La república de Crimea y la ciudad de Sebastopol vuelven a ser
rusas. Ya se han podido oír anuncios en los que se dice que los
trabajadores de la república del mar Negro recibirán el mismo salario
que el resto de los habitantes de la Federación Rusa, que la pensión de
los veteranos aumentará más del doble, que los colegios e institutos
adoptarán los programas rusos... Se esperan muchos cambios positivos en
la república. Pero sigue habiendo problemas serios.
El destino de los
oficiales de las Fuerzas Armadas ucranianas que servían en Crimea ha sido una
fuente de tensión. Durante semanas Kiev a dado la orden de no abandonar sus
puestos e incluso, en caso de que la vida y la integridad de los soldados se
vea amenazada, utilizar las armas.
Finalmente, los últimos soldados que se mantenían fieles al Ejército de
Ucrania, recibieron ayer la orden de retirada.
“Las unidades
ucranias en Crimea están ya bajo control ruso. Todos los leales a Kiev se han
rendido, salvo dos barcos en el lago de Donuzlav [junto a Yevpatoria, al
oeste], cuya dotación sigue al mando y sin planes de abandonar”, explicaba a
mediodía del lunes Alexei Mazepa, portavoz del Ejército ucranio en Crimea.
Por otro lado,
algunos políticos de la capital ucraniana hablan de la necesidad de sacar las
unidades militares ucranianas del territorio de la península y de crear una
zona desmilitarizada. El Ministerio de
Asuntos Exteriores ucraniano anuncia que está preparando una propuesta con este
contenido para el Consejo de Seguridad de la ONU.
¿Qué sucederá
con los soldados ucranianos?
Cuando la gente de
uniforme no recibe una orden clara de sus superiores sobre cómo actuar en caso
de que haya una situación crítica puede suceder cualquier cosa. De hecho ya ha
sucedido. Cuando los grupos de autodefensa tomaron al asalto el 13 centro de
fotogrametría del Alto mando de operaciones de las Fuerzas Armadas ucranianas
en Simferópol, Crimea, murieron dos personas debido a los disparos de un
francotirador: un alférez ucraniano y un miembro de un grupo de autodefensa.
Otras dos personas quedaron gravemente heridas.
Tras
varios día, fue detenido el supuesto autor. Un joven de 17 años, oriundo
de la región de Lvov, en el Oeste de Ucrania, y según las autoridades
crimeas, se sospecha que podría pertenecer al grupo
ultranacionalista ucraniano Sector de Derechas.
Este fue el primer
derramamiento de sangre que tuvo lugar en Crimea después de volver a ser parte
de Rusia. Aunque no se quiera pensar en ello, no se descarta que sea necesario
aumentar el grado de alerta de los miembros de los cuerpos de seguridad de
Crimea y que estén preparados para reprimir nuevas provocaciones. Pero las
autoridades de la península hacen todo lo posible por resolver el destino de
los más de 20.000 soldados ucranianos, lo más pronto posible.
Según han
declarado las autoridades de la república tienen dos opciones. Abandonar el
ejército ucraniano y pasar al servicio de las fuerzas del orden de Crimea y
posteriormente entrar en el Ejército ruso y la Flota del Mar Negro. Mantendrían
su graduación militar y recibirían un salario considerablemente más alto que el
que tenían en el ejército ucraniano. Los que no quieran servir en Crimea ni en
Rusia tienen otra posibilidad que es abandonar Ucrania.
El gobierno de
Simferópol está dispuesto a costear su manutención durante tres meses y
comprarles el billete de tren hasta la ciudad que elijan de destino. Pero para
cumplir esta recomendación hay obstáculos bastante serios, ninguno de los
oficiales ucranianos de cualquier graduación puede abandonar su puesto sin
obtener la correspondiente orden de Kiev. En caso contrario serían considerados
desertores con todo lo que eso conllevaría.
