fragata, e iniciar una suerte de presión diplomática, intentando 
revertir desde este campo la compleja situación en la que se encuentra 
un bien del Estado sujeto a la persecución y embargos  de los bonistas.
Lejos de las internas en Buenos Aires, 
funcionarios de Defensa y Cancillería viajaron a Ghana para destrabar el
 conflicto de manera diplomática, esperando que la sutil presión de 
otros países sobre Ghana permita la liberalización de la fragata. La 
evidente falta de comprensión estratégica sobre las nuevas realidades 
internacionales es una constante en la política exterior  argentina. 
Parece que no comprenden la vital importancia del relacionamiento, 
mostrando una gestión débil y con escasa coherencia y coordinación.
Cifras del Fondo Monetario Internacional
 proyectan que el África Subsahariana será la segunda zona con más 
crecimiento en el mundo para el próximo ejercicio, solamente superada 
por Asia. Aunque todavía persisten problemas de gobernabilidad y clara 
debilidad institucional, no hay guerras civiles de gran magnitud, el 
pasado año vio elecciones en diecisiete países y en términos 
geoeconómicos se aprecia la existencia de un corredor del Atlántico Sur 
que define un sector con una conexión de intereses comunes a la parte 
sur de África y de América que puede ser concretado.
Este bochorno tiene una poderosa carga 
simbólica, porque así como se retiene a un buque inofensivo también se 
demuestra la escasa libertad que tiene el país para sus movimientos 
internacionales. Seguramente Argentina usará su asiento no permanente en
 el Consejo de Seguridad de la ONU para presionar sobre este asunto, lo 
que abrirá otras suspicacias en la región, pero el apoyo internacional 
es hoy vital para solucionar el entuerto.
Ya se ha visto la ineficiencia de la 
conducción política de la Cancillería, el silencio de la cartera de 
Defensa aunque rápida para pasar a retiro a oficiales navales- con ó sin
 culpa- la utilización de los medios oficiales de prensa para ocultar ó 
minimizar el asunto, al extremo que si no fuera por algunos periódicos 
opositores y redes sociales nadie se hubiera enterado de la existencia 
un barco retenido en Africa… y que ese barco era nuestro.
Aunque se espera una solución 
consensuada a mediano plazo, algunos observadores indican que ya sería 
tiempo de pensar en la evacuación de los tripulantes, dejando una 
guardia mínima y prepararse para un complicado entuerto judicial. Lo 
cierto es que la fragata Libertad, habitual embajadora de buena 
voluntad, que es la clara representación del pueblo argentino a través 
de sus tripulantes, que llegan a ella desde todos los rincones de la 
extendida geografía nacional, hoy es rehén en un puerto extraño, ella y 
sus tripulantes no merecían semejante humillación.
Luis Piñeiro
http://www.defensa.com  








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