El Ministerio de Defensa acometerá finalmente los trabajos de gran carena (reparación y actualización) del submarino Tramontana, que alargarán su vida operativa otros cinco años. La medida es 'obligada' tras los problemas encontrados en la producción del submarino S-80.
Según fuentes militares consultadas por El Confidencial Digital, la entrada del Tramontana en talleres es actualmente “más una realidad que una posibilidad”. Y todo a pesar de que Defensa ya había renunciado a la gran carena por motivos presupuestarios.
Tal y como explican, la decisión se comenzó a gestar en el instante en que Navantia comunicó a la Armada los problemas de cálculo en el diseño del S-80, que le han provocado un exceso de peso de 70 toneladas complicando su operatividad.
Este contratiempo en la producción del primero de los submarinos de nueva generación, el ‘Isaac Peral’, provocará un retraso en su entrega a la Armada estimado en dos años. Del 2015 al 2017.
Ese retraso de dos años supondría dejar a España prácticamente sin arma submarina. Si el Tramontana no entra en talleres, tan sólo quedarían en activo el Galerna (que afronta el último tramo de su vida operativa) y el Mistral
(que actualmente está finalizando su paso por astilleros para
realizarle la gran carena). Insuficiente para un plazo de cuatro años.
Por ello, Defensa ha decidido reiniciado la búsqueda de alternativas para financiar los trabajos de carena del Tramontana. Estas labores consisten en realizar una profunda revisión de todas sus piezas –desmontando el buque y volviendo a montarlo-, sustituyendo aquellos equipos y sistemas que estén obsoletos o estropeados. De esta manera se puede prolongar su vida útil sin riesgo para sus tripulantes.
Las fuentes del sector consultadas estiman que el coste de estos
trabajos, que podrían iniciarse este mismo verano, ascendería a unos 30 millones de euros. El precio que ha costado también la carena del Mistral.
El proceso, sin embargo, es muy largo. “Alrededor de dos años desde su inmovilización hasta su entrega de nuevo a la Armada”. A partir de ahí, su vida se prolongaría otros cinco años más, hasta 2020 aproximadamente. Un espacio de tiempo que en la Armada consideran clave, ya que es necesaria una etapa de convivencia entre la antigua y la nueva clase de submarinos.
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