"El califato contraataca". 
Recurriendo a la saga de la Guerra de las Galaxias como fuente de 
inspiración, The Economist ha titulado de esta manera para explicar la 
semana exitosa protagonizada por el Estado Islámico. Una semana que se 
ha saldado con la conquista sucesiva de la ciudad de Ramadi en Irak y el
 histórico enclave de Palmira en Siria.
Dentro de su empeño por cuestionar las fronteras de Oriente Medio 
nacidas del colapso del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, 
estas dos victorias han servido para desbaratar las crecientes dudas 
sobre la viabilidad del califato proclamado hace un año.
Con estas operaciones, el Estado Islámico recobra la 
iniciativa y ha conseguido que su primer aniversario no quede marcado 
por las derrotas sufridas en los últimos meses sobre todo en Irak.
Esta ofensiva de primavera también ha servido para cuestionar la 
estrategia de limitada intervención adoptada por la Administración Obama
 y dejar en evidencia la voluntad de lucha de las tropas en primera 
línea de combate contra los yihadistas.
  
1.- Ramadi, a cien kilómetros de Bagdad.
Tras semanas de combates, el Estado Islámico capturó el pasado 
domingo la ciudad iraquí de Ramadi, situada a unos cien kilómetros al 
oeste de la capital Bagdad.
Con esa victoria, acompañada del asesinato de cientos de civiles, el 
Estado Islámico ha tomado el control de la estratégica autopista que 
conecta sus dos principales frentes de batalla: Irak y Siria.
Además de capturar el centro político de la provincia de Anbar, la 
más grande de Irak y con un sangriento historial de insurgencia, los 
yihadistas se han hecho con un significativo arsenal abandonado por las 
fuerzas militares a las órdenes del gobierno de Bagdad.
Entre esas armas pesadas se encontrarían piezas de artillería, numerosos blindados y media docena de carros de combate.
La situación ha llevado a que el primer ministro Haider al-Abadi haya
 recurrido a un conglomerado de cuarenta milicias chiíes para plantar 
cara a la ofensiva de la ultraortodoxia suní que representa el Estado 
Islámico.
No importa que esas milicias, que cuentan con el respaldo de Irán, 
tengan su propio lastre de abusos y enemistad con las grupos suníes de 
Irak. En cualquier caso, la polarización y la violencia sectaria en Irak
 parecen estar más que garantizadas.
2.- Palmira y la mitad de Siria.
Tres días después de la caída de Ramadi, el Estado Islámico se ha 
hecho con el control del histórico enclave de Palmira, en el corazón de 
Siria.
Incluidas las ruinas de lo que hace dos mil años fue uno de los 
centros culturales más impresionantes del mundo antiguo. Con ese avance,
 el grupo yihadista derivado de Al Qaeda dominaría en la actualidad el 
equivalente a la mitad del territorio de Siria.
Bajo el control del califato también han quedado la mayoría de los 
pozos de petróleo y gas de Siria, garantizando su financiación a través 
de redes del contrabando alimentadas por intereses compartidos con 
terceros países.
En Siria, solamente quedarían en estos momentos dos importantes 
yacimientos de hidrocarburos (Shaer y Rumeilan) fuera del control del 
califato.
La conquista de Palmira, el oasis convertido en milenaria encrucijada
 de culturas, ha estado acompañada de las habituales matanzas para 
aterrorizar a la población local.
Según las Naciones Unidas, solamente un tercio de sus 200.000 
habitantes habrían abandonado la ciudad sin muchos lugares a donde huir 
en Siria. Como amenaza cultural añadida, el Estado Islámico ya ha 
demostrado gráficamente su voluntad de saquear y destruir monumentos y 
lugares de valor histórico.
Junto a Palmira, el Estado Islámico también ha expandido su control 
de la zona frontera compartida por Siria e Irak y todos los puestos de 
cruce. El régimen de Damasco, cada vez en una situación más precaria, 
solamente es capaz de defenderse efectivamente en los frentes donde 
operan Hezbolá y otras milicias respaldadas por Irán.
3.- Avanzar o perecer
.
El tiempo de estas dos victorias resulta clave ya que coincide con la
 proclamación hace un año del califato por parte del líder yihadista Abu
 Bakr al-Baghdadi. Con este golpe de efecto doble, el Estado Islámico 
habría entrado en una dinámica estratégica sin término medio.
Opera en frentes muy cambiantes y la derrota de los yihadistas en 
determinadas batallas no significa necesariamente que no puedan 
reagruparse y avanzar en otras zonas.
Con todo, el Estado Islámico necesita retener su capacidad de 
ofensiva si quiere seguir disfrutando de todos esos elementos que han 
hecho posible hasta ahora sus victorias, como por ejemplo su demostrada 
capacidad para atraer voluntarios internacionales.
Como ha indicado el investigador Charles Winter, de la Quilliam 
Foundation de Londres, el Estado Islámico no se puede permitir el lujo 
de estancarse. Y de hecho sus seguidores exhiben esa mentalidad de lucha
 sin cuartel en las redes sociales con mensajes del estilo: "El año 
pasado fue Mosul, este año es Ramadi y dónde llegaremos el año que 
viene..."
