El programa SIRAMICOR (Sistema de Rastreo de Minas de Influencia por Control Remoto), desarrollado por Navantia y financiado por la Dirección General de Armamento y Material (DGAM), ha sido víctima también de la reducción presupuestaria sufrida en los últimos años en Defensa.
 
Tras
 el finalizar la fase de definición del programa -el primero encaminado a
 plataformas navales de superficie no tripuladas-, el proyecto ha 
quedado “congelado” en espera de ser reactivado cuando las partidas 
presupuestarias de Defensa lo permitan.
 
Así quedó patente en las 
Jornadas Técnicas sobre Vehículos no Tripulados de Aplicación Naval 
organizadas los días 25 y 26 de abril en Madrid por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Armas Navales (ETSIAN)
 de la Armada, en colaboración con el Sistema de Observación y 
Prospectiva Tecnológica (SOPT) de la Subdirección General de Tecnología e
 Innovación de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM).
 
Juan Carlos Díaz y Arturo Torres,
 de la Dirección de Ingeniería de Navantia, explicaron el objetivo y las
 principales características del SIRAMICOR, consistente en el desarrollo
 de un sistema de control para embarcaciones autónomas capaces de 
remolcar rastras multi–influencia.
 
Los ingenieros señalaron que 
el programa se enmarca en la necesidad de nuevas capacidades MCM 
(Medidas Contra Minas) y que, por tanto, ha sido diseñado tomando como 
base los requisitos marcados por la Armada.
 
Añadieron que el objetivo sería sustituir e incrementar las capacidades de los dragaminas de la clase Jucar,
 y que se habían contemplado alternativas tanto para barcos grandes tipo
 LHD como para buques más pequeños, como los Buques de Acción Marítima 
(BAM) o las futuras fragatas F-110.
 
Precisamente, en el diseño de
 la plataforma, se estudiaron diferentes posibilidades de casco, 
propulsores, generación eléctrica, etc. y, tras hacer un exhaustivo 
análisis teniendo en cuenta las prestaciones que se requerían, los 
costes de adquisición y ciclo de vida, y el uso de productos probados, 
se optó por una plataforma tipo RIP de BAM o F-110, monocasco, con 
propulsores waterjets, propulsión mecánica diesel y generación eléctrica por alternador/batería.
 
Para la definición del sistema de rastras, Navantia contó con la colaboración de SAES.
 En este campo, se estudiaron primero las posibilidades de las rastras 
de imanes permanentes, utilizadas por Australia, pero se determinó que 
eran muy grandes y pesadas. En este sentido, se vio que las rastras de 
electrodos, utilizadas por la Marina estadounidense, aportaban mayor 
flexibilidad y modularidad, cualidades que buscaban las empresas 
españolas y la Armada.
 
Igualmente, en el proyecto, Navantia contó
 con la colaboración de la Universidad Complutense de Madrid para la 
simulación de la dinámica de navegación y con el CEHIPAR para los 
ensayos de comportamiento en la mar.
 
“Pensamos que ees una línea 
estratégica de futuro y que cubre un gap de la Armada en este tipo de 
sistemas dragaminas”, concluyeron los ingenieros de Navantia.
Infodefensa.com
Nuria Fernández







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