¿Cuál es la salida
de esta situación? Las autoridades de Crimea deberían entregar a todos estos
soldados una notificación de deportación como miembro de un ejército ajeno a la
república y que se encuentra en ese momento de forma ilegal en el territorio de
la península. Este documento serviría de indulgencia ante las acusaciones por
parte de la fiscalía ucraniana.
Es cierto que los
soldados ucranianos (no hemos incluido conscientemente a los soldados y
sargentos de los servicios de emergencia ya que en cualquier paso pasan a la
reserva) tienen otra opción. Aquellos que no quieran servir en el Ejército ruso
o el ucraniano pueden presentar su dimisión y abandonar las filas de las
fuerzas armadas. Tienen derecho a aprovecharse de esta opción aquellos que
tengan casa en Crimea y que hayan servido el plazo mínimo para obtener la
pensión. Esta posibilidad está garantizada por la legislación rusa.
¿Qué sucederá
con el armamento ucraniano?
Además de los
20.000 soldados ucranianos, en Crimea sigue habiendo una gran cantidad de
material militar que pertenece a las fuerzas armadas ucranianas.
Según diferentes
cálculos serían como mínimo 30 buques militares, unos 150 transportes
acorazados y medio centenar de tanques, 60 cazas MiG-29
y aviones de entrenamiento L-39, dos decenas de helicópteros, seis decenas de
complejos de misiles antiaéreos de larga distancia S-300
y cuatro decenas de complejos de misiles antiaéreos de media y corta distancia
Buk-M1 y Tor, sistemas de defensa costera... Resulta difícil saber si el
ejército ruso necesita toda esta 'herencia'.
En más de veinte
años el armamento del ejército ucraniano, incluido el que se encuentra
desplegado en Crimea, no se ha renovado ni modernizado. Según comentan los
propios pilotos militares ucranianos, de las cuatro decenas de cazas MiG-29 que
hay en la base aérea de Balbek, en Sebastopol, tan solo pueden despegar cinco.
Ese mismo panorama se repite con otro tipo de tecnología militar.
El estado de los
buques de la Armada ucraniana y de sus barcos de suministro, es otra cuestión
totalmente distinta. Actualmente la mayoría de ellos están bloqueados en las
bahías de Sebastopol.
Según informó EFE
la semana pasada, el buque 'Slavútich',
con base en el puerto de Sebastópol (Crimea), izó el pasado domingo la bandera
de Rusia. Por su parte, las corvetas 'Ternopol' y 'Lutsk' carecen de bandera
tras haber quedado bloqueadas en su salida.
El Ministerio de
Defensa ruso informó durante el fin de semana de que 54 de los 67 navíos de la
Armada ucraniana en Crimea habían arriado la bandera ucraniana para pasar a las
ordenes de las fuerzas navales rusas.
Hay que señalar
que algunos de estos buques son bastante viejos y necesitan un arreglo y
modernización en profundidad. No merece la pena hacerse la pregunta de dónde se
arreglarán estos barcos y los barcos de la Flota del Mar Negro. En Crimea hay
varias buenas empresas, aunque bastante abandonadas, de reparación y
construcción de barcos. Entre ellas el astillero 13 de reparación de barcos de
Sebastopol, el astillero Zaliv en Kerch o el astillero More en Feodosia.
Aunque, por
ejemplo, el astillero de Sebastopol donde en su tiempo trabajaban 12.000
personas hoy en día tan solo trabajan 200 especialistas. Hasta hace poco la
empresa no reparaba barcos de la Flota del Mar Negro y los militares rusos
tenían que reparar sus barcos en Bulgaria, que ya era miembro de la OTAN.
Por cierto la
calidad del trabajo de los especialistas búlgaros era incomparablemente
superior a la de las empresas crimeas. Ahora que los salarios de los
trabajadores de la península tienen que subir para compararse con el salario
medio rusos, sería de esperar que la relación de los crimeos con su trabajo
suba ostensiblemente.
Fuente: Ricardo Marquina / RBTH
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