Dentro de este dinámica, el gran peligro es que el califato termine 
por convertirse en una parte permanente de Oriente Medio, aunque sea con
 una geografía cambiante. Además de plantar batalla, los líderes del 
Estado Islámico se están concentrado en organizar lo más parecido a un 
gobierno eficiente en las zonas que controlan desde hace ya más de un 
año.
4.- Cara y cruz.
La conquista de Ramadi y Palmira no significa tampoco que el Estado 
Islámico se haya convertido en una fuerza invencible. En Irak, las 
milicias de los pershmerga han conseguido avanzar en zonas kurdas de la 
provincia de Nineveh.
Además, los yihadistas también han perdido terreno en la provincia 
iraquí de Diyala. Sin olvidar el gran golpe estratégico que supuso la 
reconquista por parte de tropas gubernamentales de la ciudad de Tikrit, 
la cuna de Sadam Husein y punto estratégico entre Bagdad y Mosul.
En el frente de Siria, los ataques aéreos de la coalición liderada 
por Estados Unidos han permitido también a los kurdos repeler a 
comienzos de este año la ofensiva del Estado Islámico sobre la localidad
 de Kobani, fronteriza con Turquía.
Además, estos yihadistas han perdido posiciones en la provincia siria
 de Hasakah. Sin embargo, el balance total en el frente de Siria sería 
bastante más positivo para el califato con capital en la localidad de 
Raqqa.
El Estado Islámico ha sumado múltiples victorias en zonas como Homs y
 la conquista de Palmira. En esa ciudad histórica, las tropas leales al 
gobierno de Damasco también habrían optado por retirarse al sentirse 
superadas por los yihadistas.
5.- Sin voluntad de luchar.
La Administración Obama ha decidido compartir responsabilidades ante 
las victorias del Estado Islámico. En el caso de la toma de Ramadi, el 
secretario de Defensa de Estados Unidos ha cuestionado públicamente la 
"voluntad de luchar" de las fuerzas militares regulares a las órdenes 
del gobierno de Bagdad.
Según las críticas de Ash Carter expresadas con frustración a través 
de la CNN, las tropas de Irak tenían una enorme superioridad numérica en
 el frente de Ramadi y se retiraron rápidamente sin plantear resistencia
 al avance de las milicias yihadistas.
De acuerdo al máximo responsable civil del Pentágono, "tenemos un 
problema con la voluntad de los iraquíes a la hora de luchar contra el 
Estado Islámico y defenderse a sí mismos".
Esta debacle ha servido para poner en evidencia que las fuerzas militares de Irak son parte de un sistema clientelar.
Y en la práctica no han hecho más que malgastar las cuantiosas 
cantidades de dinero y material facilitados por Washington. Según ha 
indicado el general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor de Estados 
Unidos, "las fuerzas de seguridad de Irak no fueron expulsadas de 
Ramadi, se retiraron de Ramadi".
6.- La cuestionada estrategia de Obama.
La iniciativa demostrada por el Estado Islámico ha servido también 
para cuestionar la efectividad de la estrategia adoptada por la 
Administración Obama.
Hasta ahora, la Casa Blanca ha apostado por reconstruir el Ejército 
de Irak y forzar a que el gobierno chií de Bagdad se reconcilie con la 
población suní para evitar el total colapso del mismo país que solo por 
la fuerza mantuvo unido la dictadura de Sadam Husein.
En la práctica, Estados Unidos está apoyando la política de un solo Irak, canalizando toda la ayuda a través de Bagdad.
Estos esfuerzos se han visto acompañados por una limitada campaña de 
ataques aéreos contra objetivos del Estado Islámico pero sin llegar, en 
ningún caso, a comprometer un nuevo despliegue de tropas terrestres de 
Estados Unidos.
Según el secretario de Defensa, los bombardeos están siendo efectivos
 pero no pueden reemplazar la voluntad de las tropas iraquíes para 
defender su propio país. Aún así, tras la toma de Ramadi, Estados Unidos
 habría acelerado la transferencia de armas al gobierno de Irak.
A pesar de todo, en Washington se multiplican las críticas -tanto de 
congresistas republicanos como demócratas- contra el desempeño de la 
Administración Obama en Irak.
Con voces a favor de una estrategia mucho más agresiva contra el 
Estado Islámico, incluido el despliegue de miles de soldados de Estados 
Unidos junto a las tropas iraquíes.
Según el senador republicano John McCain, presidente de la comisión 
de Defensa de la Cámara Alta, "necesitamos tener una estrategia; no hay 
estrategia; y si alguien dice que hay una me gustaría escuchar cuál es 
porque ahora ciertamente no es aparente".
A juicio del senador de Arizona, "mientras tanto el presidente de 
Estados Unidos se dedica a decir que el mayor problema que tenemos es el
 cambio climático".
Jesús R. Martín
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